Capítulo 81 La playa

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Por aquí! —nos llama Claire agitando el brazo.

Lily  le  devuelve  el  saludo,  pero  ni  ella  ni  yo  hacemos ademán  de  acercarnos.  Mi  madre  reanuda  su  paseo por  la  orilla.  El  viaje  en  coche  hasta  la  playa  ha  sido tenso;  apenas  hemos  hablado  en  todo  el  camino.  Mi madre insistió en venir, diciendo que era una pena desaprovechar un día tan bueno.

—Tu madre necesitaba esto —dice Lily.

—Yo no.

Lily se saca el jersey por la cabeza y se lo ata a la cintura.

— ¿Qué necesitas tú, Jenna? —me pregunta con voz punzante.

La miro y siento cómo se m e forma un nudo por dentro. No puedo contestar. Sacudo la cabeza y hecho a andar. Lily me agarra del brazo y me obliga a dar la vuelta.

—Jenna, te he hecho una pregunta. ¿Qué necesitas?

Me zafo de su agarrón. ¿Cómo se atreve a tratarme así?

—Necesito… necesito… —quisiera  escupir  lo  que  necesito  en  su  cara,  pero las palabras no hacen más que engancharse como si se hubieran enredado en mi interior. Me quedo quieta, moviendo los labios para buscar palabras.

— ¡Dímelo, Jenna!

No puedo.

Lily me suelta el brazo y suspira.

—Ese  siempre  ha  sido  tu  problema,  Jenna —dice  suavemente—.  Siempre has  sido  dos  personas.  La  Jenna  que  quiere  agradar  y  la  Jenna  que  se resiente de ello en secreto. No les pasaría nada, ¿sabes? Tus padres nunca creyeron que fueras perfecta. Eras tú la que lo creía.

¿De qué está hablando? Yo nunca pensé que…

—¡Me  colocaron  en  un  pedestal  desde  el  día  en  que  nací!  ¡No  tenía  otra opción  que  ser  perfecta!  ¡Y  si  veían  que  no  se  me  daban  del  todo  bien  las matemáticas,  el  fútbol  o  cualquier  otra  bobada,  me  ponían  un  profesor particular  hasta  que  al  fin  me  volvía  perfecta!  Llevo  toda  la  vida  bajo  un microscopio.  ¡Desde  el  momento  en  que  fui  concebida  tuve  que  ser  todo  lo que querían, porque yo era su milagro! ¡Y así todos y cada uno de los días de mi vida! ¿Cómo te atreves a decir que era yo y no ellos? ¡Me concibieron para que cumpliera sus expectativas!

— ¿Qué pasa? —pregunta Claire alarmada. Ha venido corriendo para ver por qué habíamos levantado la voz.

Los ojos de Lily se mantienen fijos en mí, como si yo estuviera al borde de un abismo y ella tuviera que convencerme de que me apartara.

—Empieza  por  las  cosas  pequeñas —susurra—.  Te  lo  voy  a  preguntar  de nuevo: ¿qué necesitas?

—Necesito… —mis palabras siguen atascándose. Empieza por lo pequeño—. Una falda. ¡Una falda roja!

— ¿Qué? —la confusión de Claire es evidente, pero sus ojos intensos y claros me escrutan con tanta intensidad como si yo fuera todo un océano.

—Y espacio. Necesito espacio.

Claire mira a Lily.

— ¿Qué está pasando?

—Escúchala  —responde  Lily  agarrando  a  Claire  por  loa  hombros  y obligándola a girarse hacia mí—. Tú escúchala.

—No  quiero  seguir  siendo  tu  milagro.  No  puedo  seguir  siendo  tu  milagro. Necesito estar en el mundo con las mismas posibilidades de vivir o morir que los demás. Necesito ser como los demás.

Hago un esfuerzo para tranquilizarme. Respiro hondo.

—Nunca podré estar realmente viva si no puedo morir también. Necesito las copias de seguridad. La de Kara, la de Locke… y la mía.

Mi  madre  me  mira  con  expresión  helada,  como  si  yo  estuviera  diciendo incoherencias.

—Quiero dejarles ir —susurro.

Mi madre sigue sin moverse.

—Destruirlos —aclaro, subiendo la voz para que, por una vez, no se puedan tergiversar mis intenciones.

Su cara se desencaja, se pone pálida. Se queda mucho rato callada. Ahora soy yo la que está petrificada, esperando junto a Lily para  ver si lo que he dicho logra traspasar el muro que rodea a mi madre. Al cabo de un rato, sus labios  se  cierran  y  sus  hombros  se  enderezan  recobrando  su  postura habitual

—En  el  camino  de  vuelta  pararemos  a  comprarte  una  falda  roja  —dice finalmente.  Luego  se  gira  y  se  aleja,  deteniéndose  solo  un  momento  para dedicarle a Lily una mirada rígida y fría.

La adorada Jenna FoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora