Capítulo 21: Hermanos Coleman.

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(Emma)

Veía los arboles a través la delgada ventanilla de vidrio del tren, hace unas horas dejamos Glenwood Springs y en media hora estaremos en Denver. Mis codos estaban sobre la pequeña mesa que teníamos enfrente, desde que subimos al tren solo observo por la ventanilla. Por otro lado, Ryan no hizo más que gastar la mayoría de nuestro dinero en comida, hasta ahora lleva tres sándwiches, dos sodas grandes y cinco paquetes de gomitas. El muy hijo de su madre está acabando con MIS gomitas.

Ryan se terminó el tercer vaso de soda.

-        ¿Segura de que no quieres comer nada?

-        Muy segura, además, seguro que ya no nos queda nada de dinero. – le respondí cortante.

Rodó los ojos.

-        Aún tenemos dinero, así que deja de ser tan grosera conmigo.

-        Cállate. – le espeté.

Devolví mi atención a la ventanilla del tren, trataba de olvidar la presencia de una persona insolente e idiota a mi derecha.

Ryan se aclaró la garganta.

-        Eh… ¿Emma? – el nerviosismo pintaba su voz.

-        ¿Ahora qué quieres? – dije entre dientes – Empiezo a cansarme de escucharte hablar y hablar.

-        Esta vez es importante. Tengo que… ya sabes… ir al baño.

-        Me estas jodiendo. – le dedique una mirada asesina.

-        Es en serio, y debo ir ahora.

-        Me cago en todo tu árbol genealógico, Coleman.

-        Está bien, hazlo, pero mueve tu trasero de allí. Necesito ir. – sus ojos estaban totalmente abiertos.

Inhale profundamente, golpee la mesa con el puño y me levante a regañadientes.

-        Que sea rápido. – le amenacé y asintió violentamente.

Hace más de dos minutos que estoy parada junto a la puerta, la mayoría de mi brazo está en el baño con Ryan, el resto de mi brazo mantiene la puerta entreabierta.

-        ¿Cuánto te falta? Llevas tres minutos allí dentro.

-        Espera ¿Quieres?

-        No, no quiero. Y golpearía la maldita puerta de no ser porque mi brazo esta entre ella y la pared.

En respuesta a mi comentario, El Imbécil gruñó. Sentí que las puntas de mis dedos se humedecían, flexioné mis dedos.

-        ¿Ahora que carajos haces?

-        ¿Pues tu qué crees? Lavo mis manos.

Cuando por fin salió juro que escuche un coro de ángeles. Seque  mis dedos en mi pantalón y nos dirigimos a nuestros asientos. Para mi sorpresa, Ryan se sentó frente a mí y coloco mi bolso sobre la mesa a treinta centímetros de  nuestras manos, así no se notaban las esposas.

Ryan rozaba la pantalla de su celular con su pulgar, no supe cuando lo tomo. Conecto sus auriculares y se los coloco. Volví a observar por la ventanilla, había perdido todo el interés en lo que pasaba afuera.

Algo golpeo levemente mi antebrazo, me voltee y vi que Ryan me ofrecía un auricular, lo tome sin decir nada y me lo coloqué. Estaba escuchando Simple Plan, pero me dio su celular para que escogiera alguna canción. Tenía unas cuatrocientas canciones y sonreí al encontrar una que me encanta, la puse y When I Grow Up empezó a sonar.

El Asesino de mi HermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora