El accidente fue hace más de un año. Llevo dos semanas despierta. Un año se ha desvanecido: he pasado de tener dieciséis años a tener diecisiete. Por segunda vez, una mujer ha sido elegida presidente. Los científicos han dado nombre al duodécimo planeta del sistema solar. Ha muerto el último oso polar salvaje. Titulares que no pudieron conmoverme porque pasé sobre ellos dormida.
Al despertar lloré. Eso es lo que me dicen. Yo no recuerdo mi primer día. Más adelante escuché a Lily susurrarle a mi madre en la cocina que mis chillidos le asustaban. «Suena como un animal», dijo.
Aún lloro al despertarme. No sé muy bien por qué. No siento nada. Al menos, nada que pueda nombrar. Es como respirar: ocurre sin que yo lo controle.
Mi padre estaba aquí cuando desperté. Habló de un «comienzo». Dijo que era bueno; supongo que piensa que cualquier cosa que yo haga es buena.
Los primeros días fueron difíciles. Mi mente y mi cuerpo se agitaban sin control. Lo primero que se tranquilizó fue mi mente, pero no m e desataron los brazos. El segundo día mis brazos también se calmaron. Mis padres parecían muy atareados. Me examinaban, me analizaban, revisaban una y otra vez los resultados. Mi padre tecleaba los síntomas en su netbook varias veces al día y alguien le respondía estableciendo un tratamiento. Pero yo no veía ningún tratamiento; simplemente mejoraba cada día. Eso era todo. Un día no podía caminar y al día siguiente podía. Un día el párpado de mi ojo derecho se cerraba solo y al día siguiente no lo hacía. Un día mi lengua yacía como un pedazo de carne muerta en la boca y al día siguiente estaba articulando palabras que no había pronunciado desde hacía más de un año.
Al quinto día, cuando logré caminar hasta el porche sin tropezar, mi madre gritó entre sollozos:
— ¡Es un milagro, un verdadero milagro!
— ¿No te das cuenta de que su modo de andar todavía no es natural? —dijo
Lily.
Mi madre no contestó.
El octavo día mi padre tuvo que volver a Boston para trabajar. Antes de irse mantuvo una conversación con mi m adre. Hablaban en susurros, pero aun así yo oí lo que decían: «Es arriesgado... Tengo que volver... No te preocupes...». Luego mi padre me rodeó la cara con las manos.
—Poco a poco, ángel mío —dijo—. Ten paciencia, poco a poco todo volverá.
Con el tiempo se establecerán todas las conexiones.
Creo que mi modo de andar se ha normalizado. Pero no mi memoria. No recuerdo a mi m adre, a mi padre ni a Lily. No recuerdo haber vivido en Boston. No recuerdo el accidente. No recuerdo a Jenna Fox.
Mi padre dice que todo eso volverá. «El tiempo lo cura todo», afirma. Yo no digo que aún no sé lo que es el tiempo.
ESTÁS LEYENDO
La adorada Jenna Fox
Ciencia FicciónAntes era alguien. Alguien que se llamaba Jenna Fox. Con esas palabras da comienzo una historia de ciencia ficción en un futuro cercano. Jenna Fox es una adolescente que acaba de despertar del coma. Un terrible accidente la dejó en ese estado durant...