Capítulo 69 Copia de seguridad

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Cuando  vuelvo  del  bosque  los  encuentro  a  los  tres  sentados  en  el porche.  Al  salir  corriendo  dejé  abierta  la  puerta  de  atrás,  y  eso  ha debido de indicarles la dirección en la que m e fui. En otro momento de mi vida habrían llamado a la policía, pero ahora las cosas han cambiado. La  primera  en  verme  es  mi  madre.  Hace  ademán  de  levantarse,  pero  mi padre la retiene. Lily da un sorbo a su copa de vino.

Camino hacia ellos: casi parecen estar en mitad de una cena a la luz de las velas,  en  vez  de  angustiados  y  pendientes  de  mi  regreso.  Lily  le  pasa  a  mi madre un plato de setas. Me recorre una oleada de irritación.

—Es un poco tarde, ¿no crees? —dice mi padre con tono distendido. Coge un pedazo de queso, se lo mete en la boca y lo traga con un sorbo de vino. Sus ojos  están  vidriosos  por  la  ira,  pero  sus  movimientos  expresan  una contención ensayada.

—No demasiado —contesto.

—No podemos seguir viviendo así, Jenna —barbota mi madre.

Mi padre la fulmina con la mirada. Lily pone los ojos en blanco.

—Bienvenido  a  casa,  papá —digo.  Alcanzo  una  seta  y,  antes  de  que  nadie pueda impedírmelo, me la meto en la boca.

Los  tres  se  me  quedan  mirando.  La  insensible  Jenna  Fox,  convirtiéndose una  vez  más  en  el  centro  de  atención.  ¿Dónde  están  las  cámaras?  Remato con una reverencia exagerada.

— ¡Por  Dios,  Jenna! —explota  mi  padre  golpeando  con  el  puño  la  mesa  de cristal.  La  vajilla  tintinea —.  ¡No  eres  la  única  persona  del  mundo  que  se tiene que recuperar de un accidente terrible!

—Lo sé, papá —contesto sentándome frente a él—. También están esas tres personas  del  armario.  Las  de  las  cajas  negras.  Sabes  a  lo  que  me  refiero, ¿verdad? Eso sí que es un accidente terrible, me parece a mí.

Touchè —masculla Lily, y se bebe de un trago el vino que le queda en la copa.

—Jenna,  tenemos  que  hablar  de  estas  cosas —interviene  mi  madre—.  No puedes  irte  sin  más  cada  vez  que  te  topas  con  un  obstáculo.  No  sabes  lo preocupados que estábamos.

—Yo no me topé con ningún obstáculo. Vosotros me lo ocultasteis.

—No son personas — afirma mi padre.

—Tómate otra —m e sugiere Lily ofreciéndome el plato de setas.

—No te lo ocultamos —dice mi madre.

— ¿Me has oído?

—Guardar algo tras una puerta cerrada con llave es esconderlo.

— ¿Abro otra botella?

—No teníamos más remedio. Mira cómo te has puesto… 

— ¡Basta! —grito. No puedo seguir esta conversación enmarañada.

—Bueno, pues abriré otra —dice Lily levantándose para entrar en la casa.

Mis  padres  y  yo  nos  quedamos  sentados,  aprovechando  el  momento  de silencio para rehacernos. Mi madre se retira el pelo de los hombros y aparta unos mechones húmedos de su frente; el viento del sur que lleva todo el día soplando ha traído un calor extraño para ser marzo. Mi padre da vueltas a su  copa,  repentinamente  interesado  en  su  vino,  y  frunce  el  ceño  en  un esfuerzo  por  reprimir  sus  emociones.  Aprieta  los  labios  como  si  quisiera cerrar la grieta que parece estarse abriendo en su interior.

La adorada Jenna FoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora