Capitulo 3 Despertar

443 8 0
                                    

El accidente fue hace más de un año. Llevo dos semanas despierta. Un año  se  ha  desvanecido:  he  pasado  de  tener  dieciséis  años  a  tener diecisiete. Por segunda vez, una mujer ha sido elegida presidente. Los científicos  han  dado  nombre  al  duodécimo  planeta  del  sistema  solar.  Ha muerto  el  último  oso  polar  salvaje.  Titulares  que  no  pudieron  conmoverme porque pasé sobre ellos dormida.

Al despertar lloré. Eso es lo que me dicen. Yo no recuerdo mi primer día. Más adelante escuché a Lily susurrarle a mi madre en la cocina que mis chillidos le asustaban. «Suena como un animal», dijo.

Aún lloro al despertarme. No sé muy bien por qué. No siento nada. Al menos, nada  que  pueda  nombrar.  Es  como  respirar: ocurre  sin  que  yo  lo  controle.

Mi padre estaba aquí cuando desperté. Habló de un «comienzo». Dijo que era bueno; supongo que piensa que cualquier cosa que yo haga es buena.

Los  primeros  días  fueron  difíciles.  Mi  mente  y  mi  cuerpo  se  agitaban  sin control. Lo primero que se tranquilizó fue mi mente, pero no m e desataron los  brazos.  El  segundo  día  mis  brazos  también  se  calmaron.  Mis  padres parecían  muy  atareados.  Me  examinaban,  me  analizaban,  revisaban  una  y otra vez los resultados. Mi padre tecleaba los síntomas en su netbook varias veces al día y alguien le respondía estableciendo un tratamiento. Pero yo no veía ningún tratamiento; simplemente mejoraba cada día. Eso era todo. Un día no podía caminar y al día siguiente podía. Un día el párpado de mi ojo derecho se cerraba solo y al día siguiente no lo hacía. Un día mi lengua yacía como  un  pedazo  de  carne  muerta  en  la  boca  y  al  día  siguiente  estaba articulando palabras que no había pronunciado desde hacía más de un año.

Al quinto día, cuando logré caminar hasta el porche sin tropezar, mi madre gritó entre sollozos: 

— ¡Es un milagro, un verdadero milagro!

— ¿No te das cuenta de que su modo de andar todavía no es natural? —dijo

Lily.

Mi madre no contestó.

El octavo día mi padre tuvo que volver a Boston para trabajar. Antes de irse mantuvo una conversación con mi m adre. Hablaban en susurros, pero aun así  yo  oí  lo  que  decían: «Es  arriesgado...  Tengo  que  volver...  No  te preocupes...». Luego mi padre me rodeó la cara con las manos.

—Poco a poco, ángel mío —dijo—. Ten paciencia, poco a poco todo volverá.

Con el tiempo se establecerán todas las conexiones.

Creo  que  mi  modo  de  andar  se  ha  normalizado.  Pero  no  mi  memoria.  No recuerdo  a  mi  m adre,  a  mi  padre  ni  a  Lily.  No  recuerdo  haber  vivido  en Boston. No recuerdo el accidente. No recuerdo a Jenna Fox.

Mi padre dice que todo eso volverá. «El tiempo lo cura todo», afirma. Yo no digo que aún no sé lo que es el tiempo. 

La adorada Jenna FoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora