A la mañana siguiente cuando Christopher Vélez abrió los ojos lo primero que vio fue a Danna sentada en la silla de su escritorio observándolo fijamente. Sintió su corazón acelerarse y se cubrió el rostro con su almohada tratando de que su cerebro –aún dormido- tratase de reaccionar. No era posible que Danna Francis estuviese sentada en su habitación, aquello no era más que una alucinación.
Lo cierto es que las alucinaciones no se reían y mucho menos se sentaban a su lado en la cama. Se incorporó de inmediato encontrándose con la mirada de la chica todavía más cerca. Pestañeó un par de veces y negó débilmente.
—Nunca quise mentirte, Chris...—soltó—Iba a contártelo, te lo juro...—inquirió en voz baja sin dejar de mirarlo a los ojos.—perdóname ¿sí? —susurró.
—¿Cómo entraste?—cuestionó el chico aun con voz adormilada.
—Tu madre me dejó entrar...—respondió en voz baja.
Christopher se quedó en silencio y la atrajo hacia sí mismo con fuerza envolviéndola en un largo abrazo.—Perdóname tú a mí por ser un imbécil...es cierto que me molestó que estuvieses en una cena con Finnley y su familia pero realmente fui demasiado grosero al cortarte la llamada así de la nada...—le explicó lentamente.
—Pero tenías razón en estar molesto conmigo, Chris...—él negó.
—Dan, el hecho de que este molesto realmente no significa que tenga derecho a ser grosero con nadie, mucho menos contigo, amor...—murmuró apartándose de ella para mirarla a los ojos.—No es así como funciona nuestra relación, Danna...sin embargo lo fui y me siento culpable por eso...
—También me siento culpable por haber aceptado ir a esa cena con los Doherty—inquirió.—Es decir, no significó nada más que pura cortesía...
—Lo sé, Dan...no tienes que darme explicaciones ni nada parecido—Danna lo observó un momento y apartó la mirada sintiendo como sus mejillas comenzaban a calentarse de a poco. Christopher rio en voz baja y negó un poco.—¿Te confieso algo?—cuestionó en voz baja. Ella asintió pero no lo miró.
Christopher sonrió maliciosamente y tomó su mano colocándola encima de su pecho. Ella rio en voz baja.—¿Qué pasa?—musitó tratando de concentrarse en el sonido de la voz de su novio y no en su torso desnudo.
—¡Estoy desnudo!—anunció con una gran sonrisa. La respiración de la chica se volvió superficial y negó un poco.—¿Qué se te ocurre que podemos hacer?—agregó elevando sus cejas de manera divertida.
—¿De verdad quieres que te diga?—murmuró ella acercándose coquetamente hasta él. Christopher asintió.
—Si...
—Tú podrías vestirte y yo podría prepararte el desayuno—anunció lanzándole una sonrisa victoriosa. Se alejó de él y Christopher se echó a reír.
—Eres cruel, Dan. De verdad lo eres...
(...)
Danna se sobresaltó cuando sintió los brazos de su novio rodeando su cintura. Christopher sonrió complacido y depositó un beso sobre su cuello. La chica se estremeció entre sus brazos pero siguió en su labor.
—¿Sabías que no hay nada más encantador que ver a tu novia preparándote el desayuno?—cuestionó él en voz baja. Danna sonrió ampliamente y negó un poco. Apagó la estufa y se giró entre sus brazos para mirarlo a los ojos y lanzarle una sonrisa que hizo que el corazón del chico se estremeciera dentro de su pecho.
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OPIA (Éxtasis #2)|C.V.|Completa.
FanfictionLIBRO UNO: ADRENALINA LIBRO DOS: OPIA. LIBRO TRES: ÉXTASIS. _ _ _ _ OPIA. La extraña necesidad de mirar a alguien a los ojos, lo que puede ser al mismo tiempo una sensación invasiva y vulnerable.