DIA 7 (parte 3)

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Alfred lleva a Amaia y Celia a un parque del castillo, donde hay juegos para niños, pero también bancos y flores muy bonitas.

AMAIA: Wow, és muy bonito. ¿Te gusta Celia?

CELIA: ¡Zii!

AMAIA: ¿Quieres ir al tobogán?

CELIA: Zi, peo yo zola. (Si, pero yo sola)

AMAIA: Vale cariño, pero vigila que no te caigas. Yo te miro des de aquí.

CELIA: Zii (Va corriendo hacia el tobogán, y Amaia y Alfred se sientan en un banco, con flores rojas, rosas y blancas por los lados)

AMAIA: ¡Estas flores son preciosas!

ALFRED: Estas flores no son nada comparadas contigo. (Lo dice mientras le pone una flor roja en el pelo)

Amaia se pone super roja, y los dos se quedan mirándose a los ojos.

CELIA: Tata, Afred, ¡miad que hao! (Tata, Alfred, mirad que hago)

Celia se tira por el tobogán de cabeza.

ALFRED: Vigila que no te hagas daño.

CELIA: No, yo viilo muyo. (No, yo vigilo mucho)

ALFRED: (Yendo hacia Celia, que está intentando subir en un tobogán muy alto) ¿Quieres que te ayude?

CELIA: No, pueo zola. (No, puedo sola)

ALFRED: Pero Celia, si te caes de aquí te puedes hacer mucho daño...

CELIA: Bueo, vale.

Alfred la sube al tobogán, y él también se sube, para vigilar que Celia no se caiga. Los dos bajan del tobogán, y juegan juntos un rato, hasta que Alfred vuelve al banco, al lado de Amaia, y se da cuenta de que ella está a punto de llorar.

ALFRED: ¿Pasa algo?

AMAIA: (Con la voz rota, como a punto de llorar) No, ¿por qué lo preguntas?

Alfred la abraza.

AMAIA: ¿Y eso?

ALFRED: Me ha parecido que lo necesitabas. ¿Qué te pasa?

AMAIA: No, nada... Es que estaba pensando en estos últimos meses, y en que hace tiempo que nadie nos cuida tanto como tu... Y en qué pasaría si tú te enfadaras conmigo y me dejaras sola otra vez... (Mira hacia el suelo y se le cae una lágrima)

ALFRED: Pero a ver Amaia, ¿Por qué me tendría que enfadar contigo, preciosa?

AMAIA: No, no, por nada...

ALFRED: ¿Por algo tendrá que ser, no?

AMAIA: No soy la persona que tú crees, tu eres demasiado bueno, y yo solo soy una tonta, una inútil desgraciada, una puta, que solo sirvo para estropearlo todo.

ALFRED: No digas eso, tú te lo mereces todo y aún más. (Amaia vuelve a mirar hacia el suelo, y él le coge la cara cuidadosamente porque lo mire) Tú no eres nada de esto, ¿me entiendes? ¡NADA! ¿Si? (Ella hace que si con la cabeza) ¿Por qué lo has dicho?

AMAIA: (Vuelve a mirar hacia el suelo) Por... nada

ALFRED: Seguro que hay alguna razón para que pienses eso, ¿no?

AMAIA: Es que si te lo digo me miraras diferente, y seguramente ya no querrás ni hablar conmigo. (Empieza a llorar)

ALFRED: (Con una mano en su mejilla para que lo mire) Amaia, puedes estar tranquila, que yo SEMPRE estaré contigo, y nada de lo que piensas va a pasar porque yo siempre te ayudaré. Yo sé cómo eres, y nada de lo que me puedas decir cambiará mi percepción sobre ti. No hace falta que me cuentes nada si no quieres, ya me lo explicaras otro día, o nunca, no pasa nada.

AMAIA: Muchas gracias, es que te lo quiero decir ahora, pero no sé ni por dónde empezar...

ALFRED: No pasa nada preciosa. Empieza por donde quieras, y si te pones nerviosa paras.

AMAIA: Cuando salí de la academia, fue porque mis padres murieron. Cuando Noemí me lo dijo, solo pensé en Celia, y por eso me fui. Lo pasé muy mal, porque no me querían dar su custodia... Decían que yo estaba pasando por muchos cambios en mi vida con la fama y todo, y que llevaba una vida demasiado inestable para poder cuidar de una niña de 2 años. Fue entonces cuando empecé a salir con Joao, la única persona que sabía eso... Entonces, un día me dieron permiso para verla, y me dijeron que estaba en casa de un señor. Fue muy amable, y me acogió en su casa para que yo pudiera estar más cerca de Celia mientras esperaba a que me dieran su custodia. Me dio mucha confianza, era la primera persona que nos cuidaba en meses, y que parecía que nos quería, así que en poco más de un mes pasó a ser como un padre para nosotras. Pero un día... (Empieza a llorar)

ALFRED: Ei, ei, ya está bonita, ya seguirás otro día, no pasa nada.

AMAIA: Un día, por la noche, oí a Celia gritar. Me acerqué a su habitación, y vi que él estaba intentando sacarle la ropa. Yo entré suplicándole que la dejara, y me dijo que no, pero que si quería podía sumarme a ellos. Yo le volví a suplicar que dejara a Celia, le dije que haría lo que él quisiera si la dejaba, y entonces él me empezó a desnudarme a mí, y yo... no fui capaz de hacer, ni decir nada. (Llorando mucho) Dejé que me tocara, y que hiciera lo que quería conmigo un día detrás de otro durante casi un mes, sin atreverme a decir nada. ¡Fui tan inútil!

ALFRED: Eeh, tranquila, no llores. Tú no eres inútil.

AMAIA: (Llorando aún mas) Aún tengo pesadillas con aquellos días, y ahora tú me odiaras, igual que hizo Joao, que des del momento en el que se lo conté no me ha vuelto ni a mirar a la cara. Pero és que me lo merezco: soy una puta, una mala persona y peor hermana aún, no sirvo para nada, y ahora te voy a perder a ti también.

ALFRED: Amaia, tranquilízate y deja de decir tonterías (Secándole las lágrimas).

AMAIA: És verdad, no sirvo para nada. (Alfred la besa, y ella se queda bastante desconcertada) ¿Por qué has hecho esto?

ALFRED: Para que dejes de decir cosas que no son verdad.

AMAIA: Estoy diciendo la verdad, estaría mejor muerta.

ALFRED: Eso no lo digas ni en broma, tú no ha hecho nada malo, salvaste a tu hermana de un violador, y la protegiste de la mejor manera que supiste. Eres la mejor hermana que Celia podría tener. (Amaia sigue llorando) Ey bonita, ya está (la abraza y le susurra en el oído) Ya te he dicho que yo siempre voy a estar aquí. No te odio, y jamás te dejaré sola. ¿Lo entiendes? ¡Nunca!

AMAIA: (Secándose las lágrimas) Muchas gracias.

ALFRED: No me las des preciosa. Te dije que te cuidaría siempre, y pienso cumplir mi promesa. (Mira su reloj) Faltan 10 minutos para las 8, tenemos que irnos. ¿Estas mejor?

AMAIA: Si, me ha ido bien explicártelo.

Cogen a Celia y se van.

Yo nunca nuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora