1. La nueva alumna

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Rachel

- ¡Rachel!

Los gritos de mi madre me despertaron.

- ¿Quéé...? -grité, aún dormida.

-Levántate. Ya es tarde.

- ¿Qué hora es? -pregunté despreocupada.

- ¡Las ocho menos diez!

- ¡Maldición! -Exclamé mientras saltaba de mi cama. Dentro de diez minutos tendría que estar en el colegio, ¡y vivía a veinte cuadras! Me puse el uniforme escolar en cinco minutos y salí de mi habitación. Choqué con algo y me caí-. ¿Qué carajos? -Abrí los ojos.

- ¡Más cuidado, idiota, acuérdate de que tienes la cabeza muy dura! -Era evidente que era Jared, mi hermano mayor, de dieciocho años.

Me levanté de un salto y exclamé:

- ¡Más idiota serás tú, maldito imbécil! ¿Alex ya se fue?

-Qué bipolar eres -dijo él riendo y se fue, dejándome maldiciéndolo en voz baja.

-No, está abajo hablando con mamá -contestó alguien más de la nada.

Al verlo me quedé pensando un minuto.

- ¿Cuál eres? -le pregunté. Jared tenía un gemelo idéntico a él, que ni siquiera mi madre podía diferenciarlos, y a mí me confundía. Nunca sabía cuál era cuál: sus ojos eran de color miel y su pelo castaño con mechas rubias-. ¿James?

-Sí -respondió entre risas-. Apúrate porque ya se va.

Entonces reaccioné y bajé corriendo las escaleras. En el primer escalón me tropecé y caí.

- ¡Qué torpe eres, hermana! -dijo una voz infantil. Era Jack, mi hermano de siete años. Tenía pelo oscuro, al igual que sus ojos, que revelaban inocencia.

-A ti te pasaría lo mismo si fueras al colegio -repliqué levantándome y corriendo hacia la cocina-. ¡Hola! -Grité-. ¿Está Alex?

-No -contestó mi padre, Gabriel.

-Ya se fue -agregó mi madre-. Salió hace cinco segundos.

Iba a salir corriendo, pero mi madre agregó:

- ¡No vayas sin comer nada! ¡Estás enferma y tienes que alimentarte!

- ¡No estoy enferma! -grité, y en ese momento estornudé-. Bueno, sí lo estoy -murmuré para que mi madre no me escuchara- ¡Gracias por recordármelo! -Le dije a mi madre con la boca llena con la tostada que me había lanzado.

Corrí nuevamente hacia el jardín frontal. Todo estaba cubierto de nieve, había empezado el invierno.

- ¡ALEX! -grité, justo cuando mi pie tocó el hielo y me caía. Mi hermano Alex, que ya me conocía, se giró y abrió la puerta trasera del auto en el momento en que me vio salir de la puerta. Resbalé milagrosamente de pie hasta el auto y entré de cabeza-. ¡Gracias! ¿Y Sasha?

-Hoy no va al colegio -contestó Alex, un poco molesto. Se sentó al volante y arrancó el auto.

- ¡Otra vez! -dije-. Ese maldito nunca va al colegio. ¿Dónde está?

-Se fue al bosque -respondió Alex. Las actitudes de Sasha lo molestaban demasiado.

Alex tenía pelo oscuro, ojos azules y una sonrisa que derretía. Era alto, demasiado, alrededor un metro ochenta y cinco, lo cual me resultaba bastante chocante, ya que yo sólo medía un metro sesenta y algo. Estudiaba medicina en una universidad lejana, por lo cual pasaba poco tiempo en casa. Había vuelto la noche anterior, y durante la cena no logré arrancarle ni una palabra sobre el motivo que lo traía a casa. Ahora era el momento.

Relaciones peligrosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora