23. Chupasangre.

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Capítulo 23.

CHUPASANGRE.

-Lo haré más tarde -susurró Sam mirando fijamente a James, que sonrió en respuesta.

-Me alegro por eso, vampirita -dijo y yo lo miré atonito.

¿Le había puesto apodo?

-No me llames así -contestó Sam.

James le susurró algo al oído que no pude entender, y ella se removió en el asiento.

SAM POV

"Tú matas gente como los vampiros".

Las palabras de James resonaban en mente.

He matado a Andrew. He matado a mi novio. He matado a una persona.

Soy una asesina.

Me levanté de mi asiento con las manos sudorosas, sus palabras no hacían más que escucharse en mi cabeza como un mantra, estaba por volverme loca.

-¿Está bien, señorita Reed? -preguntó el profesor al levantarse y yo lo miré confundida.

Entonces entendí, mis manos estaban blancas con manchas violetas, como si le faltaran la sangre, y mi vista comenzó a nublarse.

Empecé a ver circulitos violetas y azules, después blancos y finalmente vi todo negro.

Escuché un ruido y cómo mis huesos gruñían.

Intenté abrir los ojos para ver, pero lo irónico es que ya los tenía abiertos y sólo veía negro.

-Andrew -lo llamé-. Te amo -susurré en sus labios y volví a besarlo.

-Yo más -murmuró con una sonrisa y me abrazó.

[...]

Empecé a reírme como loca; la broma que propuso Andrew era maravillosa.

-¿Qué miras? -gritó Carolyn a un chico que se nos quedó mirando, pero rápidamente se echó a correr.

-Pobrecito... -ironicé mirando a Key, que tenía las uñas pintadas con permanente rosa y un tatuaje en la frente que decía "me gustan las pollas", junto a un pantalón de estampado animal que habíamos sacado de su novia.

-Se lo merece por intentar algo contigo -dijo Andrew poniendo su brazo sobre mis hombros, y yo reí por su actitud.

[...]

-Venga, mueve tu pompis -dijo Carolyn tirando de mi mano hacia la pista.

-¡Party haaard! -grité chocando la copa con Carolyn, mientras reíamos como locas.

Empezamos a menearnos delante de todos, que nos miraban expectantes. Normal, no todos los días se ve a unas niñas de 14 años emborrachándose.

-Voy a por más -le dije a Carolyn indicando mi vaso azul. Ella sonrió y siguió bailando.

-Aquí tienes preciosa -dijo un chico tendiéndome un vaso negro.

Sonreí y me lo tomé de un trago, estaba riquísimo.

[...]

-Hazlo -decía una voz alejada.

Cogí el cuchillo y volví a mirar a la persona de quién provenía la voz. Me quedé helada, no podía ser él.

[...]

-Hazlo o te pasará lo mismo que a tu amiga -decía una voz masculina a mis espaldas.

Miré a Carolyn, estaba tirada en el suelo con la espalda descubierta y sangre corriendo por una gran herida.

Me quedé congelada al verla llorar, y en eso, algo punzante escarvó mi espalda, haciéndome llorar a mí también.

Grité con todas mis fuerzas pero nadie acudía a mi ayuda, el cuchillo estaba clavándose en lo más hondo de mi espalda, haciendo que la sangre manase como si fuera una cascada.

Sentí un olor muy fuerte que me hizo despertar, abrí los ojos pero rápidamente los tuve que cerrar por la fuerte luz del sol escondiéndose que entraba por las ventanas.

-Ha despertado -escuché que decía una voz masculina.

Volví a abrir los ojos y me encontré con Will mirándome como si fuera un fruto prohibido, con un brillo especial en sus ojos.

Le sonreí e intenté incorporarme, pero un mareo inundó mi cuerpo y rápidamente volví a acostarme.

-¿Qué me ha pasado? -pregunté mirando a los lados. Estaba en mi habitación.

-Te desmayaste -explicó Will.

-He tenido una pesadilla -confesé.

-Hacía semanas que no las tenías.

-Ya -contesté con simpleza, cuando la puerta se abrió y una escurridiza Carolyn entró con mucho cuidado.

-Sam -dijo ella-. ¿Qué te ha pasado? -preguntó.

-Me desmayé -contesté mirándola.

-¿Qué te ha dicho James? -preguntó cruzándose de brazos.

¿Cómo me conoce tan bien?

-Nada -murmuré.

-Sam, que no he nacido ayer. Dímelo -exigió sentándose en el borde de la cama, ante la mirada curiosa de Will.

-Me llamó vampira, dice que mato a gente como los chupasangres -respondí mirando hacia arriba.

-Estábais drogadas, no es vuestra culpa -dijo Will y las dos nos volteamos hacia él.

-Pero hasta que no encontremos a quién nos drogó, somos las culpables -dije-. Y si la directora se entera de lo que pasó, nos echará.

-Pues con más razón tienes que dejar de preocuparte -intervino Carolyn-. Tenemos que seguir con las bromas, y así las pesadillas se harán más frecuentes y podremos verle la cara al chico.

Un teléfono vibró, y Will se levantó acercándose a la puerta.

-Me tengo que ir -dijo, y salió cerrándola detrás de él.

Guerra de chicas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora