18. Cuando el pasado regresa.

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El sol había comenzado a salir para el momento en que terminamos las preparaciones. Bel empacó la ultima de las armas en el camión y dándole unas palmaditas en el armazón, avanzó hacia el lugar del conductor.

Por su parte, Ryan ya se encontraba dentro del lugar de carga, sus codos apoyados en sus rodillas mientras sus manos caían entre sus piernas, justo al tiempo en que su espalda se había encorvado con suavidad y su cabeza permanecía gacha.

Mis ojos se ciñeron sobre su figura que resultaba sumida en la oscuridad y un pequeño recuerdo referente al momento en que apareció en mi casa junto a Vanessa, provocó una punzada en mi pecho. No solo Evans había cambiado en esos dos años, la Cinthia que conoció había permanecido mutando constantemente desde la primera de sus pisadas en mi habitación y temía por el resultado final.

Bajé la mirada hacia mis manos, la imagen del agua corriendo y tiñéndose de un rojo carmesí lograba estremecerme.

— ¿Qué he estado haciendo durante todo este tiempo?— Cuestioné para mi misma, incrédula del camino que mi vida había tomado para hacer alusión a aquel momento en que Ryan me dijo entraríamos en un mundo sin reglas ni principios.

— ¿Está todo bien?— La voz de Sem provocó que girara sobre mis talones, encontrándole tras de mi—  Te he notado extraña desde la llegada de ese sujeto— completó a medida que señalaba en dirección a Dexter de manera fugaz.

Fruncí el ceño. Semyazza nunca había respetado por completo la distancia que había establecido con los ángeles caídos. De hecho, a mi llegada, había sido el primero en intentar desenmarañar algo sobre mi pasado, alegando era parte de su función como jefe.

— No es necesario que mires por mi —  Repliqué,cerrando mis puños para prestarle totalmente atención — Estoy igual que siempre.

—  ¿Crees que me puedo comer ese cuento?—  Indagó incrédulo, soltando una ligera carcajada— ¿Acaso no notaste la manera en que observaste a Angelique cuando le dio por mirar al nuevo integrante del grupo? Siempre la observas con respeto, incluso con deuda, pero hoy la fulminaste con la mirada.

—Imposible —  Gruñí, disipando la idea en el aire con mi mano. Frunciendo el ceño y subiendo la primera de mis piernas al vehículo — De cualquier manera, no es de tu incumbencia.

Y con mi ultima palabra, me adentré en la penumbra, limitándome a no mirar atrás y provocar así que cerrara tras de mi luego de una exhalación.

Di unos cuantos pasos, sentándome junto a Evans y tallando mi rostro con algo de frustración.

— ¿Por qué no dejarme ir? — Murmuró Evans sin cambiar su posición —  ¿Por qué no sencillamente hacerte a un lado y continuar con tu vida como la desarrollaste en este tiempo? 

 Una expresión de desconcierto se extendió por mi rostro. Su tono resultaba enfadado y seco, quizá frío, totalmente contrario  a la manera en que se estaba comportando apenas unas horas atrás.

 —  Fuiste tu quien se decidió a aparecer de repente— Le reclamé algo indignada — ¿Qué ocurrió contigo? Hasta donde recuerdo dijiste que le darías una oportunidad a todo lo que está ocurriendo.

Evans subió su mirada justo en el instante en que el auto comenzó a moverse, siendo respaldado por el rumor del motor. La luz proveniente del exterior que se filtraba por la puerta le iluminaba el rostro intermitentemente, resaltando el verde avellana de sus ojos.

Relamió sus labios, la misma mueca que había mantenido en nuestros primeros encuentros se extendía sobre sus labios. Cinismo.

—   Es que no creo posible que el destino de dos personas esté entrelazado de esa manera—  Farfulló en un tono bajo  — Todo sería mucho más sencillo si uno de los dos en realidad hubiese muerto.

Sin reglas ni principios 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora