Escucho cómo tararea Lily. Mis pies se mueven con torpeza, pero trato de controlarlos para que ella no me oiga. Me apoyo en la pared y echo un vistazo hacia la cocina. Está de espaldas. Pasa casi todo el tiempo en la cocina, preparando platos sofisticados. Antes era directora de Medicina
Interna en el Hospital Universitario de Boston. Mi padre fue médico residente bajo su dirección, y fue así como conoció a mi madre. Lily dejó el trabajo, no sé por qué. Ahora sus pasiones son la jardinería y la cocina. Es como si todos los que vivimos en esta casa estuviéramos reinventándonos y ninguno fuera lo que en algún momento fue.
Cuando no está en la cocina preparando algo, Lily ordena el invernadero. Yo no puedo probar sus platos; tal vez esa sea una de las razones por las que no le gusto. Lily coloca unas ollas en la encimera y abre el grifo. Yo avanzo hacia la puerta de la calle.
Las bisagras de la puerta de madera chirrían cuando salgo, pero Lily no se vuelve. El sonido se mezcla con el repiqueteo de las ollas y el rumor del grifo.
Hasta ahora no he ido más allá de las escaleras del porche, excepto una tarde en que mi madre m e propuso pasear hasta el invernadero de Lily. Mi madre m e ha dicho desde el principio que no debo alejarme. Tiene miedo de que me pierda.
Perdido, adj. 1. Que no tiene destino determinado. 2. Incapaz de encontrar el camino. 3. Arruinado o manchado.
Me temo que ya lo estoy.
El sol de mediodía deslumbra. Me hace daño en los ojos. Entorno la puerta para que Lily no me oiga y cruzo el césped rápidamente. No pienso ir muy lejos. No perderé la casa de vista. Cuidado. La palabra aparece nuevamente como una barrera que m e frena y m e empuja a la vez. Paso junto al tiro de la chimenea del salón. Algunos ladrillos de arriba han caído al suelo y están casi completamente ocultos por la maleza. Líquenes de color verde intenso trepan por el resto de los ladrillos. Rodeo la casa por el lado del garaje para que Lily no me vea. Varias de las ventanas están selladas con tablas, y falta toda una sección de tejas de madera. El dinero no parece ser un problema para mi madre. Me pregunto por qué no tuvo tiempo, durante el año largo que estuve en coma, de hacer el más mínimo arreglo.
Una vez he pasado el garaje, tengo una visión amplia de la propiedad del curioso señor Bender, pero a él no lo veo. El jardín trasero baja suavemente hacia el estanque que separa nuestro terreno del suyo. El pequeño riachuelo que lo alimenta nos separa de la finca del otro vecino como un sinuoso cerco natural. Hacia el norte, el estanque se rebalsa y el arroyo continúa hasta internarse en el bosquecillo de eucaliptos.
Entonces distingo al señor Bender algo más allá. Está en cuclillas, como la Jenna de tres años que aparece en las grabaciones. Es una postura extraña para un hombre adulto. Con una mano agarra algo mientras extiende la otra hacia el suelo. Está tan quieto que me detengo.
Curioso. Raro. Extraño. Mi madre tenía razón acerca de él.
Sigo caminando por la ladera hasta que el estanque me detiene. Bordeo la orilla hasta llegar al bosque. Los árboles son delgados pero numerosos, y solo unos metros más allá el agua del estanque se vierte en el riachuelo. La corriente es solo un poco más fuerte que el grifo de la cocina de Lily y, como mucho, tiene unos centímetros de profundidad. Camino sobre las piedras secas que asoman por encima del agua para cruzar al otro lado y subo por la ladera hacia el jardín del señor Bender. Debería tener miedo. Mi madre querría que tuviese miedo. Pero además de mi madre, mi padre y Lily, el señor Bender es el único ser humano que he visto desde que desperté.
ESTÁS LEYENDO
La adorada Jenna Fox
Ciencia FicciónAntes era alguien. Alguien que se llamaba Jenna Fox. Con esas palabras da comienzo una historia de ciencia ficción en un futuro cercano. Jenna Fox es una adolescente que acaba de despertar del coma. Un terrible accidente la dejó en ese estado durant...