37. Detonantes.

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Me detuve en seco a la entrada de la habitación, observando la manera en que Ryan limpiaba una mancha de sangre ajena de la mejilla del pequeño.

Su mirada rozaba la ternura y era totalmente protectora, dos atributos que seguramente no había recibido en su infancia pero que no había dudado en ofrecer en aquel momento.

—¿Quieres tomar una foto? — cuestionó de una manera socarrona, mirándome de reojo mientras se ponía en pie.

— ¿Debería?- negó un par de veces con la cabeza.

—Tienes al original contigo—sentenció, irguiéndose por completo y estirando su mano frente a mi para dejar que el collar se descolgara entre sus dedos —¿Qué hay de ti? ¿Conseguiste lo que necesitabas?

— No solo eso, te conseguí un juguetito.

—¿Acaso implica desvestirte en el proceso? —soltó relamiendo sus labios y provocando que algo de calor subiera a mi rostro al notar la mirada del pequeño fija en mi.

Aclaré mi garganta haciendo una seña en su dirección y cambiando de tema.

—¿Dónde está la madre?

— Escogió el bando equivocado, tuve que encerrarla en el armario mientras me encargaba de los otros.

Hice un gesto en aprobación, recordando que había visto un cuerpo en el pasillo por el que me dirigía, así como un hombre herido muy cerca de la puerta. Giré hacia el pequeño, tildando mi cabeza y recibiendo el mismo gesto en respuesta.

— ¿Te encuentras bien?— asintió una sola vez, quizá demasiado asustado como para hacer algo más - bien, una vez nos vayamos, quiero que cuentes hasta cien y vayas por tu madre ¿Entendido?— nuevamente asintió, mientras Ryan revolcaba ligeramente su cabello en aprobación.

Avancé en dirección a la puerta, escuchándola al cerrarse tras de mi y viendo al niño quedarse parado en la mitad de la estancia, sin hacer ningún otro movimiento.

— Estará bien, es inteligente y valiente- afirmó Evans, reconfortándome mientras se detenía frente a mi- casi tanto como tu — agregó en un tono suave, esa vez, deslizando el collar por el escote de mi camisa y dejando el frío sentimiento atravesar desde mi pecho— ahí estará más seguro — sentenció, justo en el momento en que una voz cortó el pasillo.

Giré levemente, cerrando mi camisa conforme me acercaba al hombre herido a un par de metros. Me agaché a su lado, observando la entrada de la bala en su abdomen y la cantidad de sangre en el suelo.

—Eso no es un buen presagio, Joan— comencé con un pequeño gesto de mi cabeza— hablé con tu chofer, está ansioso de verte pronto.

Ryan soltó una corta risa desde atrás, probablemente consciente del chiste negro que acababa de decirle al chico que desconocía el estado de su chofer.

—Me advirtieron que vendrían—habló de repente, escupiendo algo de sangre entre sus palabras - me dijeron que si no me apresuraba, vendrían por mi antes de que pudiera completar mi misión.

— Veo que has estado hablando con psíquicos — comenté de manera burlona, desviando la mirada a su chaqueta y sin duda alguna, introduciendo mi mano en su bolsillo y sacando su celular—ahora, creo que necesitaré esto — acto seguido, mi mano fue hasta una cinta colgando en su cuello que, una vez fuera de su camisa, dejó ver un carné de acceso— esto también, seguro no lo necesitarás en un par de minutos.

Tenté con ponerme en pie, pero su mano fue directo a mi muñeca estableciendo un fuerte agarre. Ryan avanzó de inmediato, sacando su arma y apuntándola hacia su cabeza.

Sin reglas ni principios 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora