Capítulo 50 Aguanta

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¿Me oyes, Jenna? Estoy aquí. No voy a soltarte.

Soñé que montaba en bicicleta. Era mi primera bici,   ya sin ruedines.

Pero la voz de mi padre soñaba extraña.

—Aguanta, Jenna. Hazlo por mí, amor mío. Por favor.

Tengo. Desesperado.

Abro los ojos. Mi padre se ha dado la vuelta.

No hay bicicleta, solo una cama de hospital.

No se da cuenta de que lo miro.

Se deja caer de espaldas contra la pared, con la mirada  perdida en la pared de enfrente.

Quiero salir de la cama y sostenerle de la forma en que él  siempre ha hecho conmigo.

Quiero abrazarlo fuerte para que pueda ser feliz de nuevo.

Pero, contra mi voluntad, mis párpados se cierran  y lo dejan fuera.

La adorada Jenna FoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora