Extra

990 119 93
                                    

Un día alborotado; Hadō, Togata y Amajiki se encuentran yendo de un lado a otro, ordenando papeleos de los nuevos pasantes de las diferentes escuelas de héroes y nuevos reclutas que comienzan sus labores en tal momento, también dando instrucciones a los ya integrantes de su agencia.

Nejire trata de tomarse su tiempo, sin atrasar el proceso, pero el estrés que emana del cuerpo de sus dos mejores amigos se le termina contagiando. La pareja busca cumplir con todas sus tareas de la mejor manera y en el menor tiempo posible, manteniendo la amabilidad y la cordura para no espantar a la gente con la que tienen que relacionarse. Ojalá Hadō no los conociera tanto como para ver cuándo ambos están a punto de un colapso mental incluso si éste pasa desapercibido por los demás.

Viendo que el tiempo se les va de las manos, Amajiki se ve en la vergonzosa necesidad de llamar a Kirishima por ayuda. Togata ha estado algo dudoso al respecto, pero al final ha aceptado ante la situación. Para cuándo el pelirrojo aparece en la agencia con una playera de Crimson Riot (apenas le queda;  Katsuki se la compró desde la academia y sólo hasta ahora se la ha dado) y unos pantalones de mezclilla, Suneater y Lemillion casi transpiran ansiedad corriendo por toda la agencia haciendo sus labores. Milagrosamente logran fijarse en el recién llegado y no demoran en ponerlo al tanto con respecto a los deberes con los que ayudará a Nejire. Eijirō, acostumbrado a los gritos histéricos de su pareja, capta todas las palabras de sus senpais que terminan hablándole al unísono sobre cosas totalmente distintas. Asegurando que no tienen de qué preocuparse y que pueden dejarlo a él y a la peliazul sin ningún inconveniente a cargo de la agencia (por All Might, que Hadō también es fundadora de ésta), ve que el rubio y el morocho le agradecen repetidas veces antes de salir corriendo del sitio aún con sus trajes encima.

...

Algunos padres de familia hablan entre sí por todo el salón, al igual que los alumnos. En el programa de hoy, los maestros deben hablar con los padres de sus estudiantes tutorados para explicar su desempeño en las materias y demás formalidades. Van por el penúltimo estudiante de la lista y Eri comienza a llenarse de cierta inseguridad, pero se tranquiliza; si no pudiesen venir, ya le habrían avisado.

La jovencita continua charlando con su grupo de amigos, distrayendo su atención del profesor que ingresa al aula luego de que los padres de un muchacho pelinegro, y éste mismo, se adentran para acomodarse en sus asientos.

—Togata Eri—pronuncia el docente, alzando su mirada de la lista que tiene en manos y clavando su atención en la nombrada.

Ella se levanta de su asiento a la par que se acomoda su falda escolar azul y todos guardan silencio para ver qué sucede.

—¿Sus tutores?— pregunta el hombre de cabello castaño y engominado.

La gente comienza a cuchichear al respecto, y puede oír que algunos piensan, en voz alta, que ella no tiene quien le cuide o poco le importan.

—Verá, profesor— explica ella, con calma y logrando que sus manos se queden quietas para no jalar la piel alrededor de sus uñas—. Sí les informé acerca de hoy y dijeron que vendrían, pero les surgió un problema en el trabajo. Hace poco me mandaron un mensaje diciendo que venían para acá.

—¿Es verdad?

—Sí. Lamento retrasar todo esto.

Los ojos morados del docente vuelven a mirar la hoja en sus manos, pasando por los nombres de sus estudiantes y dándose cuenta de que Eri es la última.

—Supongo que podemos esperar un poco más.

—Muchas gracias— dice la menor, haciendo una reverencia.

Sentimientos por la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora