Accidentes

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-Has cogido cuatro kilos hoy, ya se te notan.

-¡Cuidado! -dice mi madre. -Nos va a saltar un botón de la camisa a la cara, taparos los ojos.

-Can lleva ventaja con las gafas de sol. -digo yo entre risas.

-Eres muy graciosa cariño. -dice riéndose con ironía. -Ya estoy harto de ellas.

-¿Tiene para mucho esa infección, hijo? -pregunta mi madre.

-Tienen que operarme, la infección ha dañado la córnea. Tenía molestas desde hacía semanas. -le miro sorprendida porque no sabía nada y él me pide disculpas con los ojos. -Lo dejé pasar y ha ocurrido esto.

-La próxima vez debes de ir al médico de inmediato. -le regaña mi madre, como si fuera la suya.

-Es muy cabezota este hijo mío.. Por suerte se va a recuperar con la operación. -interviene Güven, tocándole el hombro por encima de la mesa a Can.

***

-Un día de estos te vas a quedar sin hijo Güven.. Le mataré con mis propias manos.

-Antes tienes que casarte conmigo. -suelta Can.

El silencio se apodera de todo el salón y lo único que soy capaz de escuchar son los pasos de Civan sobre el suelo de madera. Can y yo nos miramos, sus padres nos miran, mi madre nos mira y los vecinos si pudieran también nos mirarían. Sus ojos se mueven de uno a otro como si estuvieran en el partido de tenis más interesante del mundo. Mi madre rompe el silencio.

-¿Hija? ¿os vais a casar?

-No mamá, sólo lo hemos hablado.

-¿Y ves normal que me entere así?

Mi madre frunce el ceño y recoge su pelo en un perfecto moño. Bien, está enfadada. Muy enfadada. Can carraspea y abre la boca para decir algo, seguramente para intentar calmar la tensión, pero la cierra en cuanto le digo que no con la cabeza. Suspiro y disculpándome con la mirada de los padres de Can, cojo a mi madre del brazo y la llevo hasta la terraza.

-Mamá, Can y yo estamos haciendo algunos planes de futuro en común.

-No me digas hija, no lo sabía. -dice con ironía.

-¿Por qué estás enfadada? No he tenido la oportunidad de hablar contigo para contarte nada de lo que estaba pasando.

-¿No has tenido la oportunidad? -pregunta entrecerrando los ojos. -No has querido llamarme. Me llamas una vez al mes y no me cuentas nada sobre tu vida. Me enteré de lo de Seckin por tu hermana y ahora me entero de que estás planeando tu boda porque a él se le ha escapado. Hija, me duele mucho que no me cuentes las cosas.

-Mamá siempre he sido así. Me crié sola, nunca tuve a nadie para desahogarme aparte de mi hermano, no pretendas que cambie eso ahora.

-Te criaste sola porque los demás estábamos trabajando para que estudiaras.

-Y cuando no trabajabas te ibas con tus amigas, mamá. Nunca estuviste, para nada. -ella cierra los ojos, dolida. -¿Dónde estabas cuando me rompieron el corazón por primera vez? ¿dónde estabas cuando hice mi primera audición para el grupo de baile? ¿dónde estabas cuando lloraba por culpa de papá? ¡¿dónde?!

-¡Intentando ser feliz! -grita.

-Entonces sálvese quien pueda.

....

El camino en el coche se hace largo e incómodo, Can no pronuncia palabra desde que mi madre se fue y mi ánimo tampoco me permite decir gran cosa. Los árboles que franquean la autovía pasan a toda velocidad, sin embargo no bajo la velocidad, sino que piso el acelerador a fondo. Can pone la música y yo la quito, él la vuelve a poner y yo la vuelvo a quitar. Comenzamos un bucle infinito hasta que se da por vencido.

Mi mejor destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora