Voy a mi habitación. No quiero, pero antes de irse mi madre me ha hecho una última petición:
—Por favor, vete a tu cuarto, Jenna. Necesitas descansar.
No necesito descansar, no quiero ir, pero antes de que m e dé cuenta mis pies me conducen al piso de arriba. Cierro la puerta a mi espalda: sé que le agrada que lo haga.
Mi cuarto está en el piso de arriba. Es una de las diez habitaciones que hay en ese piso, sin contar varias alacenas, baños, vestidores y habitaciones pequeñas sin ventanas que no parecen tener ningún propósito. La mía es la única que está limpia y amueblada. Las demás están vacías, excepto por alguna araña ocasional o algún trasto abandonado por los anteriores inquilinos. El piso de abajo tiene por lo menos otras diez habitaciones, aunque solo están amuebladas la mitad.
Algunas están cerradas. No las he visto por dentro. Mi madre y Lily duermen en el piso de abajo. Las casas de este estilo se llaman, en realidad, «cabañas Cotswold». Aunque esto no se parece nada a una cabaña. Busqué la palabra «Cotswold» en la enciclopedia y vi que es un tipo de oveja. Así que se supone que vivimos en una cabaña para ovejas.
La verdad es que no he visto ninguna oveja por aquí. Mi cuarto está al final de un largo pasillo. Es la habitación más grande del piso de arriba, y la cama, el escritorio y la silla parecen solitarios y extraños en ella. En el suelo de madera barnizada se reflejan los muebles.
Es una habitación fría. No por su temperatura, sino por su temperamento. No refleja nada de la persona que la habita. O tal vez sí.
Lo único animado de la habitación es una colcha de color amarillo crema.
El escritorio está vacío, excepto por el netbook que mi padre usaba para comunicarse con los médicos. No hay papeles. No hay libros. No hay desorden. Nada.
La habitación se abre a una alcoba que lleva a una especie de vestidor.
Este, a su vez, da a otro vestidor con una puertecita al fondo que no puedo abrir. Es una construcción extraña que parece un túnel zigzagueante. ¿Era así mi habitación en Boston? En el primer vestidor cuelgan cuatro camisas y cuatro pares de pantalones. Son todos azules.
Debajo de ellos hay dos pares de zapatos. En el segundo vestidor no hay nada. Palpo sus paredes y me asombra el vacío.
Miro a lo lejos por mi ventana, más allá del patio y el estanque. Veo al curioso señor Bender, solo un punto en la distancia. Parece estar en cuclillas, mirando algo en el suelo. Avanza unos pasos y desaparece de mi ángulo de visión, oculto por el bosquecillo de eucaliptos que rodea nuestros terrenos. Vuelvo a mi habitación. Una silla de madera. Un escritorio vacío. Una cama individual. Es muy poco. ¿Jenna Fox se reduce a esto?
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La adorada Jenna Fox
Ciencia FicciónAntes era alguien. Alguien que se llamaba Jenna Fox. Con esas palabras da comienzo una historia de ciencia ficción en un futuro cercano. Jenna Fox es una adolescente que acaba de despertar del coma. Un terrible accidente la dejó en ese estado durant...