Capítulo 7: Hasta pronto.

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Había llamado a Mia contándole lo que planeaba hacer, me respondió un "Voy en camino" a ella no le gusta mucho que le cuente cosas así por teléfono, pero así hago que venga.

Cinco minutos después de terminar la llamada, estaba tocando la puerta de casa. De su casa a la mía son diez minutos en auto, pero cuando se trata de temas emocionales, chicos o que hay ofertas en el centro comercial y viene a buscarme esa chica conduce como una psicótica que recuerda que dejo las galletas en el horno. Después de unos segundos la puerta de mi habitación se abrió de golpe dejando ver a una Mia, muy despeinada.

— Primero que nada — dijo ella, tranquila. — ¿¡Qué!? – gritó, su voz se escuchó muy chillona, lo que hizo que saltara, debo admitirlo, me asustó un poco. — ¿Cómo es eso de que te largas a Las Vegas?

— Te lo dije cuando te llame. — le respondí como si fuera lo más normal del mundo.

— Sí, pero... — suspiró. — ¿Estas segura de querer hacer eso? — se sentó en el suelo frente a mi cama, automáticamente hice lo mismo dándole la espalda a mi cama.

— Estoy muy segura.

— ¿Tu madre sabe?

— No, pero le dejare una nota antes de irme, no tengo el valor para decírselo de frente.

— Está bien, te apoyare en esto, — puso una mano en mi hombro — pero si te matan me suicidare y te hare sufrir en el Más Allá ¿De acuerdo? — reí ante esa advertencia, Mia me abrazo, yo por supuesto que le devolví el abrazo. — Te quiero completa idiota.

— Y yo a ti, animal.

Necesitaba esa conversación y ese abrazo, lo necesitaba mucho.

— ¿Cuándo piensas irte? — me preguntó, después de separarnos.

— Creo que pasado mañana, se me hará difícil dejar Tennessee.

— Volverás ¿cierto?

— Eso espero.

Hablamos durante toda la tarde, jamás se fue, le dijo a su madre que dormiría en mi casa así que no estaría sola hoy. Ella me ayudó a hacer una carta para mi madre, lo cual le agradezco mucho, ella es mejor que yo escribiendo, ella es más sutil, en cambio yo soy muy directa y algo cruel.

Hoy es el día, me desperté a las cinco de la mañana, me cepillé los dientes y me di una ducha con agua caliente, tal vez la última en mucho tiempo, me puse una camiseta blanca y una chaqueta negra de Thomas, unos blue jeans y mis botas.

Al terminar me dispuse a empacar, tomé un bolso militar y guardé el dinero, mi celular, el cargador, papel, sobres, bolígrafos, calcetines, camisetas, jeans, zapatos, ropa interior, no estaba segura de sí llevar un arma pero al final decidí que sí, fui a la habitación de Thomas y busque en el fondo de su armario la Glock 18 con la que me enseñó a disparar, me cercioré de tomar municiones.

Bajé las escaleras en busca de que comida podría llevar, tome una botella de agua, varias bolsitas de gomitas, caramelos, mentas y una botella de jugo. Cerré el bolso, dejé la carta en el mostrador de la cocina y salí a esperar a Mia, quedamos en ver a Kevin en la estación de autobuses.

Cuando llegamos de inmediato vimos a Kevin comprando un boleto de autobús para mí, llegamos a su lado y me sonrió, algo triste. Caminamos hasta llegar al autobús que me llevaría desde Memphis hasta Little Rock, Arkansas.

— Cuídate, pequeña. — me dijo Kevin y me abrazo — Te quiero.

— Y yo a ti. — le respondí con una sonrisa.

— Hasta pronto, tonta. – mi dijo Mia quien me abrazó. — Te quiero — me abrazó más fuerte cuando hablo, me soltó. — ¿Escribirás?

— Sí, las de Kevin las enviare a tu casa.

— ¿Qué? — preguntó Kevin, reímos ante su expresión.

Solté un suspiro.

— Es hora, adiós. — subí al autobús y entregue mi boleto.

Ya no hay vuelta atrás. Tres horas de viaje más tarde, me deje caer en las garras del sueño.

El Asesino de mi HermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora