Capítulo 28: Con el corazón destrozado...

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*Narra (TN)*

-Lu..cía... -conseguí pronunciar entre palabras ahogadas -¡¿Por qué?!

No me lo podía creer, esto no, no me podía estar pasando esto a mí, ¡no por favor!

Lucía soltó una carcajada que me cabreó aun más.

Estaba triste y a la vez enfadada. No me podía creer lo que había hecho Jesús.

Mi mirada se fijó en Jesús.

-¡¿Por qué Jesús?! -le grité en medio de mi llanto.

Jesús: Yo... yo... no sé... ella me... -le interrumpí.

-Yo: ¿Ella qué eh? ¡¿Qué?!

Se le veía una mirada desconcertada. Puede que todo fuese un malentendido, pero estaba cegada por la rabia.

Jesús: Ella... es... es mi novia... por eso la he besado. No sé por qué te pones así si... -y no le dejé terminar porque salí corriendo de allí dando un portazo tremendo.

Médicos y enfermeros se fijaron en mí e inmediatamente en la habitación en la que hace segundos había estado. Con Lucía. Con... con Jesús. 

Un médico, el que había atendido a Jesús, se acercó a mí.

Médico: ¿Pero qué ha pasado?

Yo: Jesús... Jesús ha despertado... -mi llanto no paraba, lloraba y lloraba sin parar. Me faltaba el aire.

Médico: Ah, ¡¿enserio?! ¡Eso es un milagro! ¿Y no deberías de estar contenta?

Yo: Esto... yo... da igual, mejor ve a atenderle a él, yo ya me iba -dicho esto salí corriendo de aquel sitio.

Salí fuera del hospital y empecé a correr, con las lágrimas aún recorriendo por mis mejillas, sin rumbo. No tenía ni idea de adónde iba. Pero me daba igual, ahora todo me daba igual.

Esa imagen del beso se reproducía una y otra vez en mi cabeza, haciendo que estallara en otro llanto aún más fuerte. Estaba con el corazón destrozado.

Levanté la mirada, y con los ojos aún aguados, me fijé en dónde estaba.

Estaba en ese parque. El parque de los cisnes. Ese parque al que Jesús me llevó aquella primera cita que nunca olvidaré.

Me senté en un banco alejada de la poca gente que había, y seguí llorando, ahora por todos los momentos vividos con él arruinados por una persona. Lucía, ella me había arruinado la vida.

Menos mal que no me había encontrado con nadie conocido, la poca gente con la que había coincidido me miraban preocupados, pero yo los ignoraba.

(...)

Después de un rato desahogándome allí, me levanté del banco y decidí irme a casa.

Quité las lágrimas que quedaban de mi cara y empecé a andar, rumbo a mi casa.

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¡Otro capítulo!

¿Qué pasarán entre (TN) y Jesús?

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Un beso.

Volverme a enamorar |Jesús Oviedo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora