Capitulo 22

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La palabra "Desesperación" se queda relativamente corta a como me siento, empiezo a creer que nadie va a encontrarme, no se con exactitud cuantos días han pasado pues a mi cárcel no le entra ni un rayito de luz, no se cuando es de noche o de día. Por ordenes del idiota mayor taparon las pocas ventanas que hay en este lugar.

Todos me tratan mal incluido Jackson que solo viene una vez al día a joder como solo el sabe hacerlo, de mi madre ya no supe más y era de esperarse con migo aquí prácticamente a cerrado su trato.

Con lo dicho anteriormente tengo que hacer una enorme excepción, el único que se porta de maravilla con migo es el gorila sin nombre que según todos aquí se llama Milo aunque siempre me remarca que ese no es su nombre, a mi me da igual yo le pongo mil y un nombres, cosa que lo hace reír.

El y yo conversamos mucho e incluso los días que Jackson le avisa que no vendrá entra y come con migo, otros días como hoy solo me siento pegada a la puerta, recargando mi cabeza en esta para poder escuchar lo que dice, todo el tiempo esta parado allí afuera, no se en que momento duerme.

-¿Que hora es?.- pregunto golpeando la puerta con mi cabeza.

-¿Para que quieres saber?.- su voz ronca resuena del otro lado.

-Necesito saberlo, anda dime la hora.- vuelvo a golpear con la cabeza.

-¿Estas tomando medicina? O ¿Tienes una cita?.- dice en tono divertido.

-Pendejo.- digo en español, las malas palabras me encantan, Carlos me enseño muchas.

-No entiendo ese idioma pero estoy casi seguro que eso fue un insulto.- sonrió para mi, Milo nunca se molesta no importa como lo llame o insulte y eso es muy seguido.

-Pues lo fue, ya gorila dime la maldita hora.- gruño y el ríe.

-Te la diré si me dices por que tanto interés, ya que esta más que claro que no se te hace tarde para ir a ningún lado.- ruedo los ojos como si pudiera verme, ni siquiera es la gran cosa.

-El saber que hora es me hace sentir menos perdida, no se donde estoy, no se que día es, no se ni siquiera como luzco, lo único que puedo saber con serteza es la hora y es solo gracias a ti.- suelto un suspiro cansado, a dejado de reír, no dice nada.

-¿Sigues ahí?.- pregunto dando unos toques a la puerta.

-Si y estamos en una bodega, hoy es jueves, luces muy bien, un poco despeinada pero te ves bien y son las dos de la tarde.- sonrió cubriendo mi rostro con el brazo.

-¿Te sientes mejor?.- pregunta con tono burlón.

-Mucho mejor, gracias.

-Estoy para servirte.

-Huy si claro.- ríe. -Bueno Milo, iré a la otra esquina a platicar con mi amiga la rata.

-Salúdala de mi parte y ya te dije que ese no es mi nombre.- refunfuña.

-Lo usare hasta que me digas el verdadero o tal vez solo te llame pendejo.- me levanto de donde estoy y camino unos pasos, aun puedo escuchar su risa.

Definitivamente no iré con la rata, esa cosa podría comerme si quisiera, esta enorme, así que prefiero darle su espacio. Me recuesto en el sofá, no es como si tuviera algo mejor que hacer así que solo me dedico a mirar el techo.

El sentimiento de resignación regresa a mi, siento que no volveré a ver a nadie nunca más, los extraño como loca, las platicas con Zara y Molly, los comentarios incoherentes de Nathan, el comportamiento adolescente de Carlos, el buen sentido del humor de Nail, los hermosos ojos de Nickolas, a decir verdad a el lo extraño desde hace dos años cuando lo eche de mi apartamento.

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