Capítulo 27

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Bad Meets Evil Eminem ft. Da Royce 5'9


Fiona entra descalzas en mi apartamento, pues no soportaba más el dolor de pies que le causaban sus zapatos de tacón. Le digo que los deje junto a la puerta y camino rápidamente hacia la habitación para darle algo más cómodo que ese jodido vestido. Artie está dormida en la cama y, cuando llego, levanta rápidamente la cabeza para soltar un maullido débil. Bosteza y se levanta para empezar a estirarse. Cojo un pijama viejo y demasiado holgado y un par de calcetines para que pueda quitarse las medias. Tienen pinta de ser jodidamente frías e incómodas.

Fiona se asoma por el pasillo cuando salgo de la habitación y le doy la ropa. Ella me sonríe al recibirla antes de entrar en el baño. Ha dejado su móvil sobre la mesilla, justo donde suelo dejar el mío. Saco todo lo que llevo en los bolsillos y vuelvo a la habitación. Enciendo el radiador y me cambio rápidamente. Mi piel se eriza por el frío y mis músculos se entumecen. Artemis araña la puerta del baño, probablemente, pensando que soy yo el que está dentro, así que decido llamarla para que deje tranquila a Fiona. Acude a mí con rapidez y se sube en la cama de un salto, reclamando mimos.

—Terrence —su voz llega desde el baño, haciendo eco en el pasillo.

—¿Qué? —digo distraídamente mientras me pongo la camiseta de mi pijama improvisado.

—Esto es muy grande, ¿no tienes nada más pequeño? Se me caen los pantalones.

Frunzo los labios, apenado.

—No, lo siento —digo en voz alta para que pueda oírme.

Escucho cómo cierra la puerta del baño y me recuerdo que debería ir a comprar pijamas nuevos. No puedo dormir toda la vida a base de pijamas viejos y pantalones de chándal anticuados.

Vuelvo al salón sólo para apagar la luz y, una vez en la habitación, cierro la puerta para que no se vaya el calor. Abro las mantas de la cama, acomodándola. Hago una bola con la ropa que me he quitado y la dejo en la esquina de la habitación, pensando en que mañana tendré tiempo para meterla en la lavadora.

Fiona llama suavemente a la puerta.

—Pasa —digo de forma distraída, de espaldas a la puerta.

Tiro los cojines de la cama al suelo. No suelo utilizarlos, pero me gustan.

—¿Dónde dejo esto? —Pregunta y noto algo extraño en su voz—. He dejado mi ropa en el baño, espero que no te importe.

Con el ceño fruncido, me giro hacia ella. Mi respiración se corta al instante y mi corazón decide saltarse un latido para poder reponer fuerzas antes de empezar a latir como un loco. Fiona ha decidido no ponerse los pantalones, lo cual es lógico teniendo en cuenta que ni yo mismo suelo utilizarlos. Le he dado una de las camisetas más grandes que tengo, una de mi peor época de aficionado al rap que pretendía vestir como mis ídolos. Tal vez, una de las que conservo de mi adolescencia y que sigue más o menos decente. Le llega por encima de las rodillas, impidiéndome ver esos tentadores muslos.

Aparto la mirada al instante, para no incomodarla, y me reprendo a mí mismo; no debería verla de esa forma si quiero que se sienta cómoda durmiendo conmigo. No quiero que piense que voy a empalmarme en mitad de la noche como un preadolescente salido. Aunque debería dejar cierto espacio entre nosotros. Sólo necesito recordar la escena del despacho para que mi cuerpo reaccione.

—Dámelo —le pido.

Guardo el pantalón en el armario.

—¿Podrías darme alguna manta?

—¿Para qué? —Digo con curiosidad.

Ella me mira extrañada.

—Para taparme por la noche —dice con obviedad.

𝐅𝐢𝐨𝐧𝐚 © [F #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora