40. Preparativos.

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Los camiones blindados esperaban a un lado del lugar acordonado. En toda mi estadía en los ángeles caídos, jamás había visto un despliegue de esa manera.

Lucif había arriesgado a sus agentes a infiltrarse en un lugar con al menos dos o tres docenas de sujetos entrenados para matar y, además, había dejado su protocolo de un solo objetivo para fijar el campo de entrenamiento entero en su mira.

El hombre que se había encargado de esposar mis manos, me empujaba junto a a los chicos como si fuésemos reclusos. Uno detrás de otro terminaron por entrar al primero de los camiones, donde se encargaron de asignarles un lugar frente a mis ojos. Al llegar mi turno, las puertas traseras se cerraron y en perfecta sincronía, Semyazza apareció tras de mi.

— ¿Tan peligrosos nos consideran como para haber montado todo este circo?— cuestioné, sintiendo el firme agarre de su mano sobre mi brazo, quizá con un poco más de fuerza de la necesaria.

—Solo si están contigo. Un equipo no es nada sin su líder, especialmente tu equipo — Replicó, arrastrándome consigo mientras enfatizaba en las dos ultimas palabras — Si no tienen punto de cohesión, no habrá equipo en lo absoluto.

Entrecerré los ojos observándole con detenimiento mientras abría la puerta delantera del camión con un gesto para que entrara. Seguí sus instrucciones, viéndole entrar a mi costado, probablemente esperando que el conductor regresara.

— Estas enfadado— musité, tildando mi cabeza con gracia— La pregunta es, ¿Enfadado conmigo, contigo o con Lucif?

Sem giró para verme, recostando su espalda en la puerta con una expresión incrédula.

—No intentes manipularme.

— No lo intento, si lo hiciera, ya nos habrías soltado para este momento — refuté, modificando mi posición para poderlo encarar — Tan solo quiero comprender qué mierda está pasando. Mi memoria es lo suficientemente buena como para saber que la ultima vez que interactuamos con los ángeles, Ryan y yo terminamos en manos de Kill-J y sus agentes. De hecho, hasta hace apenas unos días, Noah fue a nuestro rescate bajo sus ordenes.

— Eso no es así— gruñó, mirando hacia la pequeña rejilla que servía de única comunicación con los chicos — Jamás di la orden de ir a buscarlos, de hecho, ni siquiera teníamos idea de dónde se encontraban hasta que el comunicador de Noah volvió a entrar en sintonía al regresar a la ciudad. Él actúo por su cuenta.

Fruncí el ceño recordando que, en efecto, los caídos habían intentado comunicarse con Noah con la misma insistencia de quienes no saben de su paradero. Por otro lado, este no había escatimado al dudar sobre las intenciones de Lucif cuando le pedí confiar en mi y dejarlos de lado.

—Sem — comencé, relamiendo mis labios y aprovechando la ausencia del sujeto que nos iba a transportar— Hace dos años, luego de perder todo lo que amaba, creí que no saldría adelante. Me sumí en la tristeza y la rabia, creí que lo superaría, que podría continuar mi vida con mi mejor amiga, que podría olvidar todo lo que había ocurrido y podría llevar una vida normal.

— ¿Y ahora que se supone que estás diciendo?

—¡Mierda, déjame terminar! — gruñí interrumpiéndolo y enviándole una mirada amenazante — como decía, creí que podría superarlo, que vería crecer la bebe de mi amiga, que podría encontrar un nuevo amor, que incluso podría reencontrarme con mi madre. Enserio quería intentarlo, quería negar la oscuridad que me albergaba, pero en medio de mi intento de huir, terminé por permitir que asesinaran a todas las personas que amaba—. Hice una pausa, recogiendo toda la valentía que me quedaba para continuar— deje que todos murieran por mi y al final, quise dejarme a la muerte también. Estaba vacía, me estaba hundiendo en un hoyo sin fondo y mi única esperanza resultaba en la muerte que me lo había arrebatado todo. Pero no era así, la muerte solo había aprovechado la oportunidad que algunos bastardos le habían proporcionado. La muerte siempre estaba ahí, esperando, pero la decisión seguía siendo mía.

Sin reglas ni principios 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora