—¿Se puede saber qué demonios es lo que pasa con ustedes?—cuestionó Danna apenas los oficiales en la estación de policía la dejaron pasar a las celdas donde los chicos permanecían sentados sobre una cama de cemento anclada a la pared.
—Nosotros no comenzamos la pelea...—le explicó Christopher de inmediato. Ella negó de inmediato y se cruzó de brazos.
—¿Vas a sacarnos de aquí, cierto?—susurró Joel aferrándose a las frías rejas de la celda.
—¿Yo...?—inquirió la castaña.—No...
—¿Qué?
—De verdad no puedo creer que hayan sido tan irresponsables los tres como para terminar tras las rejas—replicó la voz de Renato Francis. Un momento después él, su esposa y Hailee quedaron a su vista.
Richard los observó un momento y apartó la mirada afligido. No era el momento para eso pero al menos le hubiese gustado saber que Camila se había preocupado por él. No era el caso.
—Nosotros no comenzamos el pleito, tío. Te lo juro—murmuró Joel evitando mirarlo a los ojos.—Nos conoces...—puntualizó.—Sabes que ninguno de los tres somos el tipo de chicos que vayan por la vida buscando problema innecesarios...
—¿Estás bien, Richard...?—cuestionó Elizabeth en voz baja al verlo con el labio roto. El rubio asintió un poco.
—Ya no me duele tanto...—susurró.
—¿Y se puede saber a ti que te pasó...?—preguntó Renato en dirección a Christopher que permanecía en silencio con un corte en la sien derecha.
—Ese sujeto estrelló un vaso de cristal en mi cabeza—murmuró simplemente.
—Dios...—susurró Danna.
—Apenas salgamos de aquí los tres van a ir al hospital y no quiero un no por respuesta porque no están en condiciones de elegir.—demandó el hombre sacándose las gafas.
—¿Por qué se tardan tanto?—cuestionó Joel en un hilo de voz.—¿Cuándo nos vamos a ir de aquí?—agregó impacientemente.
—Se pudieron haber ido de aquí hace una hora y cuarenta minutos...—anunció Renato.
—¿Qué?—chilló el muchacho.—¿Por qué nadie nos dijo nada...?
—Porque yo se los pedí...—confesó el padre de Danna.—De alguna manera tenían que aprender la lección ¿no...?
—¡Tío!
—Ni una sola palabra, Joel Pimentel...
(...)
Camila Pimentel moría de hambre.
Avanzó lentamente hasta la cocina con la clara idea de encontrar algo rico para comer. Se quedó de pie en el umbral de la puerta cuando encontró a Finnley sentado en uno de los taburetes en el desayunador de mármol de la cocina. Entornó sus ojos y se dio media vuelta para alejarse.
Lo menos que le apetecía en ese momento era estar cerca de Finnley Doherty.
—De verdad que no termino de entender porque me odias...—comentó el chico. Camila se giró sobre sus talones de nueva cuenta y le ofreció una falsa sonrisa.
—Odiar es un sentimiento demasiado grande y yo no ciento nada por ti—le espetó simplemente.
—¿Entonces por qué no quieres ser mi amiga?—preguntó él en voz baja.
Camila lo observó un segundo y negó.—Porque tú no eres una buena persona...—respondió.—Porque no eres una persona sincera...
—No entiendo tu punto—confesó el cruzándose de brazos.
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OPIA (Éxtasis #2)|C.V.|Completa.
FanfictionLIBRO UNO: ADRENALINA LIBRO DOS: OPIA. LIBRO TRES: ÉXTASIS. _ _ _ _ OPIA. La extraña necesidad de mirar a alguien a los ojos, lo que puede ser al mismo tiempo una sensación invasiva y vulnerable.