Maratón 1/3

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CAN

-Gracias doctor. ¿Puedo pasar a verla?

-Por supuesto, sigame.

Traspaso la puerta de cristal tras el doctor y de golpe me veo engullido en un laberinto de pasillos y habitaciones. En cuanto pasamos por la puerta que da a los quirófanos, llegamos a la sala de reanimación. El doctor me guía hasta la cama de Demet, que está tras una cortina, en cuanto le veo, me derrumbo.

>Los cables cuelgan por su alrededor hasta la máquina que marca el ritmo de su corazón. Una mascarilla de oxígeno le cubre la cara, aún pálida por el desmayo y una vía sale desde su brazo izquierdo hasta el gotero de medicación. Aparto las lágrimas con rapidez justo en el momento en el que ella abre ligeramente los ojos. Agarro su mano libre y la beso con todo el cariño que soy capaz de reunir.

**** DEMET****

Pi. Pi. Pi. Pi. Un ruido molesto sale desde el interior de mi cerebro, cierro los ojos con fuerza, deseando que desaparezca el pitido de una vez. Espero durante unos segundos, nada. El sonido incesante es ligeramente tapado por unos pasos que se acercan. Se quedan parados justo donde estoy y el sonido vuelve de nuevo con fuerza. Abro ligeramente los ojos. Can coge mi mano entre las suyas y su barba me hace cosquillas mientras me besa el dorso de la mano.

-Amor, ¿cómo estás?

-¿Can? -él asiente conmocionado. Miro hacia alrededor, más allá de él y veo más camillas. -¿Qué ha pasado?

-Te has desmayado pero no te preocupes, todo está bien. Te vas a poner mejor y vamos a irnos a casa, ¿vale? -su voz está llena de cariño y a pesar de la mascarilla que tapa mi cara, sonrío. -¿Cómo te encuentras?

-Rara. ¿Puedo quitarme esto? -digo levantándome la mascarilla.

-Un momento.

Can va trotando de forma silenciosa hasta una enfermera. Mientras hablan me incorporo sobre la cama, me quito la mascarilla y miro alrededor siendo consciente por primera vez de todos los cables que me rodean. Comienzo a respirar de forma trabajosa, agobiándome y el ruido de antes, ahora localizado, comienza a sonar más rápido. La enfermera comienza a correr hacia mí con Can detrás.

-¿Qué pasa? ¿Demet estás bien? -pregunta Can mientras la enfermera mira la pantalla. Yo asiento.

-¿Señorita, está nerviosa por algo?

-Me he agobiado al ver tantos cables, ¿puedes quitarme alguno?

-Voy a consultarlo con el médico, cálmese. Enseguida vuelvo. -la enfermera echa una mirada de advertencia a Can y él asiente.

-Tranquilízate, te va el corazón a mil. Así no vamos a poder irnos, ¿tú quieres eso? 

-No, quiero irme ya. Pero no puedo tranquilizarme si te dejan a ti de guardián.

-Vale, voy a salir, te esperaré al otro lado de la puerta ¿está bien? -Can se da la vuelta y yo le agarro del brazo. En cuanto me mira, niego con la cabeza. -Te pongo nerviosa, ¿eh?

-No seas tonto. ¿Ves? -digo señalando a la máquina, que suena más tranquila. -No me afectas.

-No te afecto.. -niego con la cabeza y él se agacha hacia mi cara. Roza su nariz con la mía mientras sonríe y la máquina comienza a sonar sin descanso. -Esto es muy interesante.. ¿Qué pasaría si te beso?

-Nada, qué va a pasar.. ¿Por qué no lo haces? -digo, tentándole.

-No quiero que mi novia se muera de un paro cardíaco por mi culpa. Has sobrevivido en el coche, no correré riesgos. -responde riéndose.

Mi mejor destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora