Monster – Kanye West ft. Jay Z, Rick Ross, Nicki Minaj & Bon Iver
Ambos callamos súbitamente al oír un sonido débil y extraño, procedente del pasillo.
Un maullido. Cada vez son más evidentes, pero no se acercan, así que me temo que llega desde alguna habitación con la puerta cerrada. Sin embargo, Fiona no tiene gato. Debe tratarse de un gato callejero que se ha colado en las escaleras de incendios.
Mis pensamientos son interrumpidos por su voz.
—Oh... Ya ha despertado —dice con una sonrisa, y me mira—. Creo que debo ponerte al día de una cosa —frunce los labios, haciendo resaltar sus hoyuelos.
He estado boquiabierto durante unos segundos.
—¿¡Tienes un gato!? —Procuro no alzar demasiado la voz, pero no puedo evitar parecer emocionado—. ¡¿Puedo verlo?!
Fiona ríe, mirándome con ternura. Sus ojos brillan, alegres.
—Claro, vamos —habla mientras asiente, y se pone en pie—. La he dejado en la habitación para que esté en un lugar seguro en mi ausencia. ¿He hecho bien?
Me levanto mientras asiento con la cabeza y reprimo mis ganas de meterle prisa para ir a su habitación. Rodeamos la mesita de café, alejándonos del sofá, pero ella se para una y otra vez, preguntándome cosas sobre el cuidado de los gatos menores de tres meses. ¡Santo cielo, es sólo una cría! Necesito ver a esa jodida bola minúscula de pelos.
—Lo he adoptado y los antiguos dueños me han dicho que debería empezar a darle comida blanda, pero parece tan pequeñita... —comenta preocupada—. En serio, sus dientecitos a penas se ven. ¡Cabe en la palma de mi mano! Cómo va a comer esa cosita tan pequeña...
Llaman al timbre, callándola al instante.
Fiona mira hacia la puerta con el ceño fruncido.
—Vaya... No espero a nadie —murmura.
Al mirarme, le hago pucheros para que me deje ir a la habitación.
Pone los ojos en blanco.
—De acuerdo... Ve —resopla—. Pero debes saber que si es el presunto atracador de antes y viene a cobrar venganza, quedará sobre tu conciencia.
—Vale —digo rápidamente antes de salir corriendo por el pasillo.
Los maullidos son débiles, propios de una cría de gato, pero potentes. Puedo oír las pisadas de Fiona y su voz, farfullando una y otra vez.
Abro la puerta lentamente, para que le dé tiempo a apartarse, pero es lo suficientemente pequeña como para que eso le pille por sorpresa y termine arrastrándola suavemente por el suelo unos centímetros. A penas se inmuta, permanece echada, mirándome con sus enormes ojos de color ámbar.
Vuelve a maullar.
—¡Candy!
La voz de Fiona me asusta un poco y me llevo la mano al pecho, maldiciendo en voz baja. La gatita maúlla, aún acomodada junto a la puerta. Fiona ha dejado una pequeña lámpara en la mesita de noche para que ilumine la habitación. Debe funcionar a base de pilas, pues no está conectada a la corriente, y tiene forma de conejo. Cambia de colores cada cierto tiempo, creando un ambiente relajado.
Las paredes de su habitación son naranjas, tal vez, un poco rojas. No sabría cómo describir este color. La cocha de su cama cuenta con tantos colores que parece el mismo arcoíris. Tiene multitud de cojines y una manta peluda de apariencia suave, doblada a los pies de la cama.
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𝐅𝐢𝐨𝐧𝐚 © [F #1]
RomansaLa vida puede ser una jodida perra contigo desde tu miserable infancia y seguir machacándote durante tu adolescencia y tú no podrás hacer nada para evitarlo. Eso te convertirá en un gilipollas con razones, pero a la gente eso no le importa. A nadie...