84. Qué se siente?

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Capítulo 84.

Narra Paulo.

Al fin llegamos a Mendoza. Mañana es el último partido de la gira y no me importaba mucho a decir verdad, aproveché el viaje para pensar y re pensar en todo lo que pasó y después me dormí. Al llegar al hotel, nos distribuyeron las habitaciones. Subí a la mía y me tocó con Lea. Después de lo que pasó no volvimos a tocar el tema, así que supongo que todo está normal aunque nos debemos ls charla. Por lo pronto es muy reciente todo así que pienso dejarlo tal cual está. Mientras desarmaba mi valija, escuché ruidos en la habitación de al lado. Salí y me topé con Icardi que casi me choca.

Ey! Qué onda? -protesté-
Nada -dijo caminando hacia el ascensor-

Lo seguí y él no se detenía.

Cómo que nada? Cada vez que escucho quilombo estás vos! Pasa algo? -lo enfrenté-
No pasa nada te dije -expresó enojado sin mirarme-

Llegó al ascensor y tocó el botón. Me quedé parado a un costado.

Bueno, si no pasa nada no te va a importar que averigüe con quién peleabas, me imagino -susurré esperando su reacción-
Me chupa un huevo, chismoso -respondió riéndose-
Con orgullo -reí también con ironía y volví a la puerta de mi habitación-
Preocupate por tus cosas Paulo -dijo y se cerraron las puertas del ascensor-

Ni bien desapareció, fuí hasta su habitación que se encontraba al lado. La puerta estaba abierta y ví a Lautaro sentado en la cama, con total seriedad.

Estás bien? -pregunté en voz baja-

Se asustó al verme ahí y se levantó rápido, sonriendo.

Si, si. Todo liso, vamos con los pibes? Se arma alto truco hasta el almuerzo -miró hacia todos lados-

Encontró su celular y caminó hasta mí.

Seguro estás bien? Por qué discutían con Mauro? -pregunté-

Se rió exageradamente. Claramente lo estaba incomodando. Tenía algo que ocultar, porque todo en su accionar era demasiado exagerado.

Pelotudeces de compañeros de cuarto, nada más... No le des bola -rió-
En Cordoba también peleaban, casi te vi llorar -insistí-

Se quedó viéndome y bajó la mirada.

Si querés hablar con alguien acá estoy, no está bueno guardarse las cosas... Después sale todo de golpe y duelen más -exclamé-

No sé si dije eso refiriéndome a él o a mí mismo. Se me venía a la cabeza todo lo que pasó entre Kichan, Lea y yo.

Seguro Pol, estoy bien. Vamos -dijo caminando tranquilo-

Pol. Otro apodo horrendo para mi colección. Me encogí de hombros porque no podía obligarlo a hablar de algo que no quería aunque sé que algo raro pasa acá. Tarde o temprano lo voy a averiguar. Ni mi tía Zulema es tan chusma pero qué se le va a hacer.

Narra Meza.

Estando acá en Mendoza íbamos a separarnos definitivamente, Nicolás iba a pedir el cambio de habitación y yo me iba a quedar tranquilo en la mía. Sin molestias de personas no deseadas. Hablando de personas no deseadas, él ingresó en la habitación y revoleó los ojos al verme allí.

Qué me miras? -pregunté a la defensiva-
Qué te importa? Peor que una vieja tapialera sos -respondió de la misma forma-
Una vieja qué? Hablá español conmigo -me burlé- Ya venís a buscar tus cosas? Porque no te soporto más -retruqué acostado en mi cama-

Él suspiró cansado y abandonó la habitación nuevamente. Reí victorioso y me cubrí con una frazada para dormir una pequeña siesta. A las nueve de la mañana. Pero no importa. Sin embargo, no pude y me digné a salir de la habitación para comer y entrenar si es qué hay algún gimnasio. Bajé por el ascensor hasta la planta baja y me asomé por el umbral de la puerta del comedor en donde se encontraba un grupo jugando al truco. Vi a Paulo a lo lejos. Nicolás estaba ahí y Paredes también, parecían muy animados charlando mientras reían entre ellos dos. En un momento el último pasó sus manos por el cabello de mi ex pareja, despeinándolo como yo solía hacer. Un pinchazo en el corazón cargado de dolor. Eso sentí. De ser la única persona que podía hacerle esas cosas a Nicolás, a ser nadie en su vida. O a ser reemplazado, no sé. Me apoyé contra la pared y me quedé observándolos, asimilando de una vez todo lo que estaba pasando. Se había terminado. Me dí media vuelta y volví a la habitación nuevamente por el ascensor. Cerré con llave y me acosté en mi cama mientras las lágrimas vagaban libremente por mi rostro.

Desde que te ví - Paulo Dybala & Cristian Pavón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora