Cuando desperté esta mañana, en mi interior había preguntas. No sé dónde estarían escondidas hasta hoy. «El tiempo todo lo cura». ¿Se referiría a esto mi padre cuando dijo esa frase? ¿O será, más bien, que las palabras que se habían perdido en mi cabeza estaban tratando de encontrar el orden adecuado? Además de las preguntas, también m e vino a la mente la palabra «cuidado». ¿Por qué? Estoy empezando a pensar que tengo que confiar en las palabras cuando me llegan.
—Jenna, voy a salir —dice mi madre desde la escalinata de la puerta—.
¿Estás segura de que vas a arreglártelas bien sola?
Mi madre se va a la ciudad. Es la primera vez que la veo salir de casa desde el Día Uno.
—No te preocupes —contesto—. Mis nutrientes están en la encimera de la cocina. Sé cuánto tengo que tomar.
Aún no puedo comer alimentos normales. Cuando pregunté por qué, mis padres balbucearon sin saber explicarlo. Finalmente dijeron que, después de un año de alimentarme con nutrientes que entraban en mi cuerpo por un tubo, mi sistema digestivo se ha desacostumbrado y no podrá procesar comida durante un tiempo. Nunca vi ese tubo. A lo mejor hay algo sobre eso en el último disco que Lily me dijo que mirara. ¿Por qué querrá que lo vea?
—No salgas de casa —añade mi madre.
—No lo hará —responde Lily.
Mi madre va a la ciudad para contratar a una cuadrilla de albañiles. Es asesora certificada en restauración. O lo era. En Boston restauraba casas de estilo Brownstone: era su especialidad. Siempre tenía trabajo. La gente siempre está queriendo restaurar cosas. Lo antiguo está de moda. Lily dice que tenía buena reputación. Su carrera profesional se ha suspendido por mi culpa, porque no hay casas de ese tipo en California. Pero mi madre dice que la casa estilo Cotswold en la que vivimos necesita una buena restauración, y que ahora que estoy mejor, ya va siendo hora que la haga habitable.
Restaurar estas casas no es tan distinto de restaurar las otras, dice. Repararme a mí y a la casa Cotswold son sus nuevas dedicaciones.
Cuando ya está saliendo por el estrecho camino de piedra que cruza el patio, le hago mi primera pregunta. Sé que no es un buen momento.
—Mamá, ¿por qué nos vinimos a vivir aquí?
Se detiene. Creo identificar un leve tropezón. Se gira. Tiene los ojos muy abiertos. No dice nada, así que continúo.
—Si los médicos, papá y tu trabajo están en Boston, ¿por qué nosotras estamos aquí?
Mi madre mira hacia abajo por un momento, así que no puedo ver su cara. Después levanta nuevamente la cabeza. Sonríe. Primero sube la comisura de un lado, después la del otro. Una sonrisa cuidadosa.
—Hay muchas razones, Jenna. No te las puedo comentar todas ahora porque voy a perder el tren, pero la razón principal es que pensamos que te recuperarías mejor en un lugar tranquilo. Y parece que nuestro plan está funcionando, ¿no?
Habla con soltura. Son palabras ensayadas, lo distingo en su tono de voz. Lo que dice parece razonable, pero puedo ver las fisuras. Estar en un lugar tranquilo no es tan importante como tener a los médicos cerca. Sin embargo, asiento. Hay algo en sus ojos. Sé que los ojos no respiran, pero los suyos están sin aliento.
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La adorada Jenna Fox
Ciencia FicciónAntes era alguien. Alguien que se llamaba Jenna Fox. Con esas palabras da comienzo una historia de ciencia ficción en un futuro cercano. Jenna Fox es una adolescente que acaba de despertar del coma. Un terrible accidente la dejó en ese estado durant...