7. En el fondo del mar.

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Capítulo 7.

EN EL FONDO DEL MAR.

-Sam, ¿estás ahí? -preguntó Ruth lanzándome una patata frita, que yo cogí y me comí antes de que se estrellara en mi ojo derecho.

Mi vista estaba fija en la dulce parejita renovada de Carolyn y Brandon, ¿no era que habían cortado? Está claro que el muy gilipollas me mintió.

Quité la mirada de ahí y seguí comiendo, al acabar, me levanté sin ni siquiera probar el postre. Me acordé de una cosa, así que decidí ir junto a él de nuevo.

-¿Qué quieres Samantha? -preguntó Carolyn-. ¿Necesitas una crema para tu cara? Por lo que veo, te deshiciste de la pintura rápidamente -me sonrió cínicamente.

-No, no quiero que el virus Zorritis se me contagie -contraataqué, y ella me miró indignada-. Vengo a pedirle a TU novio -remaqué girándome a Brandon- la bolsa de ayer -dije mirándolo despectivamente, cosa que él imitó.

-La tiré -contestó sin mirarme.

-Perfecto -le devolví y me marché de allí cerrando la puerta silenciosamente. No soy una niña para dar portazos.

* * *

-¿Alguien podría decirme de qué tiempo estamos hablando si digo 'Estoy buscando marido'? -preguntó la profesora de lengua.

Por Dios, estamos en primero de bachillerato, no de primaria. Yo elevé el brazo y ella se giró a mí mirándome despectivamente.

-Es tiempo perdido -contesté, y ella me fulminó con la mirada, mientras que los demás estallaban a carcajadas. Me levanté del sitio en cuanto cesaron, y me dirigí al centro de la clase-. Nos vemos mañana, estoy castigada -dije antes de salir por la puerta con mis cosas en manos, dirigiéndome a dirección.

Esa, señores y señoras, fue Samantha Reed, la chica que pisa más dirección que el propio director.

-Señorita Reed -dijo la secretaria cuando estaba a puertas de dirección. Me giré hacia ella y la miré. Dios mío, blusa más pegada y se ahoga.

-¿Qué?

-Tiene que esperar allí -señaló unos bancos a unos cuantos metros, donde estaban unos cuatro chicos de espaldas a mí-. La directora está en una reunión.

-Sí, y yo soy Madonna -murmuré caminando hacia allí, recibiendo la mirada asesina de la secretaria.

Al sentarme, pude ver con claridad las caras de los chicos. Estaban frente a mí, dos de ellos no los conocía, pero los otros sí, y perfectamente.

Brandon estaba allí, mirando a las nubes, mientras los otros dos hablaban entre ellos. Y el otro era mi queridísimo hermano -nótese el sarcasmo-.

Brandon bajó la mirada a mí, y me miró elevando una ceja. Giré la vista y pasé de él. Mentiroso, farsante, hipócrita.

Lo odio.

-Y preciosa, ¿por qué estás castigada? -preguntó uno de los chicos, era moreno y guapo, noté que la vena de mi hermano se hinchaba, pero se estaba aguantando las ganas de partirle la cara porque habíamos acordado fingir no conocernos.

-Por muchas cosas, una es contestarle mal a una profesora, y la otra quizás sea por patearte las pelotas -contesté sin quitar la mirada de sus ojos azules, que estaban más abiertos de lo normal. Escuché el murmuro de 'Golpe bajo' por parte del otro chico, pero seguí sin quitar la mirada del chico de ojos azules.

Nos retamos bastante tiempo con la mirada, hasta que él la apartó.

-Sam 1 Chico de ojos azules 0 -murmuré, y él me miró otra vez.

-James -contestó. Entonces me acordé de mi amigo James, ahora conozco a dos personas que se llaman igual pero son completamente diferentes.

-Pos como sea -le devolví acompañado de una mueca.

-Adam Brown -Uff, utilizó el apellido de mamá- James Clark, Ryan García, Brandon Miller y Samantha Reed, la directora ya puede atenderles -dijo la put... digo secretaria apareciendo allí.

Todos nos levantamos y caminamos hasta allí, yo delante de todos, mientras veía por el rabillo del ojo cómo me miraban el culo.

BRANDON POV

Sam estaba delante de nosotros, y escuché murmurar a James algo sobre 'Pedazo culo', 'En unos días está en mi cama' y a Ryan otro tanto de cosas parecidas.

De repente, Sam se paró y movió una pierna, haciendo que James y Ryan caigan de narices al suelo.

-En unos días tú estarás en MI cama -dijo ella, y yo abrí mucho los ojos. Se agachó junto a James y oí que le decía al oído-. Porque mi cama estará en el fondo del mar, donde nadie te podrá salvar de una muerte lenta y dolorosa -dijo cada palabra con una lentitud y pasión que hizo que mi amigo se despertase. James la miró sorprendido, al igual que Ryan y yo. NUNCA, pero NUNCA, una chica había hablado así a uno de nosotros tres. Básicamente, los tres éramos parte de los populares de este instituto, y nos follábamos a gran parte de las chicas. Adam se había incorporado a nuestro grupo hace una semana, él es nuevo y también tiene récord de folladas.

Milagrosamente, a él no le había sorprendido la actitud de Sam.

Pasó de largo y entró a dirección dejando la puerta abierta, donde nosotros entramos después de que se levantasen.

-Samantha -dijo la directora-. Por fin tengo el placer de conocerte -añadió, sin importarle que nosotros estuviésemos delante.

-No soy lesbiana -contestó Sam, y todos giramos nuestras cabezas hasta ella-. ¿Qué? -preguntó-. A mí me gustan los pe -la directora la cortó.

-¡Reed! -le gritó, y todos dimos un respingo, excepto Sam-. La voy a castigar el doble.

-Mira cómo me importa... -contestó Sam levantándose y poniéndose en frente de la directora, apoyada en su mesa, mientras todos mirábamos su trasero-. Usted, señora directora, puede castigarme todo lo que quiera, pero, recuerde, que soy una de las mejores alumnas que hay en el país -amenazó-. Y no le gustaría que Nueva Zelanda perdiese esta gran alumna, ¿no? -yo me quedé de piedra. ¿Cómo tiene los cojones de hablarle así a esta vieja amargada? La va a expulsar, está clarísimo.

-No, Samantha, no nos gustaría perderte -admitió la directora, y todos nos miramos entre nosotros, elevando una ceja, pero Adam seguía sin inmutarse.

-Bien -contestó Sam sentándose de nuevo-. El castigo que sea para mañana, hoy tengo una venganza que hacer -dijo de la forma más tranquila que había escuchado en ella.

-Señorita Reed, recuerde que puedo hablar con su padre -amenazó la directora.

-¿Y a mí qué? He estado en casi todos los institutos de Europa, y ahora me mandó al medio de la nada, él sabe que yo no soy una adolescente normal -contestó con normalidad.

-Sam -oí que murmuraba Adam con un tono amenazador. Nadie lo había escuchado, excepto Sam y yo.

Los miré con una ceja elevada, pero ellos ni se dieron cuenta.

-Sí, señorita Reed, tenemos su historial -dijo la directora-. Eres una de las mejores alumnas de Europa, tienes unas calificaciones brillantes, y no nos gustaría perderte ni a mí ni a los demás profesores, por mucha guerra que nos dea -yo estaba atónito. ¿Sam una de las mejores? Já, y yo soy el Rey de España...

-Pues bien, ambas estamos de acuerdo -contestó Sam sonriente. Vi que Adam la fulminaba con la mirada, y ella gruñía entre dientes hacia él. Estos dos se conocen...

-El castigo será... -buscó unos papeles-. Clark y García pintarán el gimnasio -tanto el uno como el otro bufaron- y Miller, Brown y Reed limpiarán el campo.

Yo resoplé, pero ni Adam ni Sam hicieron nada. Parece que ya estaban acostumbrados a esto...

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FOTO: James Clark :)

¡Capítulo largo! :) ¡Ya somos 200!

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Besos

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Guerra de chicas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora