Jenna flota sobre el escenario. Sus movimientos son precisos. Sus brazos forman un elegante arco. Los pies en punta, las piernas rectas. «Arabesque, Jenna…». «… Chassé, jeté entrelacé… ». «… Plié… pas de bourré, piroutte, Jenna».
Sus ángulos son perfectos, su coordinación exacta. Se eleva en pointe, en un equilibrio que es pura elegancia.
Pero su cara está muerta. Actúa con los brazos, las piernas, los músculos. No con el corazón.
Recuerdo esa noche: la presión de las zapatillas de ballet, los nudos apretados en los tobillos, el maillot que revela mi cintura perfecta, la humedad acumulada en los pliegues de mi cuello. Lo evoco incluso antes de verlo en la grabación. Al mirar al público esa noche, a punto de terminar la representación, vi a Lily en la segunda fila con la decepción pintada en los ojos; eso me estremeció y a la vez me dio fuerzas para hacer lo que vino después. Relevé, relevé. Mis bien entrenados músculos y huesos me ordenaban que bailara. Relevé, Jenna. Pero yo m e había quedado congelada. La música resbalaba sobre mi piel. ¡Relevé, Jenna! El público estaba nervioso, incómodo, esperando que se resolviera la situación. Yo no estaba segura de poder resolverla. Tenía la mirada fija en los ojos de Lily, pero lo que veía era un recuerdo: Lily y yo en la cocina de su casa, unos días antes. Yo me quejaba porque no quería actuar en la función.
— ¿Quién eres, Jenna? ¿Cómo va a saber la gente quién eres si tú no se lo muestras?
—Me dan ganas de hacerlo. Me gustaría dejarme ir aunque solo fuera una vez.
— ¿Y qué harías?
—Cuando estuviera en medio de la función, empezaría a moverme de todas las formas que siempre he soñado. Pegaría saltos, sacudiría la cabeza, movería las caderas… les enseñaría a todos lo que es bueno.
— ¿Y por qué no lo haces?
Recuerdo que me lo dijo muy seria, y que yo la miré como si se hubiera vuelto loca.
—Porque no sería adecuado. Desilusionaría a demasiada gente.
— ¿A quién te refieres, a tus padres? Creo que sobrevivirían.
El público contiene la respiración. La música se ha detenido.
¡Relevé, Jenna! Mis músculos están pidiendo acción.
¡Pega un salto! Sacude la cabeza, Jenna. ¡Mueve las caderas!
Y entonces lo siento. Mis pantorrillas se tensan. Mis talones se levantan. Relevé. Y después, un rápido salto hasta quedar en pointe. Mantén la posición. Mantenla. Baja a cuarta posición, plié y reverencia. El público emite un suspiro unánime de alivio, aunque hace ya rato que terminó la música de acompañamiento. Su aplauso entusiasta borra el vacío.
He cumplido. Eso es lo que importa.
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La adorada Jenna Fox
Science FictionAntes era alguien. Alguien que se llamaba Jenna Fox. Con esas palabras da comienzo una historia de ciencia ficción en un futuro cercano. Jenna Fox es una adolescente que acaba de despertar del coma. Un terrible accidente la dejó en ese estado durant...