Capítulo 52 Un límite invisible

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Abandoné el bosque por el mismo impulso que me llevo hasta  él.  Tal  vez  me  pareciera  que  tenía  aún  muchas vidas  por  vivir,  y  que  no  podía  gastar  tanto  tiempo  en una sola» 

Ethan hace una pausa en su lectura de Walden y mira en mi dirección. Es la segunda vez que hace una pausa para mirarme, como si m e estuviera dejando la oportunidad de interrumpirle. No la aprovecho, y él continúa. Aún no he decidido sí quiero seguir viniendo al instituto o no. Me da la impresión de que hago mal solo con venir. Estoy fuera de lugar. Es como si estuviera jugando  a  ser  algo  que  no  soy.  ¿Pero  qué  soy?  No  me  puedo  quitar  esa pregunta de la cabeza. El lunes por la mañana mi padre tuvo que volver a Boston.  Su  ausencia  podría  haber  llamado  la  atención,  y  eso  habría  sido arriesgado. Mi madre y él dijeron que yo también debía reanudar mi rutina normal.  Al  fin  y  al  cabo,  a  una  vida  normal  le  corresponde  una  rutina normal.

Pero yo no soy normal.

El  grupo  intercambia  reflexiones.  Allys  habla.  Gabriel  había.  Incluso  Dane habla.

— ¿Jenna? —me anima Rae.

Niego con la cabeza y permanezco en silencio. Rae no m e presiona; no es su estilo. Le hace un gesto a Ethan para que continúe. Este se rebulle en lo alto de la mesa, donde está sentado con las piernas cruzadas, y m e mira durante un rato demasiado largo antes de volver a las páginas de su libro.

—A pesar de que abandonó el bosque al cabo de dos años. Thoreau decidió que  el  tiempo  pasado  en  Walden  había  sido  un  éxito:  «Al  menos,  mi experimento  me  enseño  esto:  que  si  uno  avanza  decididamente  en  la dirección de sus sueños y se esfuerza por vivir la vida que ha imaginado, se encontrará con un éxito inesperado en las horas corrientes. Dejará algunas cosas atrás…»

Se  detiene  y  me  mira  de  nuevo.  En  mi  interior  se  eleva  una  oleada  de nerviosismo. Sus ojos oscuros me taladran como si esperara algo de mí.

—«Dejará algunas cosas…» —repite, y vuelve a interrumpirse. 

Más  espera.  El  silencio  es  un  trueno.  Dane  sonríe  burlonamente,  pero  el resto se mantiene en silencio.

Cierro el libro de golpe, le miro furiosa y completo el párrafo:

—«Dejará algunas cosas atrás, traspasará un límite invisible: leyes nuevas, universales y más liberales empezarán a establecerse alrededor de él y en él: o bien las antiguas leyes se expandirán y serán interpretadas a su favor en un  sentido  más  liberal,  y  vivirá  con  el  albedrío  propio  de  un  ser  de  orden superior».

Ethan aplaude tres veces.

—Gracias por acompañarnos, Jenna.

Se toma su papel de profesor ayudante demasiado en serio.

—Gracias por obligarme —contesto.

—Ya  sabemos  que  se  te  da  bien  memorizar,  pero  ¿tiene  alguna  opinión?

¿Hay alguna posibilidad de traspasar ese límite invisible que no consista en excluirse, como hizo Thoreau? ¿Por  qué  no  me  deja  en  paz?  Siento  que  mis  ojos  se  achican  y  mi  voz  se convierte casi en un gruñido cuando respondo: 

—«La naturaleza y la vida humana son tan variadas como nuestras distintas complexiones. ¿Quién podrá decir que le promete la vida al prójimo? ¿Podría existir  un  milagro  mayor  que  ver  a  través  de  los  ojos  de  otro  durante  un instante?»

La adorada Jenna FoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora