Capítulo 46 Nueva Jenna / Día uno

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Mi padre me cose la herida con varias grapas. No siento más que unos pellizcos.

—Es más profundo de lo que pensé anoche —comenta—. ¿Cómo te lo hiciste?

—Cuando…

Cuidado Jenna. El ordenador estaba escondido.

—Cuando estaba dando una vuelta. Me tropecé y caí sobre una piedra.

— ¿Te hiciste esto con una piedra?

—Tenía el borde afilado.

—Ah.

No estoy segura de que me crea. Pero tampoco estoy muy segura de que todo lo que me ha contado él sea verdad, así que estamos iguales.

Mi padre desinfecta el corte ya grapado y m e envuelve la mano en una gasa. Estamos  sentados  junto  a  la  mesa  de  la  cocina.  Claire  también.  Aún  lleva puesta la ropa de ayer, ahora arrugada. Su pelo, normalmente perfecto, está despeinado. Parece agotada; sus facciones carecen de expresión, como si no tuviera energía para transmitir ninguna emoción en este momento. Aun así, puedo  ver  que  se  está  conteniendo  para  no  hablar.  Está  dejando  que  mi padre lleve la voz cantante. Él no se calla nada, y puedo ver cómo la cara de Claire se contrae al escuchar algunas de las cosas que mi padre dice.

—Si solo tengo un diez por ciento de mi cerebro original, ¿de qué está hecho el resto de mi cerebro?

—En realidad, tienes el cien por cien de tu cerebro original. Solo que no está alojado en el mismo material de antes: ahora está en el biogel.

—Entonces, explícame que es el biogel.

Hago  mis  preguntas  de  manera  directa,  sin  mostrar  ninguna  emoción.  Sin ira. Sin tristeza. Sin expresar aceptación ni perdón, porque no los siento.

El biogel es una red neuronal artificial construida sobre un modelo biológico. Se  trata  de  una  sustancia  condensada  y  oxigenada,  repleta  de  neurochips. Estos chips son tan pequeños como las neuronas humanas, y lo maravilloso es que se comunican y transmiten mensajes de la misma manera en que lo hacen  las  neuronas,  mediante  neurotransmisores  químicos.  El  cerebro humano  medio  consta  de  cien  mil  millones  de  neuronas;  tú  tienes  cinco veces esa cantidad, Jenna. Tu cuerpo está lleno de Biogel.

Mi  padre  me  mira  como  si  esperara  verme  impresionada,  tal  vez  incluso agradecida.  ¿Pero  y  el  corazón  que  he  perdido?  ¿Y  mi  hígado?  No  quiero quinientos mil millones de neurochips: quiero mis tripas.

Al ver que sigo inexpresiva, mi padre continúa describiendo cómo me reparó.

—Cargamos  toda  la  información  que  obtuvimos  de  escanear  tu  cerebro  en una esfera central que rodea tu cerebelo. Pero, con el tiempo, la información será compartida por el conjunto de la red.

—Si toda la información está ahí, ¿por qué me cuesta tanto recordar?

No  les  comento  que  recuerdo  algunas  cosas  de  las  que  no  debería acordarme, como mi bautizo a las dos semanas de vida. Quiero pensar que mi padre lo tiene todo bajo control, pero los detalles como ese m e dicen que tal  vez  esté  tan  perdido  como  yo.  Está  manipulando  mecanismos  que desconoce.  ¿Qué  puerta  habrá  abierto?  ¿Cambiará  de  opinión  y  querrá cerrarla?

—Tus lapsus no son distintos de los de alguien que ha tenido un derrame y se está recuperando lentamente —explica—. El cerebro tiene que encontrar nuevos caminos para acceder a la información y organizarla. Eso es lo que estás haciendo ahora: tus neurochips están construyendo caminos.

La adorada Jenna FoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora