Capítulo 24: Pasamos de lágrimas a sonrisas y terminamos en risas.

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(Emma)

 

Hace rato que había comido y estábamos los cuatro hablando, Ryan y yo sentados sobre mi cama y Mia y Will en la otra. Con lo que llevamos hablando me enteré de que Will tiene diecisiete, Mia está en Denver viviendo con su tía desde la primera vez que la llamé, ella devolvió la llamada varios días después al teléfono de Will y así se conocieron, además de que Ryan siempre ha querido ser un fotógrafo profesional.

-        Ay algo que no les pregunte cuando llegaron. – dijo Will.

-        ¿Qué es? – preguntó Ryan con cierta curiosidad.

-        ¿Qué carajos de mierda hacen aquí? – rio.

-        Cierto, ah… vinimos a que nos ayudes con estas cosas. – expliqué alzando mi muñeca.

-        ¿Cómo? – preguntó Mia.

Todos me miraban expectantes, miré a Ryan buscando ayuda y esté se encogió de hombros.

-        ¿No lo sé?

-        Vamos, Emma, no es la clase de matemáticas de la escuela. – se burló Mia.

Reí un poco.

-        Hey, hablando de eso ¿Sabes cómo ha estado mi… mi madre?

La sonrisa de Mia se borró lentamente y parpadeo varias veces, el silencio se apoderó de la habitación y mi corazón latía a mil por minuto. Estaba asustada.

-        Emma, tu madre… ella… ella falleció hace poco.

Se formó un nudo en mi estómago, no podía respirar, las lágrimas se acumulaban en mis ojos. Esto no podía estar pasando.

¿Emma? ¡EMMA! REACCIONA, BENDITA SEA RESPIRA QUE TUS PULMONES SE QUEDAN SIN AIRE ¡REACCIONA MALDICION!

La voz en mi cabeza me pidió a gritos.

De la nada una sonrisa se apareció en el rostro de Mia y esta exploto a carcajadas.

-        ¡Te la creíste!

-        ¿Qué? – dije, apenas mi voz fue audible.

-        ¡Eso es para que aprendas a no llamarme hobbit! – exclamó entre risas.

-        ¡No puedo creer que me hayas hecho eso! – le grité.

Me levanté y me dirigí a la puerta, las lágrimas cayendo por mis mejillas.

-        Emma, yo…

Me di la vuelta.

-        ¡Cállate! – le interrumpí – No quiero hablar contigo.

Le dije cortante e hice mi camino fuera de la habitación, pude escuchar que Ryan ironizó: “Que buena amiga la que eres” antes de salir y cerrar la puerta.

Me apoyé en la pared junto a la puerta con las manos cubriendo mi rostro, no me gusta que me vean llorar, solo Thomas me ha visto llorar realmente, Ryan.

-        Oye ¿Estas bien? – preguntó un poco nervioso.

Negué con la cabeza, el apartó con cuidado mis manos y me abrazó con un brazo mientras que con la otra mano sostenía una de mis manos contra su pecho. Mi frente descansaba en su clavícula. Un sollozo se me escapó y mi llanto se aumentó, lo que hizo que me abrazara aún más fuerte.

El Asesino de mi HermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora