Capítulo 1.
VIEJAS CONOCIDAS...
— Christopher, te odio con toda mi alma -gruñí saliendo del coche.
— Yo también te quiero hija -ironizó con voz demasiado dulce.
— Voy a potar arco iris -gruñó mi hermano mirándonos como si fuesemos extraterrestres.
— A ver si de paso potas lo idiota -repliqué sonriente.
— No quiero que me lleguen llamadas de la directora sobre vuestro mal comportamiento -intervino nuestro padre haciendo caso omiso a nuestra estúpida discusión.
— Díselo a tu hijo, seguro que él deja embarazada a alguna, con lo imbécil que es, se puede olvidar de usar el plastiquito -bromeé y mi padre y yo echamos unas carcajadas bajo la mirada furiosa de Adam-. No me mires así, es la verdad -justifiqué, pero lo que gané fue otra mirada furiosa.
— Anda, que tenéis que instalaros en vuestras habitaciones para mañana empezar las clases -dijo mi padre entrando al coche después de unos besos de despedida-. Comportaos y no incendiéis nada.
— No prometo nada -dijimos Adam y yo al unísono-. ¡No te conozco de nada! -gritamos al unísono tan pronto como nuestro padre se marchó. Nos alejamos con rapidez y entramos a distintos tiempos.
La verdad es que los edificios imponían. Eran beigues y de cuatro pisos cada uno.
Caminé hasta secretaría donde una mujer rubia de unos 30 años me sonrió falsamente. Oh, cómo odio esas sonrisas.
— Buen -la corté.
— ¿Dónde está mi habitación? -pregunté mascando mi chicle como una posesa.
— Nombre y apellido -contestó mirándome con ganas de clavarme sus garras. Enarqué una ceja y la miré divertida.
— Soy la hija de Christopher Reed -aclaré y ella me miró con miedo-. Sí, esa que dejó coja a la secretaria de mi antiguo instituto, así que tenga cuidado.
— Habitación 269 edificio derecho -dijo con miedo.
— Bien -respondí antes de salir de allí y caminar por los pasillos hasta el edificio derecho, cuando alguien se interpuso en mi camino-. ¿Te sacas o te saco? -escupí furiosa al ver que no se movía. Era un chico bastante guapo, debo decir, con tatuajes en los brazos y unos ojos azules como el cielo.
— ¿Y tú quién eres? -preguntó de la misma manera brusca en la que le había hablado.
— Tu asesina -susurré en su oído, y ni se inmutó. ¡Todos se inmutan ante mis susurros! ¡Esto es increíble, ya lo estoy odiando!
Él me miró divertido y me dejó pasar, yo simplemente sonreí satisfecha.
Caminé buscando mi habitación hasta que la encontré, y al entrar, presencié una escena bastante extraña.
Una chica rubia, otra con el pelo morado y una con el pelo negro se estaban peleando como gatas en celo.
— Heeey -grité y todas pararon, mirándome raro.
— ¿Y tú quién eres? -preguntó la del pelo morado. ¿Todos me van a preguntar eso?
— Samantha Reed -contesté divertida, y todas se miraron entre ellas-. Y supongo que vosotras seréis mis compañeras de cuarto -dije sacando mi chaqueta de cuero negro.
— Soy Anne -dijo la rubia
— Brenda -se presentó la pelinegra.
— Ruth -remató la del pelo morado.
— A mí llamadme Sam -murmuré y comencé a colocar mis cosas. Saqué la pistola que tenía y sonreí al verla. Ellas me miraron con horror, apunté a la ventana y disparé. Una salsa verde cubría el cristal, y todas suspiraron de alivio-. Por si las moscas -dije tranquilamente y guardándola.
Noté que me miraban demasiado, así que me atreví a preguntar.
— ¿Qué pasa? -pregunté con el chicle aún en la boca. Lo escupí de inmediato, ya no sabía a nada.
— ¿Tú eres la chica loca de Londres? -preguntó Brenda.
— ¿La chica loca? -pregunté y solté una carcajada.
— Oímos hablar de tu llegada, antes de Semana Santa nos avisaron sobre ti. Dijeron que eras muy peligrosa -yo sonreí inconscientemente ante eso.
— Oh... -contesté-. ¿Me váis a decir por qué me encontré peleándoos antes? -cambié drásticamente de tema.
— Estábamos discutiendo sobre quién dormía contigo en la litera -contestó Anne nerviosamente.
— No como a nadie -dije divertida-. Pero por si el caso, no me hagáis nada -advertí, y ellas asintieron frenéticamente. Me encanta que hagan eso.
* * *
— ¡Tengo hambre! -protesté en medio de la conversación que manteníamos las chicas y yo.
— En 15 minutos es la hora de la cena, podemos ir yendo... -propuso Brenda, yo sólo asentí y salí de allí como alma que lleva el diablo.
Estábamos esperando en una larga cola para coger un ¡poco de comida!, cuando algo me llamó la atención.
En medio de las mesas había una chica de espaldas a mí, que se me hacía tremendamente conocida, su melena castaña un poco más oscura que la mía estaba sujeta en una coleta alta. Dejé la bandeja en manos de Ruth, que me miró estupefacta, y comencé a caminar hacia ella.
Después de un empujón con un chico rubio, llegué a su mesa. El chico con el que me había cruzado tan pronto llegué a este instituto estaba allí, y me miraba divertido, pero yo pasé de él.
— ¿Vienes por mí? -preguntó con sorna.
— No, asqueroso -le dije y en ese momento la chica se dio la vuelta. Tan pronto como hizo eso, ella se levantó y quedó en frente de mí, las dos nos mirábamos fijamente.
— ¡¿Qué haces aquí?! -preguntamos/gritamos las dos al unísono, atrayendo las miradas de todos y la confusión del chico, que miraba nuestras posiciones de lucha.
Nos quedamos calladas, inspeccionándonos, hasta que hablamos.
— ¡Y a ti que te importa! -volvimos a gritar al unísono. Ella seguía igual que la última vez que la vi, con sus ojos verdes fulminándome y su chaqueta de cuero idéntica a la mía.
— ¿Os conocéis? -preguntó el chico tatuado poniéndose junto a nosotras, mirándonos perplejo.
— ¡Prefiriría que no fuera así! -volvimos a gritar al mismo tiempo-. ¡Deja de repetirme! -chillamos al unísono y nos fulminamos con la mirada.
— Perra -dijo ella.
— Zorra -repliqué poniendo los brazos en jarras.
— ¡Te odio! -gritamos al unísono, y estampé mi mano en su mejilla, al mismo tiempo que ella en la mía.
— Hey, ¿qué os pasa? -preguntó el chico.
— Brandon, vámonos, esta puta no tiene derecho a mi atención -le contestó ella.
— ¡Puta tu madre! -grité antes de tirarme encima de ella.
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FOTO: Samantha Reed
Una nueva novela (como siempre) que espero que os guste tanto como a mí me gustará escribirla para vosotr@s.
:) :) :)
BESOS
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ESTÁS LEYENDO
Guerra de chicas ©
Roman pour AdolescentsTodo iba bien hasta que Sam llegó a ese instituto. Brandon pensó que sería otra simple chica nueva, pero así, sin más, esa chica empieza una guerra con su novia: Carolyn. ¿Por qué lo hacen? Sólo cuatro personas lo saben. "-No va a ser la típica pele...