Capítulo 5

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Candy Shop50 Cent

Me tapo la boca para bostezar y echo hacia atrás la silla, deslizándome sobre sus ruedas. Ally, una chica que frecuenta el local, mira el tatuaje de su antebrazo con una sonrisa. Por fin he terminado su tatuaje de Ganesh, un dios hindú. Ahora podrá presumir de tener tatuada una cabeza de elefante con un gran significado para ella. No es por tirarme flores, pero me ha quedado alucinante.

—A partir de ahora, tendré un nuevo tatuaje favorito —dice ella con una sonrisa

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—A partir de ahora, tendré un nuevo tatuaje favorito —dice ella con una sonrisa.

Le vendo el tatuaje con plástico transparente, de modo que puede seguir admirándolo con emoción. Hemos empeñado bastante tiempo en él para que quede lo mejor posible. Sabía que era muy importante para ella y al ser una clienta tan habitual le he dedicado especial atención. No lo catalogaría como un tatuaje complicado, pero sí que temía decepcionarla ante sus altas expectativas.

Es una chica risueña y nadie lo diría debido a su aspecto, pero eso es pura fachada. Tiene el pelo teñido de negro azabache y su piel blanca hace resaltar la tinta negra que hay en ella. Lleva varias perforaciones en los labios, nariz, orejas y lengua. La mayoría de sus piercings se los he hecho yo, sin embargo, las dilataciones de las orejas se las hizo Tyler.

—Ty te cobrará, yo tengo que quedarme aquí para recoger esto —suspiro, quitándome los guantes de látex—. Ya sabes cómo debes cuidártelo. ¿Algo más que tengas en mente?

—Sabes que siempre tengo algo en mente —dice con una sonrisa—. ¿Cuándo empezáis las vacaciones?

Resoplo y espero unos segundos, intentando acordarme.

—Creo... Creo que cerraremos desde el veintidós de diciembre hasta el diez de enero. Menos de un mes.

—No está mal...

—Antes no cerrábamos en todo el año —recuerdo—. Así que no tengo de qué quejarme.

Charlamos un rato mientras recojo las cosas. Nos despedimos de forma amistosa y ella se marcha para pagarle a Tyler. La única cita para hacer un piercing que tenía hoy no se ha presentado y, a pesar de las llamadas, no han respondido al teléfono. Es frustrante cuando esto ocurre, ya que la mayoría de las veces es porque no se han atrevido a venir o les ha surgido un inconveniente y se han olvidado de anular la cita. Esto nos deja con una hora libre que podríamos haber aprovechado para avisar a otra persona. Ambos dependemos de esto para vivir, así que una cita perdida es dinero perdido.

La primera cita ha sido a las nueve de la mañana y al despertar sentía unas terribles ganas de morirme. Fue una estupidez salir un domingo, pero tampoco somos un grupo de cerebritos como para pensar dos veces lo que hacemos. Me pregunto cómo habrá amanecido Fiona. Trabajar con niños pequeños no debe ser una tarea fácil y anoche estuvimos hasta las tantas fuera del Reed's. Kelsey no debería haberle insistido sabiendo que tenía que trabajar hoy. Aunque ella trabaja en una peluquería y tendrá que lidiar con una terrible resaca y el estruendoso sonido del secador.

𝐅𝐢𝐨𝐧𝐚 © [F #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora