Capítulo 37

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LIVEFASTDIEYOUNG – Machine Gun Kelly


La noche se ha animado. Y vaya si lo ha hecho... Después de estar varias horas hablando con Tristan y Doug, las risillas de las chicas han interrumpido nuestra charla. Mientras nosotros seguíamos en la mesa, ellas se habían adueñado del sofá. Camille, sentada entre Fiona y Joan, miraba su móvil soltando risillas sin parar, al igual que las otras dos. Eso despertó en mí la curiosidad y, de no ser que quise saciarla acercándome a ellos, Camille hubiera llamado a Stella. No tengo nada en contra de que hablen, pero no con ella completamente borracha y sin ningún tipo de filtro que pueda controlar lo que realmente piensa y quiere decir.

Tras arrebatarle el móvil y echarles una buena bronca por intentar hacer algo tan estúpido, han empezado a reír. A reírse de mí. A Fiona se le han saltado las lágrimas y ha estado llamándome «papi» durante un largo rato. Joder, no quiero ser el típico aguafiestas, pero si Camille quiere hablar con Stella realmente, debería hacerlo sobria. Le he devuelto el móvil con la única condición de que no llamen a nadie en este estado, al menos, a nadie que no deban llamar en ese estado.

Tristan ha manifestado tener algo de sueño cuando se acercaba la madrugada. Ahora que ya han pasado las doce de la noche, duerme encogido de mala manera en la butaca, pero la incomodidad no parece ser suficiente para privarle del sueño. Joan le ha mirado con ternura, suspirando como una colegiala enamorada, y ha comentado con gracia la baja estatura de Tristan y que ello le permite dormir en la butaca. No es un chico bajo, ni mucho menos, pero cierto es que mide menos que Doug, Jeff y yo.

Las chicas han puesto música, tal vez demasiado alta, la una de la madrugada. Al menos, nadie ha venido a quejarse. Cuando se han cansado de bailar sobre el sofá, Camille decide irse a mi cama, agotada por el sueño y el nivel de alcohol en sangre. Joan y Fiona han seguido dando guerra, buscando algo interesante que ver en el televisor, sentadas en el suelo. Doug ha caído rendido cuando se acercaban las dos. Al ser el más alto del grupo, prácticamente rozando el metro noventa, ha tenido que tumbarse en el sofá, el cual es demasiado pequeño para él. Su pelo rubio está despeinado y duerme con la boca ligeramente abierta, roncando.

Yo paso un buen rato sentado con las chicas, intentando hablar con ellas sin que se desternillen de risa a la mínima. Río con ellas, al ver su estado. Arrastran las palabras y Joan se tambalea ligeramente. Fiona está mucho más fresca, ya que es la que menos ha bebido, pero, aun así, puede apreciarse en ella cierta chispa de embriaguez.

Ahora, a las dos y media de la madrugada del jodido día de Navidad, Fiona y yo intentamos levantar a Joan, quien se ha quedado dormida sobre mi hombro, sentada en el suelo, mientras veíamos un programa viejo y aburrido en el que gente sin gracia intentaba recrear de forma teatral un día de Navidad de lo más desastroso.

—Ya puedes soltarla —digo jadeante mientras sujeto a Joan por la cintura—. Creo que ya puedo con ella.

Fiona debe medir prácticamente lo mismo que ella, tal vez sea más alta, pero no está en condiciones de soportar demasiado peso. Llevo a Joan a mi cama, donde duerme Camille plácidamente, vestida sólo con una de mis camisetas viejas, arropada. Fiona me ayuda a meter a Joan en la cama, cubriéndola completamente con las mantas y dejándola junto a Cam, quien termina rodeándola con los brazos al sentir su presencia.

Ahora somos los únicos despiertos y no sé muy bien qué deberíamos hacer. No tengo demasiado sueño, puede que algo de cansancio, pero me costaría horrores dormirme ahora. Sobre todo con mi cama invadida. Miro a Fiona, quien se ha hecho una cola de caballo, y ella hace lo mismo.

𝐅𝐢𝐨𝐧𝐚 © [F #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora