33. Un chapuzón doloroso y un anillo perdido.

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Capítulo 33.

UN CHAPUZÓN DOLOROSO Y UN ANILLO PERDIDO.

–Gracias Anne -le dije sonriendo y agarrando el papel que me tendía.

Salí de la habitación y caminé por los pasillos, saliendo al patio y agarrando mi móvil para después marcar el número de James (el rubio), que me había dado Anne.

Un pitido...

Dos...

Tr-

–¿Sí? -contestó una voz masculina al otro lado. Realmente los móviles te cambian la voz porque no suena igual.

–James, soy Sam -dije.

–¿Sam? -preguntó confundido.

–Sí, ¿podemos vernos en dos horas en la piscina del patio? -pregunté rápido.

–Cl-claro -contestó y yo sonreí, colgando la llamada.

Le resté importancia a su comportamiento raro y seguí caminando por los lados de la piscina, en la que el agua brillaba con la luz de la Luna.

Necesitaba hablar conmigo misma ya que hablar con Carolyn no sería normal si alguien nos viese, aún por encima a estas horas de la noche.

Resoplé, preguntándome el por qué de decirle a James de quedar tan tarde. En dos horas ya serían las doce y media de la noche, y eso es muy precipitado.

Me senté en una de las sillas que había por allí, y pasé las manos por mi pecho para tocar el colgante que me había regalado Andrew.

Pero no estaba.

Mi corazón comenzó a palpitar fuertemente y los latidos se escuchaban por toda mi cabeza, impidiendo poder tranquilizarme.

Miré a todos lados por si se me había caído, pero nada.

Empecé a sudar frío y mis piernas temblaban incluso sentada, imposibilizando poder moverme.

No, no podía desmayarme ahora.

No soy tan débil. Sam, no eres débil. No eres débil. No eres dé...

Un estruendo me hizo parar de meditar y saltar de la silla, pero como me temblaban las piernas caí con medio cuerpo en el agua.

Mi vientre dolía. Y mucho.

No podía moverme para salir, y mis pulmones iban a aguantar poco bajo el agua. Mis manos volaban a mis lados, levanté un brazo y tanteé el borde para agarrarme y poder salir, pero no lo encontraba.

Alguien me había empujado de lleno a la piscina, y ahora luchaba por sacar los pelos de mi cara y respirar de una maldita vez aire puro.

El agua a mi alrededor se volvió roja, y me di cuenta de que mi vientre sangraba por fuera de la camiseta blanca, a causa del golpe que me di con el bordillo.

Miré a todos lados buscando la persona que me había echado al agua, pero la oscuridad no permitía ver algo más allá de las pequeñas luces que rodeaban el patio de la piscina.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo en cuanto vi el colgante en la silla donde minutos antes había estado sentada.

Pero tenía compañía.

Un anillo plateado permanecía a su lado. Me acerqué a él y vi que era igual que el colgante, con una S y una A entrelazadas en la parte delantera.

Muy cliché, lo sé.

Pero éste era diferente en algo. También tenía una C. Y me acordé de quién pertenecía.

-Hazlo -decía una voz alejada.

Cogí el cuchillo y volví a mirar a la persona de quién provenía la voz. Me quedé helada, no podía ser él.

Mi vista estaba distorsionada, apenas distinguía su rostro y eso me confundía sobre quién era realmente.

Tenía que estar equivocada, es imposible que sea él.

Como yo no hacía nada, gruñó y agarró a Carolyn, que estaba en una esquina con la mirada perdida al igual que yo. Esa droga realmente funcionaba.

Ella agarró el cuchillo, haciendo que su anillo plateado resaltase, el cual tenía las letras S, A y C grabadas.

–Es mi amigo. No puedo -contestó Carolyn con voz monótona.

Volví a mirar al chico, pero su cara seguía viéndose distorsionada. ¿Cómo podía ver las demás cosas y a él no?

Un temblor sacudió mi cuerpo, y Carolyn se volvió hacia mí con la cara completamente seria.

–No puedo -dijo con la voz quebrada, acercando el cuchillo a Andrew, que nos miraba con miedo.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo.

¿Qué hacía aquí el anillo?

Carolyn me había dicho que lo tenía guardado bajo llave en su armario; y no creo que ella hiciese esto como broma, ya que Nuestras Reglas dicen que hay que intercambiar bromas, y la mía aún estaba por planearla con James.

Agarré mi móvil pero me di cuenta de que estaba muerto. Oh, santísima mierda. ¿Ahora cómo llamo a Carolyn para preguntarle por el anillo?

En eso, unos pasos se escuchan detrás de mí, y me doy la vuelta para ver a la persona que más veces me hizo desmayar en toda mi vida.

James Clark.

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Me gusta joderos la vida dejándoos con la intriga, es sólo eso. 

Jajaja bueno, he subido con tres días de diferencia, así que no os quejéis.

»Cada vez estamos más cerca del final...«

BESOTES, Diosa_Azul

Guerra de chicas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora