Capítulo 5.
HIJO DE ARROZ.
-¿Por qué me traes aquí? -pregunté viendo una tienda china que abre 24 horas.
-Aquí encontrarás lo necesario para una de tus bromas -dijo con una sonrisa y a mí se me iluminaron los ojos-. Supuse que estarías planeando una buena broma para pagarle a Carolyn eso -señaló mi cara.
-¿Cómo sabes que fue ella? ¿Y por qué me ayudarás a hacerle una broma a tu novia? -pregunté poniendo los brazos en jarras.
-No, es que tú eres tan imbécil que te pintaste la cara de rosa -ironizó-. Y Carolyn y yo rompimos esta tarde, ella vio lo de la piscina y lo de la cocina -mi cara se puso pálida. Moví la cabeza en gesto de estar pensándomelo, asentí y caminamos hasta el interior del establecimiento.
Al entrar, no pude evitar soltar una carcajada. El dependiente estaba durmiendo sobre el mostrador, con una baba viscosa escurriéndosele por la barbilla y el brazo *cara de asco máximo*.
-Oye, ¿necesitas babero? -le dije en broma, y él me miró mal, pero rápidamente vi como se estaba aguantando para no reírse de mí-. Ya sé que tengo la cara rosa, pero te la pondré morada a ti -lo señalé amenazadoramente- como te rías de mí -me señalé. Él sólo asintió y se calló.
-¿Siempre eres así? -preguntó Brandon siguiéndome.
-Mayormente -contesté agarrando unas bragas de vieja.
-¿Te vas a poner eso? -me miró con una cara de zapatilla que casi me meo allí mismo.
-Cambia la cara, yo no uso estas mierdas -dije agarrándola por la punta.
Agarré pegamento, pintura para niños y unos chicles para los mareos.
-¿Para qué necesitas chicles de esos? -preguntó Brandon.
-Porque me voy a reír tanto que quizás me maree -expliqué, y él sólo asintió y nos dirigimos a la caja-. ¿Ya está durmiendo otra vez? -susurré viendo al dependiente. Me giré y vi a Brandon, ambos señalamos la puerta con la cabeza, y nos echamos a correr sin pagar.
Corrimos durante unos 10 minutos hasta llegar a la verja del instituto.
-¿Y ahora qué? No conozco ninguna entrada secreta -murmuré, pero Brandon me escuchó igual. Mis brazos estaban morados del frío que hacía y porque aún seguía húmeda, pero gracias a la carrerita que nos echamos entré en calor. Menos mal que el pijama son unos leggins y una camiseta bastante cómodos.
-Pero yo sí -dijo Brandon con otra de sus sonrisas como las llamo yo "calienta-perras".
-Pues vamos, ¿a qué esperas? -dije minutos después, ya que ninguno de los dos se había movido y ambos nos mirábamos directo a los ojos.
-Estaba pensando si decirte o no... -susurró a un paso de mí.
-¿El qué? -dije, pero él negó-. Dímelo.
-Me vas a matar -contestó.
-Te voy a matar de todas formas, dilo y mueres descansado -dije cruzándome de brazos. Sus ojos viajaron a mis pechos, así que volví a bajarlos.
-¿Puedo hacer algo primero? -preguntó con cara de perrito, yo asentí, y en un segundo tenía su labios moviéndose encima de los míos. Yo al principio no respondía, pero decidí seguirle el beso porque al fin y al cabo, el muy cabrón besa bien. Además, si él ya no está con Carolyn yo puedo hacer lo que quiera. No soy una perra, ni como las sobras de ella, sólo estoy aprovechando la oportunidad de besarlo.
Le di paso a su lengua, y enrollé mis brazos alrededor de su cuello mientras los suyos pasaban por mi cintura, pegándome más a él.
Nos besamos por un largo tiempo, y él se separó un poco de mí. Él giró la cabeza mientras yo esperaba que hablase.
-¿Y? -pregunté.
-Tienes el sujetador de los Simpsons -confesó, y la sangre se trasladó a mis mejillas. Miré a mis pechos y me di cuenta de por qué lo sabía. La camiseta del pijama transparentaba todo, era blanca, y al mojarse es evidente que dejo todo a la vista.
-¿Tienes algún problema con los Simpsons? -pregunté ALGO avergonzada.
-Nop, en ti me encantan. Y te besé porque quizás muera esta noche, quería llevarme un sabor de boca agradable -dijo arrogante, y yo no pude evitar sonrojarme un poco. Rodé los ojos y me agaché para atarme mis zapatillas deportivas.
Me levanté, y cuando lo hice, Brandon ya no estaba. Oh, mierda, puto cabrón hijo de arroz...
Seguro que no lo pilláis, así que dadle la vuelta a arroz y tendréis la respuesta. Ingenioso, ¿no?
-Brandon... No quiero jugar al escondite -dije girándome para verlo, pero no lo encontraba. En frente de mí había un parque desierto, a mi derecha la calle, y a la izquierda, tres cuartas de lo mismo. No había ningún arbusto en el que esconderse, los bares estaban cerrados, al igual que la Sex Shop que había a tres manzanas. Lo sé, ¿qué hace ese tipo de tiendas cerca de un instituto? La verdad, no tengo ni idea.
Caminé por la calle escurriendo mi camiseta, buscando por todos lados a Brandon, pero no había rastro.
¿Y si lo raptaron?
Nah, no creo que alguien piense que valga algo.
Suspiré después de caminar unas diez manzanas lejos del instituto. Miré mi reloj de mano, 02:49. Oh, grandísima mierda.
Van a ser las tres de la mañana y ya hace como una hora que Brandon se esfumó.
-Hijo de perra -murmuré caminando de vuelta al instituto. Faltaban unas dos manzanas, cuando vi una silueta moviéndose por la otra calle y entrar en un oscuro callejón. Lo único que pude ver con claridad fue una capucha azul, la misma que la chaqueta de Brandon.
-Te pillé, hijo de tu madre -dije para mí misma.
Crucé la carretera y entré al callejón, que juro que menos negro que el carbón no estaba.
No se distinguían bien los elementos, así que opté por coger el móvil. Pero grandísima mierda, no lo traje.
Sentí unos pasos detrás de mí, y al instante un escalofrío recorrió mi cuerpo. En ese momento, mi bombilla se encendió y decidí utilizar las idiotas clases de defensa propia a las que me habían obligado a ir hace un año por si acaso.
-¿Quién anda ahí? -pregunté girándome.
Y ahora te contestan -Soy tu asesino, vamos a comer un dulce-. Eres idiota, Reed -regañó mi conciencia.
Y la verdad es que tiene razón.
Gracias a la luz de la Luna pude ver mejor a la silueta, que se esfumó como por arte de magia. El aire azotó mi nuca, haciendo que mis vellos se erizasen. Sentí una respiración detrás de mí, y mi interior se alarmó.
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¡Holaa bitches! ¿Os va gustando la historia?
¿Será Brandon el que esté detrás suya?
MULTIMEDIA: Sam
Besoooos.
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Guerra de chicas ©
Teen FictionTodo iba bien hasta que Sam llegó a ese instituto. Brandon pensó que sería otra simple chica nueva, pero así, sin más, esa chica empieza una guerra con su novia: Carolyn. ¿Por qué lo hacen? Sólo cuatro personas lo saben. "-No va a ser la típica pele...