Capítulo 43

627 100 87
                                    

Esperando, Nejire observa a todos lados entre el mar de gente del aeropuerto, buscando impaciente a su mejor amigo rubio. Aún se pregunta por qué Tamaki no está ahí acompañándola, pues Mirio y él son inseparables, ¿no sería obvio que el morocho viniese a recoger al mayor luego de volver de Alemania? Pero, quizás Amajiki está ocupado con su trabajo o algo así. Hadō no le da mucha importancia al asunto, sobre todo porque está increíblemente emocionada de volver a ver a Togata luego de años separados.

Finalmente, entre el bullicio, logra ver una cabellera rubia y unos ojos azules a la lejanía. Cuando reafirma que se trata de Togata, no duda ni un segundo en correr a su encuentro. El joven a penas tiene tiempo de soltar sus maletas antes de que la peliazul se le tire encima, abrazándolo por el cuello y colgándose de él.

—¡Togata-kun!— exclama ella, contentísima, sintiendo como los fuertes brazos del aludido la abrazan por la cintura mientras ambos sueltan un par de risas—. Al fin regresas. Oh, te hemos extrañado tanto.

Mirio se permite soltar un suspiro lleno de alivio al por fin estar en Japón, en casa, con sus amigos y familia. Aprieta más el delgado cuerpo de Nejire y disfruta del cálido gesto que comparten.

—Yo también los extrañé, Hadō.

...

Sentados alrededor de la mesa de un restaurante familiar, los tres describen sus pedidos al camarero que los atiende antes de que éste se marche hacia la cocina.

Poco después, un muchacho de corto cabello rizado y ojos esmeraldas aparece por la puerta y, con pasos rápidos, se acerca a la mesa donde el resto lo espera.

—¡Mirio-senpai!— exclama el pecoso, emocionado de ver al mayor y, junto a él, a la niña—. ¡Eri! Bienvenidos a casa. Lamento haber llegado tarde.

—No te preocupes, Midoriya— comenta sonriendo el rubio, parándose de su asiento para saludar correctamente al menor, mas la pequeña se le adelanta, abrazándose a la pierna del rizado—. Sí que has crecido.

—Gracias— dice Izuku, haciendo una ligera reverencia antes de mirar a Eri—. ¿Cómo has estado?

—¡Bien!— asegura ella, feliz y sonriente, evitando que el muchacho pueda sentarse pues aún cuelga de su pierna—. Estoy feliz de volver.

—No le gustó mucho Alemania— acota Mirio—. Anda, Eri. Siéntate, tienes que comer y deja que Midoriya se acomode.

—Está bien— contesta, regresando a su asiento y acomodándose al lado de Mirio—. ¿Puedo pedir postre?

—Solo si te acabas el platillo que pediste— la niña asiente. Los ojos azules de Togata se clavan nuevamente en el pecoso y, luego de darle un par de palmadas en el hombro, señala el asiento vacío junto a Hadō—. Toma asiento, Midoriya.

—Sí. Buenas tardes, Nejire-senpai— saluda, sonriendo a la peliazul—. Realmente lamento haberlos hecho esperar.

—¡No te preocupes, Midoriya-kun!— le resta importancia, alegre y simpática como siempre—. Ya estamos todos aquí. ¡Deberíamos ponernos al día! Vamos, cuéntanos cómo te fue, Togata-kun.

—Oh. Fue... Bien— dice, tímidamente y al mismo tiempo el camarero regresa con las bebidas; Izuku aprovecha para dar su pedido—. La verdad es que nos costó adaptarnos al nuevo sitio. Era un país diferente con idioma distinto y cultura totalmente contraria a la nuestra. Y no había muchos niños con los que Eri pudiese relacionarse. Pero sacamos lo mejor de nuestra estadía.

—Pero, ¿la investigación fue bien?— Izuku le mira serio y curioso.

—Sí. Fueron muchos tecnicismos que aún no termino de entender. Sin embargo, todo tuvo frutos. Pudieron entender el quirk de Eri.

—Entonces, ¿lograron revertir el efecto de la bala?

Mirio mira a a la pequeña de cabello blanco que bebe parsimoniosamente su malteada de fresa, luego, vuelve a mirar a sus acompañantes de mayor edad, sonriendo con satisfacción.

—Sí.

—¡Eso significa que ya tienes tu quirk de vuelta, ¿no?!— chilla Nejire, colocando las manos estruendosamente sobre la mesa e inclinándose hacia adelante para acercarse más a Togata quien ríe y asiente ante la alegría de la muchacha—. ¡Eso es estupendo! ¡No puedo creerlo!

—Hadō, respira por favor— pide el rubio, viendo como la peliazul está eufórica por la noticia, llamando la atención de todos los presentes en el restaurante—. Te va a dar algo, tranquila.

Y como si fuera poco, Izuku se le une a la muchacha. Mirio ve como ambos hablan con una velocidad alarmante, extasiados y llenos de alegría. El rubio es incapaz de comprender del todo lo que los otros dos dicen, así que solo les mira, completamente divertido. Rindiéndose con sus amigos, el rubio observa a la niña sentada a su lado y le retira el vaso de malteada antes de que se lo acabe y su pequeño estómago se llene del líquido, impidiéndole comer su hamburguesa con nuggets.

Los minutos pasan y el camarero regresa con los platillos de cada uno; Togata es el único que le agradece por su atención pues Midoriya y Hadō continúan charlando como si no hubiera un mañana. Así, pacientemente, el rubio ingiere su omurice hasta que, al fin, los otros dos jóvenes se detienen, respirando largamente y clavando sus ojos brillantes en él con clara esperanza.

—¿Volverá a ser un héroe?— pregunta Izuku.

—Así es. Hawks me ha permitido trabajar con él. Comenzaré la próxima semana.

—¡Sí! El regreso de Lemillion será espléndido— asegura Nejire—. ¿Qué pasará con Eri, de cualquier forma?

—¿Se quedará con Aizawa-sensei?

—Sensei, Eri y yo lo hablamos. Aizawa-sensei dice que no está en edad de encargarse de otro hijo, que suficiente tiene con sus alumnos en Yuuei.

—Mirio me cuidará— dice la niña, con las comisuras de los labios llenas de salsa de tomate y mostaza.

—¿Qué? — preguntan el pecoso y la muchacha al unísono, observando como el rubio limpia la boquita de la niña con una servilleta.

—Seré su tutor legal— responde él, con tranquilidad, como si hablara del clima.

—Pe... Pero, Togata-kun. Eres muy joven para ser papá.

—Prefiero considerar que soy como su hermano mayor. Sería raro que Eri me dijese papá.

—¿Estás seguro de esto?

—Por supuesto. Quiero cuidar de Eri. Quiero darle la vida que no ha tenido. Y ella está de acuerdo.

La niña asiente efusivamente con la cabeza antes las miradas atentas del resto.

—¡Quiero vivir con Mirio!— dice ella, con las mejillas llenas de comida—. Será divertido. Y Aizawa-san me visitará de vez en cuando.

—Bu-bueno— expresa Deku, sorprendido por la noticia—. Supongo que es lo mejor. Sobre todo si aún no hemos detenido a la Liga de Villanos. Lo que aún me preocupa es si podrá encargarse de ella y trabajar de héroe al mismo tiempo.

—¡Claro que lo lograré! Hablé con Hawks y acordamos que iré a trabajar en la mañana, a menos que sea una emergencia y deba ir en otro horario. Eri irá temprano a clases así que las maestras podrán cuidarla mientras yo estoy ocupado. Y, si es necesario, Aizawa-sensei me ayudará a hacer de niñera. Aunque me angustia por su trabajo... No es que tenga mucho tiempo libre.

—¡No te preocupes! — interviene Nejire—. ¡Puedo ayudarte a cuidarla y en todo lo que necesites, Togata-kun! Cuenta conmigo.

—Y conmigo, senpai. No creo que a Todoroki-kun le moleste que lleve a Eri al departamento de vez en cuando.

—Muchas gracias.

La conversación continúa, tranquilamente y aunque el rubio se divierta y se sienta alegre de estar con sus amigos, no puede evitar pensar que ahí hace falta alguien más.

Sentimientos por la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora