Viajes en coche (+18)

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Can se levanta y me ordena que mire hacia el frente, cojo un abanico de papel que hay en la mesa y pongo cara de interesante.

-No, así no. -me ordena. -Sonríe. Esa no es tu sonrisa sincera Demet, venga sonríe con ganas.

El sonido de la cámara suena varias veces mientras Can me dice cosas para que me ría, al décimo sonido, se da por satisfecho y se sienta. Me vuelve a entrar la curiosidad y lo intento una vez más.

-Entonces, ¿me vas a decir cuál es tu sitio favorito?

****

Can sonríe abiertamente desde su silla y los hoyuelos se le marcan tras la barba. Me quedo embobada mirándole durante unos minutos, hasta que llega la comida. Me relamo los labios despacio, esta vez contemplando la carne hecha que hay frente a mí y salgo de mi ensoñación cuando Can suelta una risotada.

-¿Tienes hambre, eh? -dice sonriendo. Hoy no para de sonreír.

-Mucha. Esto tiene una pinta increíble.. -Can me insta con la mano a probar la carne yo primera, la corto con facilidad y el olor se multiplica. En el primer bocado, suelto un leve gemido de satisfacción. Dios mío, esto es el paraíso.

-No hagas ruidos de satisfacción que estamos en un sitio público, por favor..

-Como si a ti te importara donde estamos. -Can se encoje de hombros y me echo a reír. No tiene vergüenza..

-Pues también es verdad. Ya sabes que tengo un espíritu aventurero..

-Sí, hay cero diferencias entre Can Divit y Can Yaman. -él se ríe y me imita.

-Espera, ¿la diferencia entre Sanem y tú es...?

-Yo no hago perfumes y cocino bien, muy bien. ¿A que sí? -le señalo con el cuchillo amenazándolo y se parte de risa en la silla.

-Si si.. Pero aunque no hagas perfumes hueles cojonudamente bien.

-Porque me ducho de vez en cuando, ¿sabes?

Continuamos la cena hablando y riéndonos, contándolos anécdotas de cuando éramos pequeños, Can me cuenta sus historias en la universidad y yo le cuento cosas que nadie sabe de mi época más rebelde. Nos burlamos de nosotros mutuamente y comemos hasta hincharnos, cuando ya no queda casi nadie en el restaurante, puesto que es de madrugada, decidimos volver a casa. Por el camino estamos más taciturnos pero nos volvemos a animar en cuanto él pone la canción que grabé cantando para la serie. Me tapo la cara con las manos por la vergüenza y Can me las aparta para poder mirarme en un semáforo.

-Siempre que vuelvo de algún sitio o cuando voy al set solo, la pongo. Tienes una voz preciosa Demet. -le miro frunciendo el ceño, tiene que estar de broma. Cuando sonríe lo confirmo y me echo a reír. -Ya se que piensas que estoy de broma, pero lo pienso de verdad. -se encoje de hombros y sigue el camino.

-¿En serio te pones la canción en el coche?

-¿No la tengo puesta ahora?

-Pero estoy yo, es diferente.

-Me gusta escucharte, sentirte cerca aunque no estés.. Y me gusta mucho la canción. -se encoje de hombros un poco molesto y le sonrío para que no se moleste.

Mientras conduce, estiro mi brazo y acaricio su nuca enredando los dedos en su pelo. Giro los dedos entre sus mechones aprovechándome de que está conduciendo y alargo el momento todo lo que puedo. Me encanta su pelo, es un fetiche. Me río sola de mis pensamientos y gira la cabeza extrañado.

-No puede ser, ¿eres Sanem? ¿estamos grabando?

-Sanem no existe Can, puedes asumirlo ya, estoy así de loca, si ya no quieres nada lo entendería.. -Can se ríe tan fuerte que el sonido resuena en mi pecho.

En ese momento para el coche y me doy cuenta de que estamos en la puerta de mi casa. Hago un puchero mirando hacia la entrada, sin querer que esta noche se acabe nunca. Can me saca de mis pensamientos al hablar.

-Me he enamorado de ti por eso exactamente, eres completamente diferente.. Me.. Me das vida. Das vida a todo el mundo, llegas a un sitio y se ilumina, no hay nada más. Lo único que ven los demás es a ti, atraes todo lo bueno Demet, eres muy especial.. Espero que lo tengas en cuenta. -miro hacia arriba intentando retener las lágrimas que quieren salir, pero no lo consigo. -Eh, no te he dicho esto para que llores.. No llores por favor.

Can acaricia mi cara con cariño, quitándome de las mejillas las lágrimas que se caen solas. Me mira fijamente y sólo puedo hacer una cosa. Agarro suavemente su cara con mis manos,me inclino sobre el cambio de marchas del coche y le beso con decisión.

Nuestras lenguas se funden de un modo feroz y paso una pierna por el control para ponerme encima suya. Can tira de mi moño y lo deshace, consiguiendo que eche la cabeza para atrás, enreda mi pelo en su mano y deja mi cuello expuesto ante él. Inspira con fuerza y va dejando un sendero de mordiscos desde la clavícula hasta mi oreja, que hacen que me encoja de deleite. Llevo la mano hasta el lateral de su cuello y aprieto suavemente, haciendo que levante la cabeza y afloje el agarre de mi pelo. Aprovecho para morderle los labios con fuerza lo que hace que suelte un gemido de satisfacción, bajo por su barbilla, acariciando su barba con los dientes y beso su cuello con dedicación. Volvemos a besarnos, nos tentamos, nos provocamos. La erección de Can se alza entre los dos, bajo la mano por sus abdominales y busco a tientas el botón del pantalón, sin dejar de besarle. Unos golpes en el cristal del coche, ya empañado, hace que frenemos de golpe. Mierda, mierda, mierda..

Me separo rápidamente de Can y paso a mi asiento, él se echa el pelo hacia atrás con frustración e intenta camuflar su erección antes de bajar la ventanilla. Me río ante la situación que estamos viviendo, somos unos adolescentes y Can sonríe también, pero cuando baja la ventanilla, nuestras risas se cortan de golpe.

-¡¿Volkan?! -la mirada de mi hermano me hace saber que está enfadado y noto que mi cara se vuelve de un color rojo intenso.

-Baja Demet. -Can pone su mano sobre mi muslo y me pide con los ojos que no me vaya.

-Será mejor que me vaya, hablamos ¿vale? -me acerco a Can y le doy un beso casto en los labios, que provocan una mueca de disgusto en la cara de mi hermano.

Salgo del coche y me sonrojo aun más al ver los cristales ligeramente empañados. Mi hermano me sigue por detrás y me giro para decirle adiós a Can, que arranca el coche y se va. Chasqueo la lengua contra el paladar, frustrada y molesta por mi hermano, como si tuviera diecisiete años todavía. Cuando cierro la puerta, pongo el pie en batalla.

-¿Pero quién te crees para interrumpirme?

-¡¿Que quién me creo?! ¿qué hubiera pasado si en vez de ser yo, es un periodista en la puerta de tu casa? no eres anónima hermanita, tienes una casa para hacer lo que estabais haciendo. -y aunque no quiero, tengo que darle la razón. Aún así, rechisto.

-Son las cinco de la mañana, no hay nadie en la calle, ¡nadie! no tendrías que habernos interrumpido de esa manera.

-Demet, ¿sabes lo que puede pasar si os pillan follando en un coche? ¿eres consciente?

-Si, pero.. Espera. ¿Qué haces tú aquí a estas horas? -miro el móvil y veo que tengo numerosas llamadas perdidas de él y de mi hermana. -¿Qué ha pasado?

-Mamá está en el hospital.

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Hola!

Esto empieza a ponerse intenso.. ¿Qué le habrá pasado a la madre de Demet?

Siento mucho haber publicado más tarde pero vuelven los exámenes y ayer fue imposible subirlo. Espero que lo entendáis. Gracias por leer la historia, muchas gracias!

**Este capítulo es completamente ficticio, a cambio de otros en los que me baso en algunas fotos y pensamientos en los que sí creo que han podido pasar las cosas así.**

Mi mejor destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora