22. Dexter y Sinister.

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Los movimientos de Dexter se detuvieron tan pronto como pronuncié la pregunta, haciéndome creer que incluso había dejado de respirar. Sin embargo, no demoró mucho para que su mirada subiera y se encontrara directamente con la mía.

— ¿Acaso es tan importante que lo tenga?

Un nudo se armó en mi garganta ante la manera en que la irreverencia tiñó su voz y no pude hacer más que negar con una tenue sonrisa en mis labios.

Su ceño se frunció y finalmente suspiró, dejando ir la coraza con la que se había armado y tildando la cabeza hacia atrás con algo de frustración.

— No me mires así- Musitó mientras tallaba su rostro por unos segundos — Me es imposible mantenerme si me miras de esa manera... como si te arrebatara algo cuando niego este tipo de cosas.

Reí con ironía por lo bajo, dejando caer mi mirada y producto de ello, no siendo capaz de prever el momento en que, poniéndose en pie, tomó agarre de mi cintura. Subiéndome de un solo esfuerzo a la mesa y provocando que quedase sentada sobre ella, justo frente a él.

Tragó en seco, apretando su labios mientras su expresión reflejaba la manera en que buscaba las palabras correctas.

— Sí significa algo para mi — Finalmente sentenció, mordiendo internamente su mejilla antes de continuar- De hecho, no es la primera vez que aparece en mi mente — Una arruga se formó en mi entrecejo con sus palabras.

Si Ryan Evans se había perdido dentro de Dexter mucho tiempo atrás, esa era la primera vez en que habían estado tan cerca de concordar en la misma persona.

Sus manos apoyadas sobre la mesa, en el espacio entre mis piernas. Sus músculos apenas tensionados por lo que le costaba hablar de lo que pensaba o sentía. Su respiración lenta. Su suave manía de moridisquear su labio inferior cuando estaba a punto de decir algo con lo que no se sentía completamente cómodo al hablar. Incluso la manera en que sus ojos avellanados se tornaban más oscuros y penetrantes. Quien en ese momento me hablaba, no hacía distinción entre sus identidades.

— ¿A qué te refieres? — Finalmente cuestioné, aun intentando captar su mirada.

— Hasta donde recuerdo con claridad, desde hace aproximadamente dos años, tengo pesadillas. Sueños que a pesar de que no me dejaban dormir, no recordaba al despertar; y aun así, siempre me dejaban la misma palabra en la boca — Esbozó una sonrisa, aun reacio a mirarme por completo — La cuestión, es que las pesadillas pararon repentinamente la primera anoche en que te vi y se convirtieron en una especie de escenas que aparecen esporádicamente y en cualquier lugar. Momentos que no recuerdo haber vivido — Se detuvo, finalmente dejando que nuestros ojos se encontraran — Claro que significa algo, pero no sabía que era hasta que el ultimo de ellos me hizo gritártelo a ti, Sin.

Una punzada en mi pecho logró que mis manos intentasen aferrarse a la mesa.

— No te imaginas cuanta historia hay tras ese apodo — musité, mi voz algo forzada tras quedarse atorada en mi garganta.

— Es lo que he intentado descifrar a lo largo de esta semana — Replicó — Pero solo he logrado llegar a la conclusión de que por más que lo intente hay muchas cosas que no cuadran en mi cabeza.

— Podemos arreglarlo — espeté, incapaz de ocultar la ligera sonrisa de mis labios — Pero para ello, tiendes que dejar de ocultarte tras la identidad que crearon para ti. Y quizá, podrías comenzar por contarme que ha ocurrido realmente durante estos años.

Dexter me devolvió el gesto, frunciendo el ceño, pero esa vez dejándome ver algo de gustosa incredulidad en ello.

— Si logramos salir de aquí, prometo hacerlo - levanté una ceja, internamente divertida ante la idea de que sus esporádicos cambios de humor jamás le habían dejado — Por alguna razón siendo que necesitas una verdadera motivación para salir de este lugar.

Sin reglas ni principios 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora