Capítulo 5 Orden

399 5 0
                                    

Curioso, adj.  ı. Deseoso de aprender o saber, inquisitivo. 2. Fisgón, entrometido.

3. Inexplicable, poco usual, extraño, raro.

La primera semana, mi madre repasó detenidamente conmigo todos los  detalles de mi vida: mi nombre, mis mascotas de infancia, mis libros favoritos,  mis  vacaciones  familiares.  Después  de  cada  momento  que  describía, preguntaba: «¿Lo recuerdas?». Cada vez que yo decía que no, sus ojos cambiaban. Creo que se hacían más pequeños, aunque no sé si eso es posible.  Yo  intentaba  suavizar  mis  negativas.  Trataba  de  que  cada  una sonara diferente a la anterior. Pero el sexto día, su voz se quebró al hablarme de mi última función de ballet. « ¿La recuerdas?».

El séptimo día, mi madre me entregó una caja pequeña.

—No quiero agobiarte —dijo—. Están en orden, y la mayoría tiene etiquetas que explican su contenido. Tal vez mirarlos te ayude a recordar alguna cosa.

Me abrazó. Sentí su jersey peludo. Sentí el frescor de su mejilla. Son cosas que puedo sentir: duro, blando, áspero, suave. Pero la sensación que tengo dentro es toda igual, como una confusión brumosa. ¿Es esa la parte de mí que sigue dormida? Coloqué los brazos alrededor de ella tratando de imitar su modo de estrecharme. Ella parecía complacida.

—Te  quiero,  Jenna  —susurró—.  Puedes  preguntarme  lo  que  quieras.  Lo sabes, ¿verdad?

La  respuesta  correcta  era  «Gracias»,  y  eso  dije.  No  sé  si  era  algo  que recordaba de antes o lo acababa de aprender. Me di cuenta que no quería a mi  madre.  Tenía  la  sensación  de  que  debía  quererla,  pero  ¿cómo  querer  a alguien que no conoces? Sin embargo, en medio de esa brumosa confusión, sentía algo. ¿Lealtad? ¿Gratitud? Quería que estuviera contenta. Pensé en lo que  me  había  dicho:  «Puedes  preguntarme  lo  que  quieras».  No  tenía  nada que preguntar. Las preguntas no habían llegado aún.

Vi en el notebook el primer disco de la caja. Parecía lógico hacerlo en orden.

Era una grabación de cuando yo estaba en el útero de mi madre. Horas de Jenna flotando en el útero. Me enteré de que había sido la primera. Antes de mí  hubo  dos  fetos,  pero  no  sobrevivieron  más  allá  del  primer  trimestre.

Conmigo mi madre y mi padre tomaron medidas especiales, y funcionaron. Yo  fui  la  primera  y  la  única.  Un  milagro.  Observando  cómo  el  feto  que  fui  flotaba  en  ese  oscuro  mundo  de  agua,  me  pregunté  si  también  debía acordarme de eso.

Cada  día  veo  más  discos  para  tratar  de  apropiarme  de  quien  fui.  Algunos contienen  fotografías,  otras  grabaciones.  Hay  docenas  de  discos  pequeños, puede que unos cien. Miles de horas acerca de mí.

Me siento en un sofá grande. He puesto Jenna Fox / Año Tres. Comienza con la  fiesta  de  mi  tercer  cumpleaños.  Una  niña  pequeña  corre,  riéndose  sin motivo  aparente,  hasta  chocar  con  una  desgastada  pared  de  piedra. Estampa  contra  ella  sus  diminutas  manos  abiertas  y  mira  a  la  cámara.

Detengo la imagen. Escudriño la sonrisa, la cara. Tiene algo, algo que no veo en  mi  propia  cara  y  que  no  sé  lo  que  es.  Tal  vez  se  trate  solo  de  alguna palabra  que  he  perdido.  Tal  vez  sea  más  que  eso.  Examino  las  piedras grandes y ásperas contra las que se apoyan sus manos. Es el pequeño jardín de la casa estilo Brownstone donde vivimos. Lo recuerdo porque lo vi ayer, en el disco dieciocho.

Digo «Play» y la escena avanza. Veo cómo la niña rubia grita, corre hacia dos piernas enfundadas en un pantalón y esconde la cara entre ellas. Después, unos  brazos  la  alzan  y  le  dan  vueltas  en  el  aire.  La  toma  sube  hasta encontrar la cara de mi padre riéndose y haciéndole cosquillas en la tripa. Mi tripa.  La  niña  de  tres  años  se  ríe.  Parece  que  le  gusta.  Voy  hacia  el  espejo que  hay  junto  a  la  estantería.  Ahora  tengo  diecisiete  años,  pero  veo  el parecido.  El  mismo  pelo  rubio.  Los  mismos  ojos  azules.  Los  dientes,  sin embargo,  son  distintos.  Los  dientes  de  los  niños  de  tres  años  son  muy pequeños.  Mis  dedos,  mis  manos.  Todo  mucho  más  grande. 

Una  persona casi completamente diferente. Y sin embargo, esa soy yo. Al menos eso es lo que dicen. Vuelvo a ver el resto de la fiesta, la hora del baño, las clases de ballet,  la  sesión  de  pintura  de  dedos,  la  rabieta,  la  hora  del  cuento  y  todo aquello  que  mis  padres  consideraban  significativo  dentro  de  la  vida  de  esa niña de tres años llamada Jenna Fox.

Escucho  unos  pasos  detrás  de  mí.  No  me  giro.  Son  de  Lily.  Sus  pisadas suenan  distintas  a  las  de  mi  madre.  Es  un  movimiento  resuelto,  marcado. Soy capaz de oír hasta el más mínimo matiz. ¿Fui siempre así de sensible al sonido? Lily está a mi espalda. Espero a que hable. No lo hace. No sé lo que quiere.

Finalmente dice:

—No tienes por qué verlos en orden, ¿sabes?

—Ya lo sé, mi madre me lo dijo.

—También hay discos de cuando eras adolescente.

—Aún soy adolescente.

 Se produce una pausa. Sospecho que se trata de una pausa deliberada.

—Supongo —dice  Lily  al  fin,  caminando  hasta  ponerse  frente  a  mí—.  ¿No tienes una sensación… curiosa? 

«Curioso».  Es  una  palabra  que  busqué  esta  mañana  en  el  diccionario después de que mi madre la usara para describir al señor Brender, que vive detrás de nuestra casa, al otro lado del estanque. Tal vez lo que Lily m e está preguntando es si soy entrometida o rara.

—He  estado  en  coma  durante  más  de  un  año.  Supongo  que  eso  me  hace parecer muy distinta al resto; extraña, rara. Sí, Lily, me siento curiosa.

Lily  deja  caer  los  brazos  e  inclina  ligeramente  la  cabeza.  Es  una  mujer guapa. Aunque no aparenta más de cincuenta años, sé que está más cerca de los sesenta. Sus ojos están rodeados de arrugas finas. Aún se m e escapan las sutilezas de la expresión.

—Deberías saltarte el orden. Pasa directamente al último año.

Lily sale de la habitación. Llevo quince días despierta y acabo de tomar mi primera decisión autónoma: veré los discos en orden.

La adorada Jenna FoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora