17. El trato.

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No mucho después de que Novak hubiese llegado, nuestros comunicadores se sincronizaron a una nueva llamada de Lucif, en la cual nos pedía a todos estar en menos de una hora cambiados y listos en la sala de comandos.

Esa fue la razón por la que, para ese momento y después de que hubiese desviado a las reservas, cargase con un par de uniformes de los ángeles caídos en dirección a mi habitación. El cachorro ya se dirigía a la suya y el único que seguía mi paso era Dexter, sin tener un lugar fijo a donde ir.

- ¿Por qué tanta urgencia? - Indagó este una vez abrí la puerta del cuarto. Eché un vistazo hacia los lados, haciéndole un gesto para que entrara y tan pronto como lo hizo, cerrando tras de si.

- No sé si alguna vez hayas respondido a algún tipo de organización como esta - Comencé, estrellando contra su pecho su nueva ropa - pero trabajamos bajo las premisas de lealtad y obediencia. Nosotras... tenemos un trato - Concluí, dejando mis prendas sobre la cama y desviando al pequeño baño que me correspondía - Uno de hace dos años.

Una vez dentro, quité el vestido con rapidez, dejando caer la tela seguida de la ropa interior y abriendo la ducha lo suficiente como para darme un corto baño.

Di un paso fuera de esta, vistiendo la lencería nueva y desviando mi mirada hacia el celular que había dejado a un lado y en el cual la frase "¿Listos para el próximo nivel?" Se leía en una pantalla titilante. Suspiré, recordando la ultima hora y volviendo sobre lo que había ocurrido.

- ¿Por qué deudas? - Finalmente Indagué, restregando la toalla en mi cabello mientras salía a la habitación. Evans permanecía en la posición que le había dejado, observando su nuevo atuendo.

- ¿A qué te refieres? -. Su pregunta sonó falsa, como si estuviese intentado ocultar que él también se cuestionaba lo mismo.

- Cuando Novak preguntó qué había ocurrido, justo después de que nos besáramos. Lo único que le dijiste fue esa palabra. ¿Por qué?- Intenté ser lo más clara posible, evitando cualquiera de sus tangentes.

Subió el rostro, topándose con mi escaso vestuario y tragando en seco al instante. Intentó desviar la mirada, pero después de una irónica y ladeada sonrisa hacia si mismo volvió a observarme. Esa vez dándome un detallado recorrido de pies a cabeza.

- No lo sé - Soltó, mordiendo su labio inferior y apenas logrando quedarse en mi rostro.

Subí ambas cejas incrédula, sintiendo de repente como su mirada se había hecho penetrante y retadora. El calor subió instintivamente a mis mejillas, haciéndome girar sobre mis talones y darle la espalda por unos segundos.

En el tiempo en que llevaba en la legión había perdido muchos de mis escrúpulos en diferentes misiones. ¿Por qué de repente me sentía así frente a él?

Sacudí mi cabello intentando controlarme y justo cuando giré nuevamente para encararlo, encontré su figura de frente, quedando a apenas unos centímetros. Di un traspié, provocando que su mano fuera rápidamente a mi cintura para evitar que me cayera y me atrajera hacia si, pegando nuestros cuerpos.

- Simplemente me sentí en la necesidad de hacerlo- Murmuró, su voz algo ronca y en un tono oscuro y suave. Aclaré mi garganta sintiendo mi respiración cortarse con nuestra cercanía.

El Ryan Evans que había conocido dos años atrás era cautivador, bromista, definitivamente la definición de coquetería y autosuficiencia. Sin embargo, el chico que tenía frente a mi tenía un tinte masculino que hacía que mi estómago y quizá más partes de mi cuerpo dieran un vuelco tras sus iniciativas. Una agresividad imponente y dominante. Una mirada animal, seductora y efectivamente tentadora. Si había conocido un adolescente en ese entonces, definitivamente en ese momento me enfrentaba a todo un hombre.

Sin reglas ni principios 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora