Rich Sex – Nicki Minaj ft. Lil Wayne
La melodía del móvil martillea mi cabeza, que está a punto de estallar. Masajeo mis sienes y lucho por abrir los ojos, ya que la luz del sol entra por la ventana, cegándome por completo. Me levanto de la cama con la visión borrosa y tardo un poco en encontrar mis pantalones y dar con el bolsillo en el que está el móvil. El nombre de Tyler aparece en la pantalla.
Intento aclararme la voz, sintiendo mi boca extremadamente seca, y me siento a los pies de la cama.
—¿Ty? —Apenas tengo voz.
—¿Terrence? ¿Estás bien? Joder, te he llamado veinte veces —parece preocupado—. ¿Dónde estás?
Mis ojos se cierran unos segundos, pero los abro de inmediato.
—En mi casa —miento.
—Pero ¿estás bien? ¿Ha pasado algo? —Insiste.
—No, ¿por qué lo dices?
—Porque debías estar aquí hace dos horas, por eso —dice calmado. Gruñe—. ¿Te has quedado dormido?
El sueño abandona por completo mi cuerpo al oír sus palabras.
—No. Espera un momento. ¿Hoy me tocaba trabajar? —Pregunto, perdido.
—¡Claro que te tocaba trabajar! ¡He tenido que atrasar todas tus citas!
Me separo el teléfono de la oreja mientras grita, haciendo una mueca de dolor. Puta resaca.
—Joder —resoplo cuando ha terminado de regañarme—. Lo siento mucho, de verdad. En serio, pensaba que por la mañana no trabajaba.
—No trabajábamos por la tarde. Ese era el nuevo horario que empezaríamos esta semana, pero hoy tendrás que abrir para atender a los clientes que no has atendido esta mañana —dice severo—. Ya puedes traer tu culo hasta aquí antes de que yo mismo vaya a buscarte.
Mierda.
Vuelvo a dejar el móvil en el bolsillo del pantalón y lo dejo en el suelo de forma descuidada, suspirando con cansancio.
—¿Pasa algo?
Giro para ver a una adormilada Candace desperezándose. Apenas queda maquillaje en su rostro y tiene el pelo enmarañado.
Y llegó el momento incómodo llamado «La mañana siguiente». La pesadilla de cualquier persona que pase una noche divertida y tenga que pasar por el momento de las incómodas despedidas.
—Nada. Sólo... tengo que trabajar —suspiro de nuevo.
No me importaría morirme durante unas horas.
Dejo de mirarla para buscar mi ropa. Cojo los pantalones, que están a mis pies, y me levanto para buscar la camiseta. Pero mi sudadera no está en ninguna parte. Al salir del Reed's la tenía.
—Joder, ¿has visto mi... sudadera?
Mi voz se pierde durante un segundo cuando me giro hacia ella y la encuentro desnuda. Se levanta de la cama y, ante mi pregunta, mira hacia todos lados, negando con la cabeza.
—Debe estar por aquí —me asegura.
Cuando me canso de buscar, lo cual pasa pronto, ella sale de la habitación para ir al baño, y puedo oír cómo abre el grifo del lavabo, seguramente para lavarse la cara y los dientes. Vuelvo a sentarme a los pies de la cama, perezoso, y me pongo los calzoncillos. He tenido suerte al encontrar mis dos calcetines. Antes de que me dé tiempo a ponerme otra cosa que no sea la ropa interior, debido a mis movimientos extremadamente lentos, Candace vuelve a la habitación con un jersey de lana que cubre a duras penas su cuerpo, lo suficiente para ocultar su intimidad. Tiene la cara lavada y el cambio es espectacular. Su mirada ya no sexy, sino dulce. Tiene una cara aniñada, redonda y llena de rubor con algunas pecas en el puente de la nariz y mejillas. Sus ojos parecen más grandes y su mirada más inocente. Por no hablar de que ahora su pelo parece una cascada de ondas doradas.
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𝐅𝐢𝐨𝐧𝐚 © [F #1]
RomanceLa vida puede ser una jodida perra contigo desde tu miserable infancia y seguir machacándote durante tu adolescencia y tú no podrás hacer nada para evitarlo. Eso te convertirá en un gilipollas con razones, pero a la gente eso no le importa. A nadie...