Capítulo 29: Frío.

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 (Emma)

Semana uno. Día cuatro.

 

Tenía frio, aunque no lo suficiente como para congelarme. El clima en Denver comenzó a estar extraño, ayer había calor estuvieras donde estuvieras, el cielo azul con algunas nubes blancas, el cielo está igual que ayer pero hace frio.

Abracé mis piernas y escondí mi rostro entre ellas, el short rojo se fue a la mierda, ahora tenía blue jeans y solo un par de calcetines de rayas blancas y verdes.

-        Día cuatro de la semana uno, tengo un puto frio de mierda, estos calcetines no ayudan mucho pero puedo soportarlo. Y Emma… creo que Emma está muriendo.

Alcé un poco la vista y Ryan me apuntaba con la cámara.

-        ¿Estas muriendo?

-        Te lo diré cuando pueda volver a sentir los dedos de mis manos. – los moví.

-        ¿Sabes dónde está Will?

-        Ni siquiera sé si Will sigue con vida. – hice una mueca.

-        Rayos.

Le dirigí una mirada divertida.

-        ¿Qué?

-        ¿Acabas de decir rayos?

-        Puede ser.

-        Es extraño viniendo de ti.

-        ¿Por qué lo dices?

-        Porque, al parecer, las groserías son tu idioma favorito.

Se quedó en silencio pocos segundos.

-        Usted, señorita, cállese.

Reí, él se apuntó con la cámara.

-        Y esa, damas y caballeros, es la razón por la cual no puedo probar cosas nuevas porque Emma vendrá y romperá mis sueños. – apagó la cámara.

-        ¿Romper tus sueños?

-        Sí.

-        Querrás decir destruir, los sueños no se rompes como si fueran una ventana.

Hizo un sonido extraño cuando se acostó, su cabeza quedó junto a mis pies.

-        Me estas matando, mujer. – sonrió de lado.

Le mostré mi lengua.

-        ¡Wow! Que insulto, Emma, me heriste completamente. – ironizó.

Rodé los ojos y clavé mi vista en la pared de enfrente, blanca, con una pequeña grieta, una araña caminando en ésta, aburrida... esperen ¿Una araña? Will debe limpiar más seguido.

-        ¿Te gusta que te despeinen? – le pregunté a Ryan, esta vez viéndolo.

-        No. – frunció el ceño confundido.

Una sonrisa maliciosa se dibujó automáticamente en mi rostro, rápidamente llevé mis manos a su cabello y lo despeiné.

-        ¡No! – exclamó alargando la “o”.

Se levantó tan rápido como pudo e intentó alejarse de mí, lo que era imposible debido a las esposas. Yo corría detrás de él tratando de alcanzar su cabello.

El Asesino de mi HermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora