32. ★Los muertos no hablan★

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RYAN'S POV.

La tarde había caído y los nubarrones se habían comenzado a formar en el cielo, se avecinaba una tormenta. 

Las grandes gotas comenzaron a caer humedeciendo la tierra, y el sonido de las plegarias de un sacerdote en la lejanía se fundió con el silencio de todos los presentes. No sabía que hacía allí, ni mucho menos cuando había llegado, pero mi cuerpo se movía por si solo intentando atravesar la procesión que seguramente tenía un destino totalmente diferente al mio. 

Finalmente me detuve, la mirada fija en la lápida frente a mi mientras un par de personas me esquivaban con dificultad, ocultando sus rostros en pañuelos empapados de lágrimas. 

Una mano se posicionó en mi hombro desde atrás, un aroma familiar que me había visitado un par de veces en el hospital y había prometido volver antes de que tomase una decisión. Tragué en seco sin mirarle, toda mi atención posicionada frente a mi mientras sentía como se agrandaba el nudo en mi garganta. 

— Los recuerdos han estado volviendo ¿No es así?— cuestionó a mis espaldas, algo de misericordia en su tono — El medico advirtió sobre esto antes de que escaparas, de hecho, podría decirse que este era el momento que esperaba para darte de alta.

—No comprendo cuando sucedió— murmuré con la voz apenas lo suficientemente fuerte para ser escuchada. 

— ¿A qué te refieres específicamente?  ¿Tu perdida de memoria? ¿El regreso de tus recuerdos? 

— Su muerte — le interrumpí con irritación — No tenía por qué, hice todo lo posible para que...

— A veces la voluntad no es suficiente, aun así, puedo asegurarte que no querrás enfrentarte a la de Kill-J si se llega a enterar que su plan está fallando  porque tu memoria ha comenzado a regresar.

Apreté mis labios, odiando lo masoquista que resultaba al mantenerme allí con la mirada fija en las fechas que marcaban diecisiete insuficientes años, y finalmente solté un fuerte suspiro en rendición. 

— ¿Tu propuesta sigue en pie?

— Mientras tu memoria no haya regresado por completo, tengo la disposición de que su historia sea mejor que la de Romero y Julieta.

— En esa historia ambos mueren. 

— Claro, y si  no te deshaces de tu memoria, en esta también lo harán —. Pude sentir como avanzó un par de pasos, posicionándose justo tras de mi — ¿Tenemos un trato?—cuestionó y una vez recibió mi asentimiento, su mano se posó sobre mi hombro, seguida por el momento en que introdujo una aguja  al interior de mi  músculo. 

El líquido entró lento y frío, como si acabasen de inyectar un poco de muerte en mi interior. No obstante, su efecto fue más bien rápido e inesperado, llevándome de la somnolencia a la inconsciencia en apenas segundos. 

Mis ojos fijos hasta el final en la lápida. En el nombre. En las fechas. En la idea de que si ella estaba muerta, ya no tenía sentido seguir existiendo de esa manera. 


El sonido de unos pasos acercándose me hizo despertar de golpe, notando que Cinthia permanecía recostada contra mi pecho.

Tildé la cabeza hacia atrás al sentir su piel sobre la mía, apenas separada por una capa de sudor y de agua condensada. Mis manos se acercaron con el propósito de tocarla,  pero finalmente me retraje,  corriéndola con delicadeza en un intento de no despertarla. 

Sin reglas ni principios 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora