Capítulo 18

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Codeine Dreaming Kodak Black ft. Lil Wayne


Tristan permanece sentado en el puf con los ojos cerrados y Joan en su regazo, escondiendo su rostro en el hueco de su cuello. Aún no sabemos quién era ese tipo que, al parecer, conocía Joan. Ella no ha querido decir nada, pero sé que Tristan no descansará hasta que sepa qué tipo de conexión hay entre ellos y por qué podría querer hacerle algo así.

Un par de amigos de Tristan se lo han llevado a rastras, no sin antes darle un par de golpes más. Gwen, una de las compañeras de Joan, ha venido a preguntar por ella, ya que debía incorporarse a su puesto. Ella está asustada, mirándola desde la esquina de la habitación después de que Tyler le haya explicado lo que ha ocurrido.

—¿Cómo era? —Pregunta Gwen, mirándonos a Tyler y a mí—. Tal vez, sea un cliente frecuente.

—Era muy alto —dice Tyler, echándome un vistazo por si quiero decir algo—, también tenía barba. Pero súper alto.

Gwen frunce el ceño.

—Conozco a muchos clientes altos —suspira y mira a Joan—. Jo, ¿lo reconociste?

Ella tarda uno segundos en apartarse del cuello de Tristan. Tiene los ojos inyectados en sangre de tanto llorar y las mejillas húmedas. Incluso puede apreciarse un pequeño cerco en la camiseta de Tristan, que ha creado al empaparle de sus lágrimas.

—Mike —responde con dificultad.

A penas puede hablar y muchas veces no se le entiende. Su labio se ha inflamado, al igual que su pómulo. Ambos están extremadamente rojizos y empieza a apreciarse una ligera sombra de color violeta.

Gwen la mira sorprendida.

—¿Él? Pero... Pensé que teníais algo.

Joan la mira con los ojos muy abiertos, sorprendida y asustada.

Tristan baja la mirada y tensa la mandíbula, sin decir nada. Las aletas de su nariz se expanden y puedo ver los tendones de su cuello hacer acto de presencia mientras traga saliva, inspirando profundamente.

—No... Yo no tengo nada con él —dice Joan con un hilo de voz.

Gwen decide guardar silencio al darse cuenta de la situación y me mira con el ceño ligeramente fruncido, preocupada.

—¿Seguro que no quieres ir al hospital? ¿Y si te ha roto la nariz?

Aparto la bolsa con hielo de mi nariz.

—Sé que no tengo rota la nariz —murmuro, sintiendo una punzada en las encías que me recorre toda la mandíbula—. No es para tanto —miento.

Lo cierto es que esto duele bastante, pero no es nada por lo que no haya pasado.

Vuelvo a mirar a Tristan y Joan, quienes siguen acurrucados en el puf, y noto cierta tensión en sus cuerpos. No están cómodos y hay un poco más de espacio entre ellos. Ella intenta humedecerse los labios, haciendo muecas de dolor, mientras contiene las lágrimas que amenazan con derramar.

Miro a Gwen, quien se muerde las cutículas de las uñas.

—¿Puedes venir un momento? —Le pregunto, levantándome con dificultad.

Ella se acerca rápidamente a mí para ayudarme.

—Sí, claro —responde, agarrándome por el brazo—. ¿Tienes forma de volver a casa? Puedo llevarte si no tienes coche o no te encuentras bien para conducir.

Niego con la cabeza y rechazo su oferta. Salimos del despacho y nos acercamos a la barra, donde hay varios taburetes vacíos. Los lunes no suelen venir muchas personas, de hecho, Joan podrá volver a casa sin causarle problemas a sus compañeros. Gwen se queda detrás de la barra y se acerca a mí, apoyándose en ésta, dispuesta a escucharme. Sus ojos son tan oscuros como su pelo y su piel. Se ha alisado el pelo, lo cual es poco usual en ella. Normalmente, su cabeza suele estar llena de increíbles rizos que se agitan a su paso. Su cuerpo es pequeño y esbelto y su voz suele tener una tonalidad dulce, al igual que su carácter.

𝐅𝐢𝐨𝐧𝐚 © [F #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora