Capítulo 42

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Bitch Please IIEminem ft. Dr. Dre, Snoop Dogg, Xzibit, Nate Dogg




Escucho cómo mete las llaves en la cerradura de la puerta de la entrada y abre de forma ruidosa. O, tal vez, es que el apartamento está en completo silencio. Sus pisadas se acercan a la habitación, haciendo un eco espantoso en el pasillo. Artie se asusta cuando abre la puerta de forma brusca y salta rápidamente de la cama. La habitación se ilumina sólo un poco con la luz que entra por la puerta.

«Qué oscuro está esto», farfulla, dirigiéndose hacia la ventana para subir las persianas y abrir las cortinas. No me giro para mirarla, así que es ella quien vuelve a rodear la cama para mirarme a la cara. Yo permanezco con la mirada perdida, respirando suavemente, mientras siento un espantoso dolor en la espalda. Tengo los músculos entumecidos y débiles.

Huele fatal, sobre todo cuando hundo la cabeza en la almohada y mi pelo sucio desprende su terrible hedor. Supongo que es lo que suele pasar cuando pierdes la costumbre de asearte. Pero ¿qué más da? Nadie va a verme. Nadie que me importe lo suficiente como para arreglarme. Me pica el mentón y mi barba se roza contra la funda de la almohada, causándome más molestias. El flequillo casi me tapa los ojos, pero tampoco tengo fuerzas para apartarlo de mi cara.

Camille apaga la música que se reproduce desde mi móvil. Su ceño se arruga, revisando mi nueva lista de reproducción mientras niega varias veces con la cabeza. Sus ojos me miran con preocupación. Una mayor a la que se ha acostumbrado a utilizar cada vez que posa su mirada en mí. Ella me dice que no puedo seguir así, que estoy consumiéndome. Como de costumbre, costumbre que he tomado estos últimos días, no contesto. Dice no reconocerme. Yo tampoco lo hago.

Alargo el brazo y desbloqueo el móvil, que sigue sobre la mesilla, para poner otra canción. Empieza sweetener, una de las canciones que más he estado escuchando últimamente y que he terminado reconociendo que me gusta, y vuelvo a esconder el brazo bajo las mantas. Escuchar música pop me ayuda a sentirme menos solo; es como tener a Fiona por aquí, cantando y bailando, sólo que sin tenerla realmente.

Me siento enfermo. No por la tristeza, ni por la autocompasión, sino por el hecho de extrañar tanto a alguien. ¿Es normal estar así? ¿Qué excusa puedo poner para justificarme? No lo sé. Simplemente, he perdido las fuerzas que me llevaban cada día a intentar ponerme en contacto con ella. Las dos primeras semanas fueron duras, demasiado, pero tenía la esperanza de que me diera la oportunidad de explicarme. Sin embargo, ahora, después de un mes entero sin verla ni ponerme en contacto con ella, ¿qué puedo esperar? Sin lugar a dudas, no que decida hablarme.

—Levántate ahora mismo y dúchate, tengo buenas noticias para ti —dice abriendo el cajón donde guardo mi ropa interior. Tira un bóxer sobre la cama antes de abrir el armario—. Tristan ha conseguido que Fiona acepte tomar un café contigo para hablar.

Me incorporo con rapidez, quitando la música casi al instante, dejando la canción de successful a la mitad.

—¿Qué? —Necesito asegurarme de que he oído bien.

—Habéis quedado en dos horas —dice de espaldas a mí mientras elige algo de ropa, ignorando mi pregunta. Se gira hacia mí con una camiseta y un vaquero— y, teniendo en cuenta cómo estás, las necesitarás para arreglarte.

Ella me mira con una ceja arqueada y tira sobre la cama mi ropa, dejándola estirada.

—¿A qué esperas? Levántate.

Prácticamente salto de la cama, enredándome en las mantas. Ella me dice que cambiará mis sábanas para echarme una mano mientras me ducho. Camille, Tristan y Jeff han sido los que han estado limpiando mi apartamento estos días, pero era imposible cambiar mis sábanas si yo me negaba a salir de la cama.

𝐅𝐢𝐨𝐧𝐚 © [F #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora