25. Su pecado.

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Frío. Oscuridad. Asfixia.

Podía sentir como el mundo a mi alrededor giraba en torno a esas tres palabras. Frío, oscuridad, asfixia y la sensación de que en cualquier momento podía morir, pero no deseaba hacerlo.

Su voz sonaba de fondo, como un murmullo lo bastante claro para ser escuchado, pero no podía responderle porque mi boca se negaba a abrirse y mis pulmones a expulsar su poco aire como para pronunciar palabra.

Fue entonces cuando sentí miedo. Miedo de que no pudiera responderle jamás, decirle que todo estaría bien y que por más que hubiese aparentado ser fuerte, mi debilidad siempre fue él. Que le había esperado por dos años, donde jamás le dejé morir en mi memoria. Que había aceptado la propuesta del hombre del teléfono para salvarlo y que ahora por mi culpa, podría llegar a jamás saberlo.

Quería moverme, pero mis manos y mis pies escasamente podían. Me sentía temblando y mi corazón latía lo más rápido posible sin conseguir mas que un ritmo vago y lento.

Un fuerte movimiento acompañó el sonido de la tela al rasgarse y cómo si la ropa hubiese estado estrujando mi cuerpo, solo bastó eso para que en una desesperada bocanada, captara un poco más de aire.

Mi respiración seguía siendo lenta, pero un poco más profunda y poco a poco mis ojos fueron intentando abrirse hasta lograrlo. Aun así, para entonces, Ryan ya se había deshecho de mi vestimenta superior y me miraba desde su lugar.

— ¿No pudiste aguantar hasta que termináramos la misión? — musité, apenas siendo consciente de que mi cuerpo continuaba temblando y se había debilitado con el paso del tiempo.

Evans se irguió, observándome desde arriba y esbozando una complacida sonrisa que acompañó un trago en seco.

—Debo desvestirte o morirás del frío — replicó, mordiendo su labio inferior y provocando que un corrientazo bajara hasta mi abdomen.

Lo conocía bien y había visto esa mirada con anterioridad. Una casi animal, llena de deseo y difícilmente capaz de contenerse. La cuestión para entonces, era su extraña mezcla con condescendencia y ternura, como si enserio estuviese dispuesto a mantener la compostura sin importar lo que eso le costara.

Entrecerré los ojos, estirando un poco mi espalda y asintiendo justo a tiempo para que posicionara sus manos en el borde de mi pantalón y en un hábil movimiento lo deslizara fuera. Acto seguido, se deshizo de su camiseta, dándose un tiempo para terminar conmigo.

Inhaló profundamente, echándome un vistazo. Finalmente sus dedos se interpusieron entre el elástico de mis bragas, y fue entonces, cuando un gruñido se escapó por mi boca al contacto con su piel.

Soltó una pequeña risa, mirando hacia arriba incrédulo e inhalando profundamente. Negó con su cabeza mordiendo su labio nuevamente y sin una palabra más tiró de la tela, haciéndola a un lado.

Sin—   murmuró, con su mirada fija en mi vientre bajo, subiendo inmediatamente hasta mis ojos. Sabía a lo que se refería, no me estaba llamando en ese momento, estaba leyendo la pequeña palabra grabada a un lado de mi cadera, justo dónde nadie que no me tuviese desnuda pudiera verla — ¿Cuando te hiciste ese tatuaje?

Esbocé una sonrisa, aprovechando que en ese momento se encontraba a mi lado para, con las fuerzas que había acumulado y se habían estado recuperando, engarzar mi dedo en la pretina de su pantalón y tirar un poco hacia abajo, lo suficiente como para que sus boxers también se desplazaran y el borde superior de la tinta fuera visible.

—Justo después de perderte - musité.

Dexter intercaló su mirada entre mi mano y yo, totalmente consciente de que intentaba exponer aquel tatuaje que poseía con la palabra " Sinner". Exactamente en el mismo lugar que yo.

Sin reglas ni principios 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora