Un pequeño susto

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El agua cae con fuerza sobre mí, tan caliente que esparce humo por todo el cuarto de baño. A pesar de la música alegre y con ritmo que suena de fondo, el nudo que tengo en el pecho sigue ahogándome, cada vez más fuerte. Me ducho con rapidez, dispuesta para salir e ir al banco para que mi padre desaparezca de nuevo. Mientras me visto suena el móvil, cortando la música y veo desde lejos que es Can.

-¿Can? -casi grito.

-Demet bonita, soy Güldem. -la voz de la madre de Can suena cariñosa al otro lado del teléfono.

-Hola Güldem, ¿como estás?

-Estoy muy bien, Can no tanto. Estamos en el hospital.

-¿En el hospital?

*****

Tras las indicaciones de Güldem conduzco con rapidez hacia el hospital. A pesar de ir lo más rápido que puedo el camino se me hace interminable y aunque se que no es nada grave, no puedo evitar que el miedo me recorra por dentro. El tráfico por la autovía principal es denso y pienso rápidamente en otros caminos para llegar antes. Nada. No se me ocurre nada. Maldigo en voz baja y cuando entro en un atasco, aprovecho para llamar a Güldem de nuevo. 

-¿Pasa algo hija? -pregunta Güldem preocupada en cuanto descuelga el teléfono.

-Estoy en un atasco, ¿podrías pasarme a Can? ¿ha salido ya de la consulta?

-Sí, claro. -se oyen diferentes voces por el altavoz antes de escuchar la de Can. -¿Demet?

-Can, ¿cómo estás? ¿que ha pasado?

-Estoy bien, tengo una especie de infección en los ojos.

-¿En los dos? -el nudo de coches comienza a disiparse y consigo salir del atasco. -¿Por qué no me has llamado antes?

-¿Estás conduciendo? -pregunta cambiando de tema. -No puedes hablar mientras conduces, es peligroso.

-El único que está en peligro eres tú por no avisarme, te recuerdo que soy tu novia. 

-Mi novia.. Nunca he tenido novia formal, ¿lo sabías? -él se ríe y yo suspiro resignada, está gracioso hoy.

-No, no lo sabía. -el hospital se alza frente a mí cuando giro la esquina de la calle. -Voy a aparcar, ahora nos vemos.

-¡No le destroces el coche a nadie! -la risa de Can inunda el coche a través del altavoz contagiándome mientras le cuelgo.

Aparco con todo el cuidado que consigo reunir pensando en las palabras de Can y en que debería de volver a dar algunas clases más de conducir o al menos, de no estrellarme contra ningún coche. Cuando me bajo y cierro la puerta, sonrío ante la gran proeza que he hecho para que el coche se quede completamente recto y sin ningún daño. 

Entro en el ascensor y busco con detenimiento el departamento en los pequeños letreros que me indicó Güldem por teléfono unos minutos atrás. El ascensor se para en un par de plantas antes de llegar a mi destino. Mi tacón repiquetea sobre el suelo de mármol con impaciencia y las personas que entran me echan alguna que otra mirada de soslayo. La voz de una niña hace que todas esas miradas se conviertan en focos directos hacia mi cara.

-¿Eres Demet Özdemir? -la voz dulce de la niña me hace sonreír.

-Sí, ¿y tú cómo te llamas?

-Aysel. 

-Vaya que nombre más bonito tienes. - acaricio el pelo de la niña con cariño y me agacho hasta ponerme a su altura. -¿Cuántos años tienes?

-Siete. Eres muy guapa.

Mi mejor destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora