15. Añoranza

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Mi corazón latía increíblemente rápido para el momento en que me detuve, casi esperando por su aprobación.

No deseaba obligarlo a recordar, quería que lo hiciera por su propia cuenta y por sus propios medios y, la única estrategia que veía lógica y racional en ese momento en que la adrenalina por algo que antes me parecía tremendamente normal, me albergaba; era seguir la misma que él había usado conmigo unos años atrás.

En ese juego solo habían dos opciones de salida. O yo me rendía con el nuevo Ryan, o el se enamoraba de la nueva Cinthia. De una manera u otra, lo que solíamos ser corría peligro cada vez que nos enfrentábamos a situaciones como esas.

— Dejame enseñartelo — Murmuré, apenas consiguiendo cuadrar la salida del aire con la articulación de palabras.

Sus ojos, oscilando entre una mezcla de curiosidad y miedo, bajaron hasta mis labios en cuanto él tragaba en seco y se movía milimetricamente dudando de sus movimientos.

Vamos Dexter, hazlo.

Sus rostro se acercó tortuosamente lento, no obstante, cuando estaba a punto de hacerlo, un odioso chirrido cortó la música, dejando una larga interferencia en el aire por unos segundos y luego desapareciendo. Ryan gruñó por lo alto, retrocediendo y poniéndose en pie para, sin siquiera mirarme, girar en dirección al hombre.

— Gracias por esperar — Alegó de vuelta en su estoica actitud — Ahora, ¿Qué le parece si cambia su vida por información?

El jefe volvió su cabeza con una mirada disgustada y adolorida, y enseguida escupió directo a la cara de Evans.

— Viejo asqueroso — El dorso de su mano recorrió su mejilla y enseguida fue a la navaja dentro de la carne del sujeto, dejando que esta cediera a lo largo y rasgara nuevos tejidos a su paso. Un chillido fue suficiente para que una sonrisa de complicidad se extendiera por el rostro de Knight.

Aclaré mi garganta, llamando su atención y totalmente resignada, avanzando hacia ellos.

— Sabía que alguna vez alguien vendría — Afirmé, subiendo mi cremallera con algo de autosuficiencia y fastidio - le advirtieron que las cosas no se quedarían así, pero le prohibieron hablar. Lo volvieron un cobarde y usted lo aceptó, porque hacía parte de su naturaleza.

— ¡No es cierto! — Gritó. Un brusco movimiento y Ryan se encontraba posicionando un arma bajo la mandíbula del jefe, pronunciando un amenazante"Shhh" y retirándola con una ladeada sonrisa que desapareció a los segundos — . No me prohibieron hablar, me impidieron hacerlo.

— ¿Cómo?

— ¿Cómo? ¿Es eso lo único que les interesa? ¿Saber como malditamente no recuerdo nada de trece años atrás? — Fruncí el ceño ante sus palabras. ¿por qué tenían que ser trece años?
Maldita sea, fui capaz de esconderme por tanto tiempo bajo la fachada de un proxeneta y vienen una puta y su mascota a... — Un fuerte golpe cortó sus palabras, mientras este se desplomaba en un quejumbroso alarido que retumbó en la habitación.

Mi mirada fue a la recién movida mano de Ryan, la cual sostenía el arma que había dado contra la mandibula del hombre y enseguida, se dirigió a la pared, notando como una de las navajas seguía en el cemento, goteando sangre, mientras la otra había dejado una notable marca, pero había permanecido dentro de la herida.

— No vinimos aquí en vano — Informé con un tono frío y conservando el cinismo de ver como este se revolcaba, intentando detener el sangrado de sus extremidades — Y estoy segura hay algo que recuerda.

Una perturbada sonrisa ocupó su rostro, dejándonos ver como uno de sus dientes delanteros se había roto y ahora espesas gotas resbalaban desde su encía hasta la comisura de sus labios.

Sin reglas ni principios 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora