Pongo el último disco grabado de Jenna en el netbook.
¿Qué me queda por conocer? Tengo más lagunas que sustancia, pero he logrado reconstruir a una chica gracias a algunos recuerdos dispersos y a las grabaciones de unos padres obsesionados con su hija. Una chica subida en un pedestal.
Adorada. Sofocada bajo el peso de las expectativas. Esa chica, yo, daba de sí tanto como tres hijas. Todo lo que hacía —bailar, estudiar, jugar, ensayar— lo hacía afanosamente, con todas sus fuerzas.
Hacia lo imposible para ser lo que soñaban que fuera. Pero de todas esas escenas —los cumpleaños, las clases, los entrenamientos, las actividades cotidianas que no tendrían por qué haberse grabado—, lo que más recuerdo son los ojos de Jenna: parpadeantes, vacilantes, afanosos. Eso es lo que más me llama la atención en las grabaciones: su desesperación por no caer del pedestal. Puedo percibirla en sus ojos con tanta nitidez como veo su color. Y ahora, aunque solo han pasado unas semanas, distingo cosas en los rostros que no veía antes. Veo a Jenna sonriendo, riendo, charlando. Y la veo cayendo. Cuando eres perfecta. ¿Hay alguna otra meta que alcanzar? Siento pena por ella, como si fuera otra persona. Y lo es. Ya no soy la perfecta Jenna Fox.
Como todos los discos anteriores, este comienza con mi cumpleaños, una fiesta que debió de salir carísima en algún lugar de Escocia. Mi madre, mi padre y yo llevamos falsas escocesas, y un grupo de gaiteros tocan Cumpleaños feliz. El disco continúa con una excursión del instituto en un barco velero. Busco a Kara y Locke. Algunas caras m e suenan: pertenecen a compañeros de clase que recuerdo, pero no son mis amigos, no son las caras con las que sueño. ¿Dónde están? El pelo de Jenna se revuelve con el viento y algunos mechones se le pegan a la cara, Jenna mira a la cámara y por un momento se pone rígida, con la cabeza inclinada hacia un lado, como si rogara en silencio que le dejan algo de libertad. En vez de hacerlo, la cámara se acerca a ella en un zoom. Casi puedo ver cómo se derrumba, como se rinde. Y de repente se echa a correr, zigzagueando entre sus compañeros. Se aleja y la cámara se apaga.
Empieza otra escena. Jenna con una malla de ballet y medias rosas, el pelo recogió en un moño brillante.
— ¡Una pirueta, Jenna! —pide su padre.
Claire entra en la habitación.
— ¿Lo tienes todo? ¿Las zapatillas? ¿El tutú?
—Sí —dice Jenna.
— ¿Y el maquillaje? — pregunta Claire —. ¿No crees que se te ha ido un poco la mano?
Los ojos de Jenna están maquillados con sombra y lápiz negros. Los manchurrones oscuros no pegan con sus medias de color rosa pastel.
— ¿Qué más da?
—Puede que no le guste a tu profesora de ballet.
—No importa si le gusta o no. Ya te dije que esta es mi última función.
Claire sonríe.
—Por supuesto que no será la última. Sabes que te encanta bailar, Jenna.
Jenna posa las manos en los hombros de Claire y baja la mirada para encontrar sus ojos.
—Mírame, mamá. Mido un metro setenta y siete y sigo creciendo. No valgo para ser prima ballerina.
—Pero hay compañías de ballet que…
Jenna levanta los brazos con exasperación.
— ¿Por qué no te dedicas tú al ballet? Mides un metro setenta, ¡la altura perfecta! ¡Anímate, Claire, tú puedes!
La cara de mi madre se transforma. Dolor. Casi no puedo mirarla. ¿Fue esa la primera vez que la llamé Claire?
— ¡Eh, chicas! —exclama mi padre, y la cámara se apaga.
Eso es todo: la última grabación de Jenna Fox antes del coma. Una pequeña discusión en la que apenas levantamos la voz. ¿Por qué m e dijo Lily que este era el disco más importante? ¿A qué se refería? En este disco no ocurre nada. Es más de lo mismo. ¿Por qué pensé que sería algo revelador?
Tal vez Lily tratara de ahorrarme horas de aburrimiento; tal vez m e estuviera sugiriendo que tomara un atajo. A lo mejor quería que comprobara lo gilipollas que era la antigua Jenna para hacerme reaccionar, evolucionar. Tal vez sea esa la sensación que tengo, la cosa que tengo que hacer y no sé qué es.
Evolucionar.
Le hice daño a Claire. Lo sé. Recuerdo haber tratado de decirle lo mucho que lo sentía, cuando todo mi mundo estaba congelado y la palabra no podía traspasar mis labios. ¿Perdón por qué? ¿Por el accidente? ¿Por la dureza con la que la trataba? ¿Por llamarla Claire cuando ella lo único que quería era que la llamase mamá? Tal vez por eso Lily no m e puede ni ver: por todo lo que le he hecho a Claire.
Evolucionar.
Eso es lo que debería estar haciendo.
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La adorada Jenna Fox
Ciencia FicciónAntes era alguien. Alguien que se llamaba Jenna Fox. Con esas palabras da comienzo una historia de ciencia ficción en un futuro cercano. Jenna Fox es una adolescente que acaba de despertar del coma. Un terrible accidente la dejó en ese estado durant...