48. Sin reglas ni principios ~Maratón final.

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Un vacío se formó en mi abdomen al momento en que le vi caer al suelo.

 Quería llorar, quería correr a su lado para aliviar su dolor. Pero no podía, no en ese momento.

— ¡¿Acaso eres estúpida?!—espetó el chico en un grito, por poco perdiendo la calma y logrando que mi cuerpo se estremeciera ante su voz — No tendré mas paciencia contigo— rugió y entonces, con un solo movimiento, le ordenó a Caroline que se acercara por uno de los costados para tomar mi arma. 

Se la di sin objeción, enseguida sintiendo el agarre de su mano alrededor de mi brazo al jalarme en su dirección. Mi cuerpo temblaba inconscientemente y mis ojos se negaban a despegarse de a figura de Ryan en el suelo. 

— Ya que has elegido el camino difícil, veamos si esa memoria finalmente te sirve de algo y logras descifrar cual de todas las claves dará resultado—gruñó con un movimiento brusco que me obligó a caminar a su lado, dejando a Ryan atrás en un par de segundos. 

Avanzamos hasta una pequeña sala ubicada entre lo que en algún momento debieron ser consultorios. Estaba vacía y las sillas de espera permanecían amontonadas contra las paredes.

En el centro, una pequeña mesa sostenía una vieja computadora.

— Entra al sistema — me ordenó, empujándome en la dirección.

Asentí un par de veces, incapaz de hablar por el nudo que se había formado en mi garganta.

—No me pude haber equivocado— musité al sentir el sudor frío correr por mis manos conforme tecleaba —no me pude haber equivocado— insistí, dándome la fuerza suficiente para respirar profundo y recuperar un poco de compostura — Ya está.

— ¿Fácil, no es así?— cuestionó alargándome la USB — Hubiese sido incluso más fácil si no hubieses enloquecido.

Tomé el elemento en un arrebato, introduciéndolo en el puerto y esperando. Una larga lista de combinaciones y caracteres, enumerados, apareció frente a mi. 

— Bien, ahora, busca la maldita clave y termina con esto — agregó, caminando tras de mi y observando la computadora conmigo— Nadie va a salir de aquí hasta que tenga los códigos en mis manos, pero te apuesto a que el cadaver de Ryan no demorará en descomponerse si decides retrasarnos.

Un nuevo corrientazo bajó por mi espalda ante sus palabras, haciéndome querer voltearme y acabarlo a golpes en ese momento. Aun así, me contuve.

Mi atención fue inmediatamente a los últimos días que había pasado con él, buscando alguna señal en sus palabras y finalmente parando sobre la primera vez que supimos de Dexter. Había orquestado un documento donde todo estaba intencionalmente alineado a la derecha.

— Dos mil treinta y siete líneas— musité, abriendo el buscador y digitando el número que inmediatamente nos llevó al único resultado.

Dudé por unos segundos si debía verlo, si realmente debía desbloquear ese tipo de memorias, pero finalmente, subí la mirada, recorriendo cada uno de su componentes hasta llegar al final. 

Un corrientazo en mi cabeza hizo que me encogiera sobre mi misma, sujetándola entre mis manos mientras decenas de documentos aparecían como si se tratase de una presentación en vivo y en directo.

Dolía. 

— Es-está funcionando —tartamudeó soltando una perturbada carcajada — ¡Está funcionando!

Sonreí irónicamente, levantándome con dificultad luego de que la carga de información me hubiese dejado exhausta y observándole con desdén.

— No enloquecí— afirmé, provocando que frunciera el ceño.

Sin reglas ni principios 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora