Capítulo 79 La función

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Jenna  flota  sobre  el  escenario.  Sus  movimientos  son  precisos.  Sus brazos forman un elegante arco. Los pies en punta, las piernas rectas. «Arabesque, Jenna…».  «… Chassé, jeté entrelacé… ». «… Plié… pas de bourré, piroutte, Jenna».

Sus ángulos son perfectos, su coordinación exacta. Se eleva en pointe, en un equilibrio que es pura elegancia.

Pero su cara está muerta. Actúa con los brazos, las piernas, los músculos. No con el corazón.

Recuerdo  esa  noche:  la  presión  de  las  zapatillas  de  ballet,  los  nudos apretados  en  los  tobillos,  el  maillot  que  revela  mi  cintura  perfecta,  la humedad acumulada en los pliegues de mi cuello. Lo evoco incluso antes de verlo en la grabación. Al mirar al público esa noche, a punto de terminar la representación, vi a Lily en la segunda fila con la decepción pintada en los ojos;  eso  me  estremeció  y  a  la  vez  me  dio  fuerzas  para  hacer  lo  que  vino después.  Relevé,  relevé.  Mis  bien  entrenados  músculos  y  huesos  me ordenaban que bailara. Relevé, Jenna. Pero yo m e había quedado congelada. La  música  resbalaba  sobre  mi  piel.  ¡Relevé,  Jenna!  El  público  estaba nervioso,  incómodo,  esperando  que  se  resolviera  la  situación.  Yo  no  estaba segura  de  poder  resolverla.  Tenía  la  mirada  fija  en  los  ojos  de  Lily,  pero  lo que veía era un recuerdo: Lily y yo en la cocina de su casa, unos días antes. Yo me quejaba porque no quería actuar en la función.

— ¿Quién eres, Jenna? ¿Cómo va a saber la gente quién eres si tú no se lo muestras?

—Me  dan  ganas  de hacerlo.  Me  gustaría  dejarme  ir  aunque  solo  fuera  una vez.

— ¿Y qué harías?

—Cuando estuviera en medio de la función, empezaría a moverme de todas las  formas  que  siempre  he  soñado.  Pegaría  saltos,  sacudiría  la  cabeza, movería las caderas… les enseñaría a todos lo que es bueno.

— ¿Y por qué no lo haces?

Recuerdo  que  me  lo  dijo  muy  seria,  y  que  yo  la  miré  como  si  se  hubiera vuelto loca.

—Porque no sería adecuado. Desilusionaría a demasiada gente.

— ¿A quién te refieres, a tus padres? Creo que sobrevivirían.

El público contiene la respiración. La música se ha detenido.

¡Relevé, Jenna! Mis músculos están pidiendo acción.

¡Pega un salto! Sacude la cabeza, Jenna. ¡Mueve las caderas!

Y  entonces  lo  siento.  Mis  pantorrillas  se  tensan.  Mis  talones  se  levantan. Relevé.  Y  después,  un  rápido  salto  hasta  quedar  en  pointe.  Mantén  la posición.  Mantenla.  Baja  a  cuarta  posición,  plié  y  reverencia.  El  público emite  un  suspiro  unánime  de  alivio,  aunque  hace  ya  rato  que  terminó  la música de acompañamiento. Su aplauso entusiasta borra el vacío.

He cumplido. Eso es lo que importa.

La adorada Jenna FoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora